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Nacimiento (Medellín, Colombia)

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Una preciosa imagen de la exposición de pesebres que se lleva a cabo en un centro comercial de la ciudad. Un año más donde se recuerda un acontecimiento que marcó la historia de la humanidad. En algunos lugares de la ciudad se celebra este Nacimiento con regalos y reuniones. Desafortunadamente muchos de los que viven en esta ciudad perdieron de vista el significado de este acontecimiento y dedican estos días a los excesos del licor, la pólvora y el ruido.

Sólo el viento (Medellín, Colombia)

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El viento silba y las dunas de arena con su movimiento incesante transforman el paisaje. El hogar de este hombre debe encontrarse a kilómetros de distancia y sin embargo se le ve tranquilo prestando atención a los sonidos del desierto: leves, sutiles. Era una época cuando el silencio era tan apreciado y sin embargo tan común. Qué maravillosos tiempos aquellos cuando el sonido no se derrochaba en niveles tan desaforados como en esta época, en la que vivimos, donde el ruido nos ataca con la misma violencia que las tormentas.

El reflejo de la tranquilidad (Medellín, Colombia)

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En esta pequeña plaza una fuente refresca y acompaña el hermoso árbol cuyo reflejo devuelven los vidrios de los edificios. Sitios como éste son los que deben ver los que visitan esta urbe y se van con la idea de una ciudad amable con las personas que la habitan. Todo lo contrario con el caos de El Centro donde el espacio público ha sido invadido por la ansiedad y el miedo, un espacio del que no hablan las administraciones públicas cuando citan esta ciudad como ejemplo para el mundo, de la transformación en los últimos años, del urbanismo en favor de los ciudadanos.

El flautista del pesebre (Medellín, Colombia)

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Entre los caracteres que aparecen en los pesebres uno puede encontrarse al flautista, que puede ser un pastor encantador de ovejas. Aquí se le ve saliendo de su casa para dirigirse al aprisco donde tiene sus ovejas y llevarlas a pastar o tal vez ensayando alguna de esas melodías nostálgicas que producen las flautas y que acompañan su tarea solitaria mientras contempla el campo que se abre a sus pies. Una escena bucólica reproducida con gran detalle, mientras el suceso que ha marcado gran parte de la historia de la humanidad está a punto de producirse de nuevo.

Papel crepé (Medellín, Colombia)

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En la esquina de la calle Caracas con la carrera Córdoba puede verse este hibiscus o San Joaquín como es llamado en Antioquia. La textura de sus flores, para quienes no conozcan este arbusto, puede parecer de papel crepé pero es el producto de la más pura naturaleza, además de que su color naranja parece casi artificial. Una hermosa flor que afirma la tradición floral de esta ciudad y que como en cualquier lugar puede sorprender a quien pase por sus calles con la atención en los detalles y no sólo en el asfalto o en sus propios pensamientos. Hay lugares en esta urbe donde las plantas crecen libremente regalando oxígeno y belleza tanto a quienes la habitan como a sus visitantes.

Thor el dios del trueno (Medellín, Colombia)

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A nuestras espaldas o frente a nuestros ojos pasan cosas que no podemos explicar de manera lógica. Por eso tratamos de encontrar argumentos para tranquilizar nuestra mente por hechos que no tenemos la capacidad de asumir. Esta vieja silla de la plazuela San Ignacio aparece completamente deshecha sin que podamos explicarnos cómo pudo llegar a ese estado de un momento a otro. Al verlo yo me he preguntado si no fue quizá el lugar donde Thor el dios del trueno apoyo su contundente arma y el pobre banco no pudo soportar la presión, o si no sería tal vez que en su lucha contra algún enemigo ese mazo imponente fue a dar contra él y casi lo pulveriza. Queda a la imaginación de cualquiera explicar este fenómeno que puede verse hoy en una plazuela de la ciudad. Muchos dirán que simplemente es una consecuencia del deterioro normal que el tiempo ejerce sobre las obras humanas, pero yo me quedo con la idea de que, de alguna manera, esto es obra de ¡¡THOR el DIOS DEL TRUENO!!

Un viajero (Medellín, Colombia)

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Después de visitar muchos lugares para añadirles su magia, este viajero navideño decidió tomarse un descanso y a pesar de la necesidad de permanecer alerta fue descubierto disfrutando de la suavidad de las cintas y los encajes en una mesa de un centro comercial.

Luz de Navidad (Medellín, Colombia)

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La luz en nuestra sociedad siempre ha estado asociada a la Navidad Cristiana, uso que al parecer tiene sus orígenes en las épocas remotas donde el fuego tenía carácter sagrado y servía, de alguna manera, para atraer sobre sí el favor de los dioses. A pesar de los cambios que han sufrido las comunidades humanas esta práctica continua, se siguen iluminando calles, casas y edificios, y en ciudades como París, Nueva York o Londres un árbol de proporciones desmesuradas es iluminado para la ocasión, representando esa fascinación que para el ser humano significa el fuego. Las luces se han refinado en su manifestación pero podría uno pensar que dan cuenta del temor atávico a la oscuridad y lo desconocido. Por estas fechas, la luz adquiere un lugar más especial aun y a pesar de haberse perdido el origen de la tradición en la “oscuridad” de los tiempos, la mente humana permanece fiel a costumbres que nos dicen que la mente del hombre ha cambiado poco realmente.

Una reunión de hongos (Medellín, Colombia)

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Tal vez pudimos contemplar un grupo de hongos antes de entrar a un lugar desconocido para realizar su reunión de hongos anual; debe realizarse, porqué no, cada año a principios de diciembre. La de este año se celebraría en un pequeñísimo bosque de la ciudad al lado de una quebrada. Y como a la mayoría de las personas se nos olvida observar esos nichos verdes que salpican la ciudad no podemos ver los eventos que como éste vienen realizando desde tiempos inmemoriales. N o importa que cada vez haya más construcciones y más gente. Estos pequeños seres se las ingenian para permanecer en sus territorios, aprovechando la falta de capacidad de observación que tenemos los seres humanos para darnos cuenta de las expresiones pequeñas de la vida.

En un muro del Metro (Medellín, Colombia)

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En un costado de la estación Floresta esta Virgen de los Dolores evoca el maravilloso arte del mosaico que alcanzó su máxima perfección en la ciudad de Rávena (Italia) en la época medieval, una ciudad que cuenta en la actualidad con escasos 160.000 habitantes y está plagada de arte por todos sus rincones. A quienes pasan por la Avenida 80 les recomiendo detenerse a admirar esta hermosa imagen. Nunca está de más reconciliarse con el arte y darse cuenta que los muros de las ciudades no sólo sirven para soportar en sus superficies la violencia expresada con tanto rayón de pintura en aerosol.

El aire de la mañana (Medellín, Colombia)

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Hay en la ciudad lugares como este donde el color verde de los árboles da un toque de tranquilidad. Se congratula uno al percibir que todavía las mañanas pueden transmitir ese aire apacible de la luz, cuando el sol ya hace rato que salió a calentar la atmósfera sin alcanzar a volver pesado el ambiente citadino. Los árboles se extienden creando manchas de sombra y el cielo azul se ve alterado sólo por la huella que dejó un avión en su viaje a lo desconocido.

Tarde de sábado (Medellín, Colombia)

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El parque de Berrío siempre ha sido en esta ciudad un lugar que convoca a mucha gente de la ciudad, así como paso obligado de quienes tienen que cruzar El Centro no sólo en semana sino sábados y domingos especialmente. Allí pueden verse personajes que tal vez se han convertido en característicos del lugar para quienes frecuentan este sitio por necesidad o porque disfrutan el estar entre las multitudes. Lo cierto es que la variedad de personas le dan al parque un sello particular. Para turistas y habitantes es un lugar que debe ser visto así sea por unos cuantos minutos, pues allí se da cita tanta gente que uno podría atreverse a decir que se puede estar cerca de una muestra muy representativa de gran parte de los habitantes de la ciudad.

Los aguacates de la esquina (Medellín, Colombia)

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En una esquina de la ciudad, frente a una de las estaciones del Metro, un pequeño mostrador seduce a los que pasan con la belleza de estos aguacates. A uno se le hace agua la boca pensando en el sabor que le espera cuando parta una de estas frutas maravillosas y de un bocado paladee su peculiar textura. Nada como este manjar para acompañar unos fríjoles con hogao o un mondongo o aunque sea un delicioso sancocho de cola. Y es que así sea sola esta fruta se ha ganado el derecho de aparecer como uno de los manjares principales en la mesa de cualquier casa de este país con su sabor discreto pero inconfundible.

Transformers (Medellín, Colombia)

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Unos hermosos hongos pasan desapercibidos mientras se dedican a transformar en un jardín cualquiera un tronco caído. La vida en esta ciudad como en cada rincón del planeta no se detiene, así los transeúntes que pasan por su lado no se den cuenta de la maravilla que sucede junto a sus pies.

Facultad de medicina de la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia)

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El tradicional edificio de la facultad de medicina de la Universidad de Antioquia donde han recibido formación médica tantos profesionales permanece inalterado frente al paso del tiempo. Profesionales como el doctor Antonio Ramírez uno de los mejores cirujanos en cardiología que por allá en los setenta hacía operaciones a corazón abierto y salvaba vidas de tantos enfermos de pacientes de enfermedades cardiovasculares se formaron en este edificio. Hombres que tal vez se asomaron a estas ventanas y contemplaron diariamente esta arquitectura sobria al llegar a recibir sus clases, donde otros profesionales se preocupaban por la formación de su compromiso con el conocimiento y con el ser humano.

Una Boca de dragón para el jardín (Medellín, Colombia)

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Hay flores que enamoran desde el primer momento que uno las ve. Eso pasa con esta Boca de dragón que además de combinar colores como el mejor de los coloristas del renacimiento y de la variedad de tonos que exhibe, tiene unas formas que evocan en su sencillez a las orquídeas y con su nombre transportan a quien las contempla al mundo de las fantasías. En esta ciudad se dan cita flores de todas las latitudes para confirmar su vocación de Eterna primavera y el amor que sus habitantes sienten por la belleza efímera de las plantas, alegrando así una realidad no siempre placentera pero que se ve enriquecida por tanta variedad de plantas en jardines y balcones.

El impacto de la repetición (Medellín, Colombia)

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Todos los diseñadores conocen el impacto que puede generar en el ojo humano la repetición de una forma sea ésta grande o pequeña, se encuentre sobre la superficie de una tela o se utilice para amoblar un espacio público. Esta imagen de una adecuación urbana que además es funcional se ve rota por alguien que pasa al fondo, pero ni eso, ni el reflejo de las palmas logra distraer la atención de esta hermosa repetición de amueblamiento urbano hecho de madera.

Panorama desde occidente

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Parado en algún lugar del occidente de la ciudad se puede ver esta panorámica que aunque impresiona no refleja toda la extensión de la ciudad. Es una imagen del valle, a la que le falta una gran parte de la urbe que se estira como una planta trepadora que busca donde asirse para encontrar asidero; aunque a veces se estira hacia las laderas donde lo agreste del terreno le impide medrar con verdadero éxito. Sin embargo, cuando uno la mira de lejos el impacto es el mismo, así la vea incompleta. Tal vez porque siempre impresiona el contraste entre los edificios y las montañas.

Jardín Botánico

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Cada año los libros y la lectura se vuelven tan seductores, que muchos estudiantes de la ciudad se dan cita en el jardín botánico para asistir a las diferentes actividades que en torno a ellos se realizan en este recinto. Pero no sólo son estudiantes los que visitan este lugar, también son todos aquellos que se han dejado seducir en su vida por los libros y que recorren stands con la mirada ávida, y el bolsillo dispuesto o no, para comprarse ese libro que los sorprende o que han buscado durante mucho tiempo y terminan llevándose para su biblioteca.

El Universo y su sombra (Medellín, Colombia)

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Una manera sencilla para acercarse al entendimiento de las dimensiones del Universo es representárselo como una esfera donde planetas y estrellas se distribuyen de manera más o menos regular. Pero todos sabemos, si hemos visto algún programa del Discovery Channel o las explicaciones de Carl Sagan en la famosa serie televisiva, que el Universo es mucho más complejo. Para la mente humana es difícil aproximarse a tales dimensiones, pero algo es algo. En esta imagen quizá es más importante la sombra sobre el agua donde la vida del planeta se refleja, anunciando que la posibilidad de encontrarla en otro lugar del espacio es posible. En conclusión en esta ciudad el Universo y sus enigmas están a muy poca distancia, al parecer, y tal vez sea esa una de las características que la hace tan misteriosa para algunos.

Torres fuera de tiempo (Medellín, Colombia)

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Una chimenea que nos remite a una novela de Charles Dickens combina perfectamente con una torre de iglesia que parece sacada de una novela de Víctor Hugo; y las dos parecen fuera de tiempo si se comparan con las modernas torres de apartamentos que se ven a lo lejos. Es que en esta ciudad se ajustan lo antiguo y lo moderno sin solución de continuidad. Tal vez el único elemento común sea el de las montañas que siempre aparecen en el paisaje. A unas imágenes del siglo XVIII le sirven de fondo otras de esta época como una película anacrónica donde hasta los vidrios de las ventanas engañan al ojo, haciéndole creer que copian, nítidamente, la torre de la iglesia, cuando en realidad lo único que hacen es dejar ver parte de las dos torres posteriores de la iglesia a través del reflejo en su superficie de unos edificios.

El reventar del color (Medellín, Colombia)

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En esta ciudad uno puede ser testigo, sin el acompañamiento de sonido alguno, de una explosión que le remueve los sentidos. Es como si pudiera  ver el nacimiento de una de esas galaxias que aparecen cada segundo en el universo y de las que sólo se percibe su brillo en cámara lenta.

Color en la calle (Medellín, Colombia)

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Contra el gris monótono del asfalto se destaca con fuerza el color de las frutas. Una pequeña parte del colorido del trópico se mueve incesantemente por las calles de la ciudad. Las características frutas del país acompañan a las clásicas manzanas verdes y rojas mientras la vendedora se dedica a comunicar sus intereses por un celular. Tal vez la hora no sea la más adecuada para vender y la falta de clientes le permita olvidarse un poco de la función a la que ha consagrado su carreta. Un círculo blanco (la manivela con la que dirige este pequeño medio de transporte tan común en la ciudad) parece señalar el único objeto no comestible de la superficie visible, como si quisiera aislarlo del placer que promete al paladar cada una de las frutas distribuidas, de manera sabia, para que su combinación resulte más atractiva y seductora a los ojos de los posibles consumidores.

Un palacio en el Centro (Medellín, Colombia)

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Entre las construcciones funcionales del comercio popular del Centro se destaca la figura sobria y clásica del Palacio Nacional, construido por un belga que vino a cambiar la arquitectura de una pequeña ciudad a principios del siglo XX. Este edificio dedicado al comercio intensivo en la actualidad, cambio la vocación administrativa para el que fue diseñado, por la venta intensiva de mercancías. Repleto de almacenes da cabido diariamente a miles de compradores que encuentran allí satisfacción a sus necesidades.

Piñatas o sombreros (Medellín, Colombia)

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En primer lugar seduce el color y luego surge la pregunta: ¿Serán sombreros de fiesta? Luego aparece la duda: podrían ser piñatas llenas de sorpresas para colgar en una fiesta infantil o de adultos, no importa. En todo caso un colorido tal se relaciona con la alegría de las celebraciones. No nos concierne definir el destino, sólo queda disfrutar de la composición e imaginar, en todo caso, la bulla que los acompañará.

Almácigas ambulantes (Medellín, Colombia)

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En cualquier calle de la ciudad estaban estas almácigas transportadas sin mayores cuidados. No sabemos que plantas crecerán: tal vez sean matas ornamentales o medicinales o tal vez grandes árboles. Lo cierto es que en un mundo donde los árboles y la naturaleza siempre están en desventaja es satisfactorio adivinar un futuro para el planeta plasmado en la promesa que ofrecen estas pequeñas plantas.

De fantasía (Medellín, Colombia)

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No es extraño encontrarse en medio de una calle o en una esquina de esta ciudad personajes tan particulares como éstos, cuyas cabezas uno ubica inmediatamente en el orden de lo fantástico. Se aparecen, de repente, en nuestro campo visual destacando por sobre todo y de inmediato, que la imaginación puede exteriorizarse de cualquier manera.

Tienda de antigüedades (Medellín Colombia)

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Un lugar especializado en viejos objetos metálicos, aunque como sucede casi siempre el énfasis en determinado material se ve reforzado por otros en mínima cantidad, en este caso los dos caracoles y el filtro de porcelana entre otras chucherías. Inicialmente podría creerse que es la puerta de entrada a un almacén profundo donde uno esperaría que los miles de objetos allí guardados incitaran al visitante a imaginarse un mundo pasado y del que le gustaría formar parte, aunque fuera solamente por la posesión de uno de ellos. Pero en realidad se trata de un puesto callejero donde se ha logrado crear esa atmósfera especial de los lugares donde se venden objetos antiguos o viejos; reforzando el deseo que tiene mucha gente de regresar en el tiempo.

Sin aspavientos (Medellín, Colombia)

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Así como florece la violeta, calladamente y sin aspavientos, hemos ido posicionando este blog donde se han publicado las fotografías que reflejan la realidad de la ciudad que habitamos. Desde la gran arquitectura, hasta las pequeñas escenas de la naturaleza que se abren paso por entre el paisaje urbano de la ciudad, hemos dado cuenta de nuestra particular visión de este lugar que es nuestro espacio. Que la belleza de la violeta nos acompañe y nos apoye en la búsqueda de las imágenes que hacen de esta ciudad un lugar tan sui géneris en el planeta.

Un paisaje japonés en la ciudad (Medellín, Colombia)

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En la pasada versión de la Exposición Orquídeas, pájaros y flores del Jardín Botánico en la ciudad, era posible encontrarse con esta imagen que le hace pensar al observador en uno de esos paisajes invernales que se dan en el Japón. Elaborado con diferentes materiales y con las hortensias como elemento principal, recuerda la película Los sueños de Akira Kurosawa.

Bananos (Medellín, Colombia)

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Lo que queda de este racimo de bananos, nos recuerda el sabor delicioso de esta fruta. No sé si tenga relación con la suavidad que promete el amarillo intenso de su corteza. Las manchas que se ven en ella, para quien los han probado, están relacionadas con el alto grado de dulzura que halagará el paladar de quien los coma. Según el tamaño, parece que estos son criollos, como llamamos por aquí a los que no son cultivados en grandes plantaciones.

Hilando coco (Medellín, Colombia)

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El coco es uno de esos frutos que parece nunca acabar de ofrecer posibilidades a la creatividad humana. Además del delicioso interior sirve además para utilizar su dura piel para hacer muebles y la fibra que lo cubre se utiliza en este caso para ser hilada y elaborar recipientes de diversa índole.

Reflejos (Medellín, Colombia)

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No son fotografías gigantes, son el producto de la transparencia de unos telones inmensos que dan la impresión, a primera vista, de imágenes plasmadas en grandes superficies. Lo que se ve corresponde en realidad a los árboles que rodean este espacio del Jardín Botánico de la ciudad.

Declaración (Medellín, Colombia)

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Sobra decirles que esta ciudad me encanta. Así que le cedo la palabra a este globo, que lo dice con gran elocuencia.

Arquitectura apacible (Medellín, Colombia)

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Este edificio que ha mirado la calle Ayacucho durante décadas, marcó durante mucho tiempo el tono arquitectónico del sector. Ahora es una construcción más entre la profusión de estilos que caracteriza las ciudades latinoamericanas. Sin embargo sigue siendo un rincón apacible donde el tiempo se ralentiza.

Una aguja (Medellín, Colombia)

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Un hermoso objeto arquitectónico se eleva al cielo, facilitándole la labor a quien tenga que encontrar una aguja en la ciudad. Desde muchos lugares de la ciudad se puede ver esta iglesia. Durante décadas ha observado la ciudad desde las alturas de la calle Ayacucho, sirviendo además de punto de referencia a todos los que quieran visitar uno de los barrios más tradicionales de la ciudad. Sólo basta subir la leve pendiente que desde El Centro conduce a Buenos Aires.

Un lugar en El Centro (Medellín, Colombia)

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Hay puntos de la ciudad que tienen una atmósfera tan especial que uno podría llamar mágica, pero es una magia que no emana de la gente sino de las construcciones y de los árboles de los alrededores. Siempre que uno pasa por El Palo con La Playa siente la compañía de la naturaleza, aunque esté en medio del caos que la gente ha hecho del centro de esta ciudad. Es como si los árboles que le dan sombra a este lugar del centro crearan en torno a él una pequeña área de tranquilidad, aunque tan imperceptible que la mayoría de la gente no se da cuenta.

La isla de las sillas (Medellín, Colombia)

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Independientemente del grado de estética que pueda tener esta presentación de flores en una exposición, es de tener en cuenta la fantasía que despiertan las flores en las personas que trabajan con ellas. Lo importante en este caso era resaltar la belleza de las flores y sus colores. Y el decorador recurrió al expediente de poner a su alrededor más color matizado con algunas corrientes de agua. De todas maneras logró su cometido, la gente se detenía frente a este cuadro para admirar, como siempre, las flores. Y tal vez las sillas.

Una belleza diminuta (Medellín, Colombia)

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Con un nombre tan sonoro como Solanum nigrum, esta planta diminuta evoca los nombres utilizados por los antiguos médicos romanos para bautizar las plantas con las que curaban a sus pacientes. Pero en Colombia se la conoce como Yerba mora, esa pequeña planta que crece por ahí en los barrancos floreciendo permanentemente mientras la dejen medrar. Dicen los que saben que esta planta tiene muchas propiedades curativas aunque sus frutos pueden llegar a ser altamente tóxicos. Son tan pequeñitas sus flores blancas que apenas se ven por el efecto que produce el conjunto contra el verde intenso de las hojas.

A destiempo (Medellín, Colombia)

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A veces uno mira por entre los edificios y ve como los volúmenes y los colores de la ciudad se superponen formando composiciones novedosas que casi nunca se ven cuando se mira el conjunto. Sin embargo la belleza está ahí, en esa combinación de arquitectura y naturaleza que vuelve intemporal una ciudad. Como lo demuestran los relojes de la torre pues cada uno, a su aire, marca un tiempo distinto.

Las montañas inconquistables (Medellín, Colombia)

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Estas montañas que se ven tan cercanas están verdaderamente lejos, se nota por la difusa imagen que la neblina o la contaminación les da. Sin embargo la ciudad parece acercarse con decisión a ellas, pero pese al asedio constante que ejerce sobre las montañas que la rodean hay lugares que afortunadamente nunca podrá conquistar. Son tan escarpadas sus superficies que estas montañas pueden estar tranquilas, los bosques que las cubren seguirán allí por muchos siglos. La única fuerza capaz de cambiar su apariencia sería la de un terremoto. Los habitantes de esta ciudad deberían estar agradecidos de la protección que dan estas montañas tan altas y tan inaccesibles; así la vegetación no corre peligro de ser asaltada por las urbanizaciones o las invasiones, que para el caso es lo mismo.

Musgo (Medellín, Colombia)

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Aunque los científicos lo llamen bryophyta yo me quedo con la entrañable palabra que siempre conocí: musgo, esa palabra que siempre evoca en mi las largas caminadas hasta los bosques que rodeaban la ciudad, mucho más cercanos que ahora. Salíamos a principios de diciembre en grupos hasta de veinte con ollas y todos los aperos necesarios para hacer el almuerzo a orillas de alguna quebrada de agua fría. El motivo: recoger el musgo que le íbamos a poner a los pesebres. Era uno de los elementos más importantes de esa pequeña representación que armábamos cada año en las salas de las casas, tal vez porque nos transmitía una sensación de frescura cada vez que nos acercábamos a admirar el pesebre o a rezar la novena. Ahora gracias a la fotografía puede apreciarse en detalle la belleza de esta planta diminuta que nunca desaparece de los jardines y que se aprovecha de unas cuantas lluvias para reverdecer.

La importancia de los colores neutros (Medellín, Colombia)

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No siempre el interés visual que despiertan los lugares de una ciudad depende de las personas o las plantas o los animales… o de la vida en general. También en los objetos inanimados se pueden encontrar imágenes de gran interés. En esta distribución de objetos la composición de los volúmenes da como resultado una imagen con gran fuerza, a pesar de los colores neutros que predominan en la fotografía. Las columnas que constituyen el fondo, enfatizan la soledad evocada por los muebles vacíos, además de reforzar el diseño sobrio de la mesa y las sillas.

Una cena en el jardín (Medellín, Colombia)

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A plena tarde y después de uno de esos aguaceros que suelen caer en esta ciudad, una araña de jardín se dedica meticulosamente a preparar su cena. En su telaraña ya cayeron otros insectos, pero son tan pequeños que ella prefirió ignorarlos e ir directamente por el plato principal: algún escarabajo despistado. Estas escenas, protagonizadas por los seres diminutos que habitan la ciudad con tanto derecho como las personas, deben repetirse cada día millones de veces en los jardines y parques de la ciudad sin que apenas nos enteremos.

Primer plano (Medellín, Colombia)

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A primera vista parece como si el amarillo dominara todos los colores de la naturaleza en la ciudad, son tantos los lirios que bordean las avenidas, que colorean los parques. Y sin embargo a pesar de la cantidad, la vista no se cansa de ver ese tono que alcanzan estas flores cuando se abren plenamente. Cuando uno observa una flor de estas tan de cerca como la de la fotografía, se puede, con un poco de imaginación, oír el zumbido de la abeja de rigor que viene a impregnarse las patas de polen, tan dorado como sus alas.

Nenúfares (Medellín, Colombia)

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Con sus raíces afincadas fuertemente en el fondo del lago flotan despreocupadamente los nenúfares. Nada les perturba, ni los insectos que los sobrevuelan, ni las ranas que se detienen en la superficie de sus hojas para calentar su sangre fría. Y nada en su aspecto tranquilo y apaciguador, aunque sea esa su función, hace sospechar que esta flor haya tenido su origen en la muerte trágica de una ninfa.

Donde nacen las nubes (Medellín, Colombia)

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De estos bosques que todavía cubren algunas laderas cercanas a la ciudad se desprenden, cuando la humedad es la adecuada, algunas nubes: que pueden llegar a convertirse en nubarrones deshechos por el viento o las famosas nimbus que crecen hasta convertirse en nubes de tormenta. Estos verdes, combinados con el gris del cielo, recuerdan esas postales que los pocos viajeros que visitaron estas tierras en épocas lejanas, pintaban como prueba de haber estado en lugares tan inhóspitos. Ahora esos lugares inhóspitos están a unos cuantos minutos de la ciudad y sin embargo siguen evocando la tranquilidad de la naturaleza.

Un soplo de aire nuevo (Medellín, Colombia)

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La imagen de una ciudad vacía es para quienes viven en ella un soplo de aire nuevo. Aunque la imagen de las multitudes y el tránsito caótico e imposible de todos los días permanece en la retina siempre. Pero ese día hasta la limpidez del cielo y la nitidez del aire contribuyeron para ver el paisaje urbano con total claridad. Así es esta ciudad, siempre sorprendente para los que viven en ella y la saben mirar o para aquellos que deciden pasar unos días entre sus montañas.

Lluvia de flores (Medellín, Colombia)

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Cualquiera que haya pasado por las calles de esta ciudad estará de acuerdo en que no sería extraño ver caer en ellas una lluvia de flores. Son tantas las variedades y aparecen en tal cantidad que sólo falta que caigan del cielo. Pero esta fotografía no fue tomada en una lluvia: son guirnaldas con las que se adornó un sector del Jardín botánico en uno de esos eventos donde la naturaleza es la protagonista. Cuando se juntan en un solo lugar tantas especies de plantas florales parece como si los ojos se fueran a enfermar de sobre estimulación. Los colores y las formas se conjugan para asombrar a los visitantes y unas guirnaldas de flores llegan a parecer gotas de lluvia.

Los cantos del camino (Medellín, Colombia)

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Las piedras de este camino, cuya forma ha sido afectada durante siglos por el agua, cantan suavemente cuando se las pisa, recordando con un susurro los lechos de ríos y torrentes donde el paso del agua las hacía entrechocar unas contra otras. Ahora lejos del agua, como parte de una estrecha vía entre la maleza, estos cantos evocan misteriosamente con su sonido los arroyos, ríos y corrientes de donde fueron sacados.