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Mostrando entradas de diciembre, 2011

La luz de la ciudad (Medellín, Colombia)

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La vista de las interminables filas de carros se ve matizada por un esplendoroso atardecer que hace de telón de fondo al intenso tráfico de este sector de la ciudad. Tal vez aquellos que iban al volante no pudieron disfrutar de los arreboles que se formaron en las últimas horas de la tarde pero, ahí estuvieron durante un rato para quien quisiera extasiarse con ellos. Una foto que pudo haber sido tomada en cualquier ciudad pero que la luz de este valle la hace única.

Una espiral (Medellín, Colombia)

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Como en esas descripciones donde los antiguos escritores de viajes expresaban su admiración por las construcciones humanas o las maravillas de la naturaleza que hallaban en sus recorridos, nos sorprendió ver en uno de los edificios comerciales más nuevos de esta ciudad, una hermosa espiral que parece resguardar un fuego sagrado, aunque en este caso es una fuente de agua a la que la luz le da una cualidad de fogata. La gente se dedica a sus asuntos mientras la luz y el agua juegan, envueltas en la forma que al parecer se manifiesta en innumerables fenómenos de la naturaleza: esa figura geométrica que le tomó a la humanidad siglos para identificar en muchas de las formas del universo, desde galaxias hasta la manera lenta y esplendorosa como se abren algunas flores.

Plataforma de despegue (Medellín, Colombia)

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En uno de los tantos parques de la ciudad un pájaro espera la señal de salida. Hace rato se encuentra allí, nervioso como todos los pájaros, a la expectativa de que el encargado invisible de dar la señal considere que es el momento adecuado. O a que los insectos que ha estado observando fijamente bajen la guardia para lanzarse sobre ellos. Claro que si esta ciudad quedara a la orilla del mar estaríamos en un acantilado y el pájaro temblaría de frío y de la excitación que le produciría arrojarse al vacío. Pero como esta ciudad está confinada entre montañas, esta ave, con nerviosismo y todo, tiene para sobrevolar, desde esta plataforma, un pequeño lago de hierba, aunque de un verde tan intenso que, cuando el sol es muy fuerte, centellea como si fuese agua.

Entre los libros (Medellín, Colombia)

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Una Caperucita se pierde, literalmente, en la lectura de Hansel y Gretel, ese clásico infantil donde el bosque tiene también un papel definitivo en el desarrollo de la historia. No será que a esta Caperucita, como pasa en tantas versiones distintas a la escrita por Charles Perrault, le da por cambiar la historia original y se interna en la espesura que está a su espalda, en busca, por ejemplo, de la famosa casa de dulce, sin tener en cuenta que tal vez la casa ya no exista o lo que es peor, la casa, después de la desaparición de la bruja, esté convertida en un rancho ruinoso por falta de cuidados, donde los dulces desaparecieron hace tiempo.

Una calle para el comercio (Medellín, Colombia)

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En este mes, como en todos los otros diciembres, este sector que generalmente se mantiene atestado de gente se vuelve más concurrido, si eso es posible. En una ciudad cuya vocación es el comercio nadie se sorprende de las multitudes que recorren calles y andenes buscando encontrar lo más barato. No importa dónde lo encuentren, si en un almacén o en una de esas como chozas que se arman en los andenes y que se sostienen de manera precaria bajo el peso de tantas mercancías. Es el famoso Hueco y si alguna vez usted visita la ciudad, no deje de internarse por este sistema de calles y pasajes comerciales que ofrecen hasta lo impensable al bolsillo de los parroquianos.

Un laberinto (Medellín, Colombia)

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Uno siempre se representa los laberintos como lugares de paredes estrechas que giran y giran siguiendo un patrón definido en ocasiones, en otras no, pero todas las veces con la intención de que quien se interne en uno de ellos se embolate. Sin embargo, existen en las ciudades laberintos como éste, donde es la propia realidad la que se pierde entre las columnas que dejan ver el horizonte pero que contribuyen de alguna manera a que aquellos que transitan por ahí con la mente en otra parte, como se dice, corran el peligro de perder, al menos durante un instante, el sentido de orientación.

Flotando (Medellín, Colombia)

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Algo hay entre los niños y el agua. Una fascinación como esa debe responder a sentimientos tan profundos en el ser humano que rondan lo atávico. Estos niños como millones antes que ellos tampoco resistieron la llamada. Y al parecer su deseo de flotar en medio del agua se vio complacido. Para la imaginación, siempre desbordada, de un niño este pequeño cuadrado debió convertirse en una balsa de esas que utilizan periódicamente los náufragos en las novelas de aventuras. Desde allí zarparon, alejándose de la mujer que afuera de su realidad, los mira y se deja llevar, suponemos, por la fascinación que ejercen los niños en el imaginario femenino.

Entre lluvia y columnas (Medellín, Colombia)

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El viejo edificio Carré se destaca enmarcado entre las montañas lejanas y las columnas que en un primer plano se mezclan con el bambú. Esta edificación centenaria se ha convertido en un elemento que enriquece la apariencia de este sector de la ciudad, atestado de vehículos y gente. En el centro de la plaza unas columnas se elevan contra el cielo gris matizadas por el bambú, mientras que el edificio, en una esquina, levanta su aspecto distinguido con la nobleza que dan la belleza y los años. Las montañas que acompañan casi todas las imágenes de esta ciudad se desdibujan con la lluvia que por estos días acompaña todas las tardes hasta hace poco tan soleadas.

Entre paredes (Medellín, Colombia)

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En el aire espeso de una tarde fría, la silueta de una iglesia intenta desaparecer de la vista, aunque las paredes de la ciudad den la impresión de haberse movido para dejar ver, desde lejos, su estructura de ladrillo. En esta ocasión el adobe no se incendia como en esos atardeceres soleados cuando la luz particular de esta ciudad le da a todas las cosas una tonalidad tan cálida que es difícil de describir. Es como si el aire y la neblina se unieran para suavizar las aristas que una ciudad le impone al paisaje.

Tres hombres (Medellín, Colombia)

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Cobijados por la arquitectura de una biblioteca tres hombres, separados del resto de la gente que aparentemente gasta el tiempo de la misma manera que ellos, observan pasar el mundo, quizá comparándolo con el que conocieron en otras latitudes o con el que experimentaron hace unos cuantos años cuando fueron niños. Tal vez las reflexiones estén lejos de sus mentes y lo único que pase por ellas sea constatar las horas o minutos que han pasado allí a la expectativa de que su realidad cambie. O que quien les dio cita en esta esquina se presente y los lleve por fin al lugar prometido.