El afinador de guitarras (Medellín, Colombia)

Quién sabe cuántos recuerdos se hacen presentes en la cabeza de este hombre, mientras le da a cada cuerda de la guitarra el tono justo para que su sonido sea óptimo y tan nítido como cuando fueron ejecutadas por primera vez las canciones que salen a retazos de sus manos.
A pocos metros, en la calle, los ruidos de la ciudad se superponen unos a otros, pero el hombre, indiferente a los sonidos del exterior, se concentra en un mundo de ritmos y melodías que deben ser tan antiguos como la entrada a este edificio por donde cruzaron hombres y mujeres para quienes la música que interpreta suavemente el afinador debió sonar como si hubiese sido enviada por los dioses para aumentar su alegría o su tristeza.
A su lado, un aprendiz sueña con tocar en ella otras canciones, otras melodías que sonarán extrañas para el viejo músico, pero que al fin y al cabo hablarán de los mismos sentimientos.

Comentarios

  1. Jaime Alberto Barrientos6 de julio de 2010, 9:51

    El hombre y su guitarra, una maravillosa combinación que nos permite llegar a tiempos pasados y futuros, a la música clásica y la trova paisa, a una noche de serenata en las heladas montañas andinas o en las cálidas playas del caribe. Pero al final una sola cosa importa: el hombre y su guitarra.

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