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Mostrando entradas de febrero, 2012

Una aguja (Medellín, Colombia)

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Un hermoso objeto arquitectónico se eleva al cielo, facilitándole la labor a quien tenga que encontrar una aguja en la ciudad. Desde muchos lugares de la ciudad se puede ver esta iglesia. Durante décadas ha observado la ciudad desde las alturas de la calle Ayacucho, sirviendo además de punto de referencia a todos los que quieran visitar uno de los barrios más tradicionales de la ciudad. Sólo basta subir la leve pendiente que desde El Centro conduce a Buenos Aires.

Un lugar en El Centro (Medellín, Colombia)

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Hay puntos de la ciudad que tienen una atmósfera tan especial que uno podría llamar mágica, pero es una magia que no emana de la gente sino de las construcciones y de los árboles de los alrededores. Siempre que uno pasa por El Palo con La Playa siente la compañía de la naturaleza, aunque esté en medio del caos que la gente ha hecho del centro de esta ciudad. Es como si los árboles que le dan sombra a este lugar del centro crearan en torno a él una pequeña área de tranquilidad, aunque tan imperceptible que la mayoría de la gente no se da cuenta.

La isla de las sillas (Medellín, Colombia)

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Independientemente del grado de estética que pueda tener esta presentación de flores en una exposición, es de tener en cuenta la fantasía que despiertan las flores en las personas que trabajan con ellas. Lo importante en este caso era resaltar la belleza de las flores y sus colores. Y el decorador recurrió al expediente de poner a su alrededor más color matizado con algunas corrientes de agua. De todas maneras logró su cometido, la gente se detenía frente a este cuadro para admirar, como siempre, las flores. Y tal vez las sillas.

Una belleza diminuta (Medellín, Colombia)

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Con un nombre tan sonoro como Solanum nigrum, esta planta diminuta evoca los nombres utilizados por los antiguos médicos romanos para bautizar las plantas con las que curaban a sus pacientes. Pero en Colombia se la conoce como Yerba mora, esa pequeña planta que crece por ahí en los barrancos floreciendo permanentemente mientras la dejen medrar. Dicen los que saben que esta planta tiene muchas propiedades curativas aunque sus frutos pueden llegar a ser altamente tóxicos. Son tan pequeñitas sus flores blancas que apenas se ven por el efecto que produce el conjunto contra el verde intenso de las hojas.

A destiempo (Medellín, Colombia)

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A veces uno mira por entre los edificios y ve como los volúmenes y los colores de la ciudad se superponen formando composiciones novedosas que casi nunca se ven cuando se mira el conjunto. Sin embargo la belleza está ahí, en esa combinación de arquitectura y naturaleza que vuelve intemporal una ciudad. Como lo demuestran los relojes de la torre pues cada uno, a su aire, marca un tiempo distinto.

Las montañas inconquistables (Medellín, Colombia)

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Estas montañas que se ven tan cercanas están verdaderamente lejos, se nota por la difusa imagen que la neblina o la contaminación les da. Sin embargo la ciudad parece acercarse con decisión a ellas, pero pese al asedio constante que ejerce sobre las montañas que la rodean hay lugares que afortunadamente nunca podrá conquistar. Son tan escarpadas sus superficies que estas montañas pueden estar tranquilas, los bosques que las cubren seguirán allí por muchos siglos. La única fuerza capaz de cambiar su apariencia sería la de un terremoto. Los habitantes de esta ciudad deberían estar agradecidos de la protección que dan estas montañas tan altas y tan inaccesibles; así la vegetación no corre peligro de ser asaltada por las urbanizaciones o las invasiones, que para el caso es lo mismo.

Musgo (Medellín, Colombia)

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Aunque los científicos lo llamen bryophyta yo me quedo con la entrañable palabra que siempre conocí: musgo, esa palabra que siempre evoca en mi las largas caminadas hasta los bosques que rodeaban la ciudad, mucho más cercanos que ahora. Salíamos a principios de diciembre en grupos hasta de veinte con ollas y todos los aperos necesarios para hacer el almuerzo a orillas de alguna quebrada de agua fría. El motivo: recoger el musgo que le íbamos a poner a los pesebres. Era uno de los elementos más importantes de esa pequeña representación que armábamos cada año en las salas de las casas, tal vez porque nos transmitía una sensación de frescura cada vez que nos acercábamos a admirar el pesebre o a rezar la novena. Ahora gracias a la fotografía puede apreciarse en detalle la belleza de esta planta diminuta que nunca desaparece de los jardines y que se aprovecha de unas cuantas lluvias para reverdecer.

La importancia de los colores neutros (Medellín, Colombia)

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No siempre el interés visual que despiertan los lugares de una ciudad depende de las personas o las plantas o los animales… o de la vida en general. También en los objetos inanimados se pueden encontrar imágenes de gran interés. En esta distribución de objetos la composición de los volúmenes da como resultado una imagen con gran fuerza, a pesar de los colores neutros que predominan en la fotografía. Las columnas que constituyen el fondo, enfatizan la soledad evocada por los muebles vacíos, además de reforzar el diseño sobrio de la mesa y las sillas.

Una cena en el jardín (Medellín, Colombia)

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A plena tarde y después de uno de esos aguaceros que suelen caer en esta ciudad, una araña de jardín se dedica meticulosamente a preparar su cena. En su telaraña ya cayeron otros insectos, pero son tan pequeños que ella prefirió ignorarlos e ir directamente por el plato principal: algún escarabajo despistado. Estas escenas, protagonizadas por los seres diminutos que habitan la ciudad con tanto derecho como las personas, deben repetirse cada día millones de veces en los jardines y parques de la ciudad sin que apenas nos enteremos.