El arte de las devociones (Medellín, Colombia)

Todos los elementos para la devoción estaban ahí: la Virgen con el niño, la rosa, la lámpara y hasta la espiga que una mano infantil debió poner en las manos de yeso a la imagen de la Virgen. Hasta la expresión escéptica de las imágenes que le recuerdan a uno esas representaciones medievales y bizantinas de los íconos religiosos de Europa y Constantinopla.
Sólo faltaba el detalle de las cejas y las pupilas que una mano desconocida pintó de un negro absoluto, creando un intenso alto contraste.
Con ese acto individualizó esta Virgen de los cientos de vírgenes que con el mismo rostro habrán salido de algún taller anónimo, donde las expresiones iniciales han ido cambiando lenta y sutilmente en el proceso de la repetición.

Comentarios

  1. Jaime Alberto Barrientos22 de marzo de 2011, 11:12

    Incluso estaba ahí la reja que impide a los feligreses acercarse más a sus deidades, con lo cual se hace más intensa la necesidad de tocarla...

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