Entradas

Mostrando entradas de junio, 2010

Ciudad monocromática (Medellín, Colombia)

Imagen
No siempre la mezcla de colores hace que las imágenes sean impactantes. A veces las fotografías se vuelven más dramáticas cuando son en blanco y negro. Pero en esta imagen de un edificio del Centro las tonalidades son tan sutiles que dan le sensación de que en la ciudad, a causa de algún fenómeno inesperado, todos los colores han perdido su fuerza. Quizá por eso esta fotografía tomada en una fría mañana se volvió interesante. En esta ciudad donde el ocre de los adobes y el verde de la vegetación son la nota que predomina es refrescante, tanto para la vista como para el sentido estético, encontrarse con lugares como estos donde los tonos grises forman la composición. Parece como si todos los colores se hubiesen escabullido hacia el interior por la única ventana que se ve abierta. Uno se imagina los objetos y las personas, al interior de este edificio, saturados del color que falta afuera.

Alfombra roja para que pase la historia (Medellín, Colombia)

Imagen
Una situación inquietante por decir lo menos. Acaso los soldados de esta calle de honor esperan a que salga un personaje del edificio o permanecen allí a la expectativa de que alguien pase frente a ellos, llegue hasta el fondo y desaparezca en el interior. De hecho se ven unas personas entrando como si estuvieran en la comitiva de quien quiera que acabe de pasar por la alfombra. Pero también se ve un camarógrafo listo para filmar a cualquiera que sea que llegue y pase frente a los soldados. Las posibilidades son múltiples, así que por que no mencionar la menos plausible pero verdadera: Estos soldados acaban de hacer una calle de honor, para que frente a ellos pasara un grupo de hombres vestidos a la usanza de las huestes de hace doscientos años, dirigidos por un hombre con aspecto de prócer. Esa es la razón para que todavía estén allí, impertérritos, a la espera de que aquellos combatientes interinos vuelvan a salir del edificio, pasen por la alfombra roja y regresen a la bruma del ano

El embajador de Fortuna (Medellín, Colombia)

Imagen
Para los romanos, que como los griegos tenían una deidad para todas las instancias y conceptos de la vida, Fortuna era una de las diosas más caprichosas del Olimpo a pesar de que la mayoría asociaba, y asocia aún, esta palabra con la prosperidad. Tal vez por esa razón se ha dicho muchas veces que nadie sabe donde está la suerte de una persona. Este vendedor de lotería espera, como siempre lo ha hecho, que a través de él la buena suerte aparezca y toque con su impulso bienhechor a uno o a muchos de sus clientes. Él que es simplemente un medio a través del cual se manifiesta el azar muestra sus números y confía como siempre lo hace a que por alguna razón desconocida por completo para cualquier ser humano, las cifras se alineen de tal manera que coincidan con los billetes que vendió. Pero uno se pregunta si los loteros creen en la diosa que representan aun sin saberlo o se conforman con ser partícipes de las creencias de otro. Será que de una manera inconsciente saben que su trabajo como

Las puertas de la catedral (Medellín, Colombia)

Imagen
A veces las enormes puertas de esta iglesia románica están abiertas en las tardes de soles lánguidos que adormecen un poco la ciudad. Entonces la gente entra y se sienta en las bancas a rezar o a escuchar el susurro apagado de los rezos de los demás o el murmullo del exterior que ni siquiera los gruesos muros de adobe logran apagar del todo. Ajenos a la frescura del interior otros permanecen en la puerta y se desesperan, sin saber si hoy tendrán que devolverse con las expectativas frustradas a consecuencia de una cita fallida. Unos cuantos turistas observarán las imágenes, los vitrales o el altar mayor tallado en mármol y admirarán la sobriedad de su arquitectura. Cuando las puertas de la catedral están abiertas es cuando parece que la iglesia cobra vida, tal vez por esa serie de pequeños acontecimientos que pasan desapercibidos para la mayoría de la gente y que muchas de las veces no tienen relación con los rituales religiosos a los que está consagrado este templo.

Una esquina clásica I (Medellín, Colombia)

Imagen
Uno se pregunta al observar esta esquina cómo es posible que esta casa haya resistido el paso de las décadas sin sucumbir a la demolición como ya lo han hecho tantas otras de los alrededores y de los barrios vecinos. Ni siquiera puede decirse que el hecho obedece al cuidado minucioso con el que su fachada ha sido mantenida. El tiempo ha dejado su huella descascarando las múltiples capas de pintura y el gris, que siempre fue el color que caracterizó esta casa y muchas otras de su misma época, dejó de representar sobriedad; ahora se le asocia con la decadencia. Los detalles florales de la fachada y los balcones permanecen inalterados y es posible admirar todavía la delicada factura de estos diseños de inspiración art decó, que en su momento debieron ser los obligados para todas las construcciones de este tipo. Esta casa como tantas otras ha debido restaurarse hace mucho tiempo y pasar a formar parte del acerbo histórico y arquitectónico de la ciudad. Desafortunadamente muchas ed

Una tarde de lluvia, una calle cualquiera (Medellín, Colombia)

Imagen
Esa tarde nadie cantaba bajo la lluvia y los pocos que transitaban por allí sólo pensaban en escamparse. La ciudad se veía casi abandonada como si cada gota hubiera hecho desaparecer una persona. Contra las paredes, se recostaban los pocos que no habían mirado al cielo y por lo tanto no se habían dado cuenta de lo que se estaba preparando allá arriba: una tormenta que se precipitaría sobre la ciudad con toda su fuerza; de esas que le hacen a uno desear no volver a salir de la casa. Mientras el agua se encargaba de lavar el aire, los adoquines y el piso de los andenes, la gente se dedicaba a quejarse por lo bajo del mal tiempo y de la inconveniencia del invierno. Qué no dieran por un rayo de sol, aunque fuera de esos que queman la piel como si pretendiera marcarlo a uno de por vida. En fin, quizá entre los que se le escabullían al agua estuvieran escampándose dos soñando con un lugar seco sólo para ellos y sin sospechar que esa tarde pasaría a ser otro más de los recuerdos que algún día

Una puerta al ciberespacio (Medellín, Colombia)

Imagen
Para estos navegadores que se adentran con grandes expectativas en los laberintos de la red, la puerta que franquean antes de sentarse frente a las pantallas no es más que un obstáculo que se puede salvar fácilmente. Esta puerta que cruzaron tantas generaciones anteriores fue construida para servir de conexión entre un espacio exterior y otro interior, por donde circulaba el mismo aire. Ahora sin embargo, aquellos que cruzan este umbral lo hacen con la intención de adentrarse en lugares intangibles donde el espacio y el tiempo obedecen a nuevos conceptos de medida, tan distintos a la manera como veían el mundo en esa época, que sería imposible para ellos comprender siquiera las nociones que para la mayoría de los estudiantes contemporáneos se han vuelto tan familiares. Esas son las paradojas del tiempo que permiten que en un espacio, donde el único contacto con la tecnología debió reducirse a las horas pasadas por los habitantes de esta casa frente al radio oyendo los programas que se

Al costado de la catedral (Medellín, Colombia)

Imagen
A las cuatro de la tarde el sol calentaba con fuerza los adobes de la catedral como si quisiera volver a cocer el barro. Se filtraba por las ventanas estrechas cubiertas de vitrales y coloreaba el piso interior de la iglesia con la combinación de luces con que el sol brillante tocaba las baldosas. Era como si al atravesar el vidrio, la luz se convirtiera en un líquido de múltiples colores que se vertía con suavidad en el embaldosado. Si uno pudiera presenciar ese fenómeno, que se produce cada vez que la luz entra por los costados de la catedral desierta, tendría miedo hasta de respirar por temor a desdibujar con el aliento las figuras que se producen en el aire, en la superficie de las columnas y en el piso. Afuera la gente caminaba con languidez, ignorante del fenómeno que ocurre cuando la iglesia está cerrada y el sol está a punto de perderse detrás de las montañas como en esta ocasión.

Encantadores de palmeras (Medellín, Colombia)

Imagen
A falta de serpientes estos músicos de la calle se han dedicado a encantar palmeras. Deben ser ellos quienes se han dado a la tarea de hacer crecer las que aparecieron de un momento a otro, altas y cimbreantes, por toda la ciudad. Tal vez la razón de ese fenómeno sean estos músicos que en vez de encantar a la gente o a las serpientes, como los legendarios personajes de la India o Marrakech que adormecen cobras y hasta se dejan morder por ellas, encantan árboles. Aquí, la música de estos taumaturgos locales se dedica a menesteres más loables y ecológicos, aunque la gente los ignore y hasta les impida la entrada a determinados lugares. Quizá por que allí adentro no hay palmeras que encantar o porque las melodías que les gustan a las plantas no son precisamente las que más les llaman la atención a los clientes de este lugar en particular. De todas maneras descubrimos, oyendo la música que interpretaban y que hacía mecer el tronco de esta palma, que a nosotros también nos gustab

Azul para pintar perfiles (Medellín, Colombia)

Imagen
Un sábado como cualquier otro las nubes se replegaron detrás de las montañas, como en cualquier otro día, y contra el cielo desnudo el color blanco de unos edificios y el tono oscuro de otros resaltaron con toda nitidez. Sólo un cielo como este es capaz de perfilar la ciudad de esta manera. Es como si por algunos instantes el aire se vaciara y sólo quedara la silueta de la ciudad. Como en esos paisajes urbanos que se trazan en los comics donde los colores planos agregan impacto y dramatismo a los dibujos. Al mirar este conjunto de construcciones que se dibuja perfectamente, uno tiende a engañarse pensando que la agitación que inunda las calles es mera fantasía y que la quietud evocada por estas paredes blancas, como los muros de esos lugares remotos donde va la gente para encontrar paz espiritual, es la realidad.

Una ciudad de luces (Medellín, Colombia)

Imagen
Desde hace muchos años esta ciudad se ha convertido en un lugar donde se le da gran importancia a la belleza de la luz. Por eso no es extraño encontrarse cualquier noche con un espectáculo de juegos pirotécnicos resaltando las siluetas de los árboles, de las nubes o de los edificios. Hasta las montañas se perciben mejor, recortadas nítidamente contra esos cielos iluminados de manera artificial. Las luces se proyectan contra el cielo convirtiéndolo en una paleta de colores tan variada que siempre maravilla a los habitantes de esta villa. Es como si en esta ciudad la gente buscara repetir la luz que en el día abrillanta los tonos de la naturaleza y de esos colores que se mezclan siempre, a veces caóticamente, en las calles.

La cara expuesta (Medellín, Colombia)

Imagen
La ciudad se mira a sí misma en esta exposición de fotografías donde algunas de las facetas de la gente, que la convierten en un lugar sui géneris, han sido capturadas por el objetivo de una cámara fotográfica. Muchos de los que pasan por aquí apenas le echan una ojeada a las fotos que les muestran una realidad que creen conocer a fondo. Esa puede ser la razón de su indiferencia. Otros se quedan durante largo rato mirando las imágenes y leyendo los textos que las acompañan. Tal vez sienten curiosidad por saber cómo son esos puntos de vista distintos que se desarrollan sobre el lugar que habitan. Qué aspectos de lo que sucede en la ciudad han sido escogidos para enfatizarse por medio de una foto. Al fondo la gente pasa haciendo caso omiso, como casi siempre, a esas manifestaciones silenciosas que detienen en el tiempo aquello que somos y que nos sentimos tan reacios a constatar.

Rascacielos (Medellín, Colombia)

Imagen
A veces uno levanta la cabeza y la aleja un momento de la perspectiva inmediata que tiene enfrente y se topa sin preámbulos ni preparaciones con una imagen como esta, que parece salida de una de esas películas donde la protagonista es una ciudad tan llena de rascacielos que uno se marea. Por una rendija que quedaba entre dos construcciones se veía este edificio y la perspectiva hacia pensar que en realidad si estaba tocando el cielo, arremolinado las nubes para que en cualquier momento dieran paso al azul más puro o sino a uno de esos aguaceros sorpresivos que suelen calarnos hasta los huesos en cuestión de segundos. El Edificio del Café que es al parecer el que tiene más pisos en la ciudad, se destaca no solamente porque da la impresión de tocar el cielo sino también por el color blanco de su superficie, en una ciudad donde la gama cromática de las edificaciones suele estar dominada por el ocre del barro cocido.

Una trampa para la memoria (Medellín, Colombia)

Imagen
En una tapia, pintada con ese amarillo ocre que recuerda el color de los barrancos, se abre a la calle una ventana que podría ser tan vieja como la misma ciudad. Mirarla es ya entrar en otra realidad, la de las historias no escritas que debieron vivirse sin testigos en estas habitaciones. Cuando el aire se cuela en este lugar agita las memorias que yacen bajo el polvo, las capas de recuerdos que cubren los objetos y cualquier superficie hurtada a la luz directa. Pero lo que a la vista parece polvo es sólo la existencia desmenuzada de toda la gente que pasó por allí. Entrar en un lugar como éste, debe ser tan peligroso como hacer una regresión al pasado sin cartas de navegación y sin guías que conozcan las rutas y los atajos para poder volver. Se corre el riesgo de querer permanecer en ese mundo que la distancia en el tiempo cubre con una patina de aventura, tan seductora para quienes viven la vida gris y repetida de todos los días. Y si alguien quiere una prueba de la trampa en la que

Aspiradores de ruido (Medellín, Colombia)

Imagen
No se sabe si estas inmensas piezas de metal son respiraderos del túnel por el que pasa una de las avenidas de la ciudad o si son en realidad un sofisticado sistema para filtrar y eliminar parte del ruido que aquí se produce. Quizá gracias a estos inmensos anti bafles es posible, para quien quiera prestar atención, escuchar todavía entre el barullo cotidiano, la risa de un niño que visita el Centro por primera vez o la algarabía de los pericos cuando llegan a la plazuela Nutibara, en su recorrido incesante por los parques y calles donde encuentran árboles para camuflarse. Aunque esos sonidos los oirán algunos iniciados únicamente. Aquellos que son capaces de escuchar el pulso de la vida moviéndose infinitamente por entre las calles. O los que pueden abstraerse del ruido de los carros, de los gritos desaforados de los vendedores de frutas y de cualquier mercancía que se exponga a la intemperie. Quizá los beneficiados de este hipotético sistema de protección para disminuir el bullicio, s

Las joyas de Carabobo (Medellín, Colombia)

Imagen
Dos edificios de estilo arquitectónico similar son las dos joyas que adornan el final del paseo peatonal en que se convirtió la carrera Carabobo, una de las calles más emblemáticas del centro de la ciudad. Este sector, que durante gran parte del siglo XX estuvo dedicado al comercio popular, se conoce ahora por tener dos de los edificios más importantes para la ciudad desde el punto de vista arquitectónico e histórico. Estas edificaciones que fueron inauguradas en 1895 han presenciado el paso de varias generaciones de medellinenses: desde los que vieron la finalización de siglo XIX hasta los que contemplan los comienzos del siglo XXI. Después de un largo período de decadencia, durante el cual se destinaron a todo tipo de comercios, han sido restaurados y entregados a la ciudad como asiento de instituciones dedicadas a la educación.

Tarde de lluvia (Medellín, Colombia)

Imagen
Uno de esos aguaceros inesperados que sorprenden a la gente y la inmoviliza debajo de cualquier marquesina o saledizo, nos obligó a permanecer durante un rato en una esquina del centro mientras el agua se precipitaba con fuerza sobre la ciudad y la desdibujaba. Era como si la lluvia quisiera derretir los edificios, los árboles y a la gente que se atrevía a cruzar las calles sin protegerse siquiera debajo de un paraguas. Frente a nosotros estas ventanas cúbicas de vidrio y concreto soportaban el golpeteo solemne y monótono de la lluvia. Imperturbables, como los ojos de los hipnotizados, se asomaban al vacío como si quisieran seguir en su caída a las gotas de agua. Sin embargo las superficies que conforman los volúmenes y los perfiles de la ciudad resisten casi siempre, no dejan que la fuerza del agua los desmorone fácilmente. Tal vez la esperanza de volver a ver el sol impide que todas las cosas sucumban a la violencia de los elementos.

Tejas abajo (Medellín, Colombia)

Imagen
Bajo los tejados se escenifican también los pequeños o grandes dramas que componen la vida de una ciudad. Sólo los pájaros o los gatos podían ver estos tejados que como una trama de barro cubre las casas. Ahora, como consecuencia de la construcción desaforada de edificios en algunos sectores de la ciudad, es posible ver los techos y los patios que dan luz a los interiores de las casas de esos barrios. Debajo de estos techos la vida de la gente se desarrolla entre pasiones y alegrías, protegida de los elementos aunque no de los avatares a los que está expuesto un ser humano dondequiera que desarrolle su existencia. Sobre todo si su mundo se reduce, como sucede con mucha gente, a la cuadrícula de calles y de casas que componen un núcleo urbano.

La cúpula de San Antonio (Medellín, Colombia)

Imagen
Esta es una de las iglesias más tradicionales del Centro y sin embargo una de las menos visitadas. Es como si la gente sólo reconociera su cúpula como punto de referencia para ubicar el lugar donde se termina El Centro y nada más. Hace mucho tiempo que esta iglesia pasó de ser un templo abierto a la comunidad que la rodeaba a una iglesia que se abre a la gente sólo durante ciertas horas. Del barrio no queda sino el recuerdo en algunas memorias que se resisten aún a darse por vencidas. Pero las casas desaparecieron hace décadas llevándose consigo las historias y la carga de afectos que la gente pone en los lugares que habita. La cúpula que es la de mayor tamaño entre las iglesias de la ciudad, se ve aquí a través de unos cables de acero que parecen encerrarla, evidenciando el fenómeno arquitectónico que se ha ido desarrollando en esta zona: unas construcciones modernas que inexorablemente se han sobrepuesto a los edificios de la antigua villa. Sin embargo como en muchos otros lugares, é

Una multitud en el parque (Medellín, Colombia)

Imagen
"Un lugar con un montón de toldos donde usted puede encontrar lo que quiera". Esa es la definición más sencilla que he oído de lo que es el mercado de San Alejo. Allí la multitud se reúne cada primer sábado del mes para peregrinar por entre los toldos, a veces para ver los mismos objetos que han venido observando durante los últimos 20 años sin atreverse a llevárselos para la casa o simplemente para ver que novedades puede ofrecer el mundo de las artesanías. En todo caso, este parque se llena de vendedores y de posibles compradores para repetir el ritual del regateo tan extendido en esta ciudad de comerciantes. Algunas veces el marchante se va con la sospecha de haber sido esquilmado y otras se aleja pensando que ha hecho un buen negocio. De todas maneras este comercio, que recuerda los mercados de los pueblos de Antioquia, continua imperturbable a lo largo de las décadas.

Una puerta a la irrealidad (Medellín, Colombia)

Imagen
A través de esta puerta de vidrio se percibe una extraña realidad. Una realidad que obedece a unas leyes distintas a las que rigen el mundo que conocemos. Es como si al otro lado no estuviera repetido ese mundo que los espejos copian minuciosamente, sino uno donde no sólo el espacio se distorsiona sino también las formas de todo lo que allí existe. En una ciudad que da cabida a tantas realidades no es de extrañar que también aloje un lugar así, donde la existencia de una persona podría ser alterada temporalmente o para toda su vida, dependiendo de su capacidad de aceptar la fantasía o de asimilar que su única forma de ver el mundo no es universal, que existen otras maneras de contemplar el universo y que hay lugares donde a la realidad conocida y aceptada por todos se le pueden dar otros valores.

Animales en El Centro (Medellín, Colombia)

Imagen
Al parecer la jirafa Piruleta, la de la canción infantil, decidió salir un día, con algunos de sus amigos, a recorrer el Centro. Desafortunadamente ella y sus compañeros fueron atrapados y atados al pequeño puente que pasa sobre el estanque de un centro comercial. Allí estuvieron durante casi un mes mirando hacia todos lados tratando de encontrar una manera de escapar, hasta que una mañana… una mano misteriosa, que extrañamente se parecía a la que los había atado al puente los liberó, los dejó que se alejaran de ese lugar. Nunca más se han vuelto a ver en el Centro y creo que jamás se volverán a arriesgar por esos parajes. Han decidido sabiamente que sus lugares de origen son menos peligrosos que esa cuadrícula de asfalto y caos, en que puede convertirse una ciudad para aquellos que no la conocen o que se la imaginan como un lugar donde sólo hay diversión.

La casa de la esquina (Medellín, Colombia)

Imagen
De qué material están hechas esas casas que resisten el paso del tiempo con tanta entereza. Los artesanos que las construyeron desde sus cimientos debieron poner tanto interés y esfuerzo en ellas, que de alguna manera sus emociones quedaron impregnadas en las paredes, en los tejados, en los balcones. Estos balcones a los que nadie dirige ya una mirada de interés fueron alguna vez el centro de atención de los paseantes. Allí se asomaron, a ver pasar la vida en el parque Bolívar, personas que tenían relación con la gente de mayor relevancia de esa vieja ciudad que se resiste a desaparecer entre el concreto de los nuevos edificios y el asfalto de las viejas calles renovado una y otra vez. El parque se cubre cada vez más con la frondosidad de unos árboles que tal vez fueron sembrados después de la época en que esta casa fue una de las más impresionantes de la ciudad. Estos balcones que han visto desaparecer árboles centenarios, apenas han sufrido deterioros que unas cuantas manos de pintur

Zona de reparación (Medellín, Colombia)

Imagen
En todas las ciudades colombianas existen estas zonas desorganizadas, antiestéticas, donde la gente repara vehículos y vende repuestos tanto en el interior de los locales como fuera de ellos. Esos lugares donde los mecánicos son expertos en todo tipo de problemas y donde los solucionan también de las maneras menos ortodoxas. Se caracterizan por el desorden y por la grasa que cubre casi todas las superficies incluyendo el cuerpo de los trabajadores. Aunque esta imagen parece un escenario donde se representa un acto de una calle de talleres. Es como si hubieran copiado todos los objetos con sus colores y texturas para ubicarlos en el lugar que les correspondería en la realidad. Hasta el hombre que utiliza una herramienta con tanto cuidado parece una representación. Tal vez esa impresión de irrealidad tenga que ver con la luz o con la soledad del lugar que por lo general está lleno de gente. Sin embargo esta fotografía se tomó en una calle verdadera, otra más de las que conforman las múlt

La silueta de los árboles (Medellín, Colombia)

Imagen
La realidad, sin necesidad de retoques ni de ayudas, a veces nos hace creer en cosas que no existen aunque las vemos. Un árbol que mece sus ramas en una esquina del parque Bolívar, adquiere en las horas de la tarde una apariencia irreal, como si fuera una figura recortada en cartulina negra, pegada sobre la superficie iluminada de un edificio y el azul del cielo. Es como si las sombras proyectadas por un árbol, de pronto hubieran empezado a crecer por voluntad propia, sobrepasando los límites del edificio y hubiesen invadido el cielo o como si fueran una parte de la ilustración para una historia china, de esas donde los héroes se encuentran con árboles mágicos que pueden convertirse en sus salvadores o en sus enemigos, pero en todo caso en entidades que forman parte activa de la historia que se cuenta. Tal vez suceda lo mismo con esos árboles que acompañan la cotidianidad de esta ciudad, y nosotros sin saberlo estemos expuestos a la influencia benéfica o dañina de sus sombras, dependie

Con el sol vuelve el color (Medellín, Colombia)

Imagen
Después de que durante días los cielos grises y opacos se sucedieran sobre nuestras cabezas, ha vuelto el sol a iluminar la ciudad y a intensificar los colores que en cualquier lugar impresionan la mirada. Estos globos podrían ser el símbolo de lo que sucede en todas partes cuando cambia la temperatura. Las superficies bañadas por la luz de la tarde adquieren unas tonalidades que parece imposible se puedan repetir en cualquier otro lugar del mundo. Como si la luz de esta ciudad fuera capaz de recrear siempre los colores, de entregarnos cada vez una nueva manera de percibirlos.

Luna de media tarde (Medellín, Colombia)

Imagen
A veces la luna confinada en su reino de oscuridad se escapa para observar durante las últimas horas de la tarde su lugar preferido. En un intenso cielo azul, al que unas pocas nubes dan profundidad, la silueta de una luna que se deshace como si fuera un fantasma, le agrega al perfil de la ciudad un misterio casi oriental. Debe existir en antiguos manuscritos la narración de alguna historia asociada con la visión de la luna en medio de la tarde. Algo que remita al lector a creer que si tiene la ventura de ver esa aparición tan desusada, en su futuro se verán cumplidos sus deseos. Claro que si tal presagio existió en la antigüedad, para nosotros no tiene ninguna aplicación, pues ver la luna a horas distintas a las de la noche no es tan extraño en este valle.

Las paredes de una biblioteca (Medellín, Colombia)

Imagen
Como si fueran las paredes de un edificio en una de esas ciudades sumerias donde se inventó el primer método de registrar la palabra para ser leída, estos muros, vistos desde lejos, dan la sensación de tener una textura tan particular, que hace pensar en las marcas que dejaban las pequeñas cuñas de madera sobre la arcilla en los albores de la historia. No es difícil imaginar que si nos acercamos lo suficiente encontraríamos, en vez de adobes de superficie lisa, tabletas grabadas con la espectacular escritura cuneiforme. Esa escritura que desde antes del florecimiento de la antigua Babilonia marcó los caminos por donde se desbordaría la pasión que iban a abrazar millones de personas después de ellos: leer y escribir, desde lo más nimio como una lista hasta lo más sublime como un poema. Contemplando este edificio uno se pregunta si será posible que además de los libros que se encuentran en su interior, estos también hayan sido grabados en sus paredes exteriores.

Después (Medellín, Colombia)

Imagen
Después de haber acompañado a su dueña durante las interminables caminatas por las calles de la ciudad; después de haber sido apretados con fuerza contra las costillas por temor a ser arrebatados por algún ladronzuelo inesperado; después de haber descansado en sillones, mesas o cualquier otro tipo de mueble doméstico; de haber sido guardados con maña en closets o armarios, un buen día su dueña decidió que ya estos bolsos no merecían sus cuidados; que nunca más volverían a llevar en su interior ese batiburillo de objetos inocuos mezclados al azar con otros de mayor importancia. Tal vez fueron reemplazados por unos nuevos, traídos de la China seguramente o comprados en alguna boutique, de esas que venden las marcas de grandes diseñadores, a sabiendas de que fueron copiadas con minucia en los talleres de Itagüí o del “Hueco” pero cuya apariencia engaña al ojo desprevenido. Pero eso no es todo. El rechazo a estos objetos ha sido tan definitivo que ni siquiera se hizo de manera discreta. A

La nueva piel (Medellín, Colombia)

Imagen
Desde hace unos años una nueva imagen ha venido sobreponiéndose a la vieja arquitectura de algunos barrios de la ciudad, sobre todo de aquellos ubicados cerca al Centro. La apariencia de sus calles que era una armoniosa mezcla de altas fachadas, rejas en las ventanas, puertas de madera y pequeños jardines, ha ido desapareciendo para dar paso a una serie de edificios de gran altura y aspecto similar. Las superficies que ahora se ven desde la calle, apenas se diferencian de los materiales con los que están hechas estas construcciones. Pero el ojo del buen observador puede encontrar contrastes como estos, donde las texturas y los colores dan lugar a una imagen que se basa en la combinación de módulos para crear, desde la fotografía, una ciudad que aunque es la misma que vemos todos los días nos da la posibilidad de jugar con su apariencia.