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Mostrando entradas de mayo, 2013

La seducción de las orquídeas (Medellín, Colombia)

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Las orquídeas esas creaciones tropicales por excelencia, siempre atraen con los colores, con la manera como combinan sus tonos, pero sobre todo con ese toque exótico que la naturaleza le imprime a las formas que adoptan para seducirse entre ellas y a sus polinizadores, así como a nosotros sus más fervientes admiradores. Aunque el reino vegetal siempre se supera a sí mismo en la manera que tiene para sorprender con las flores, las orquídeas están en primer plano en cuanto a belleza y extravagancia (en el mejor sentido del término).

Un tótem rojo (Medellín, Colombia)

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En una pequeña glorieta se levanta una escultura que llama la atención por el color rojo intenso de su superficie pero sobre todo por la forma que recuerda de manera extraña e incomprensible a los tótems precolombinos; e sos tótems que se dirigían hacia el cielo invocando quién sabe a cuáles dioses. Esta escultura quizá no tenga la finalidad de apaciguar o exaltar deidades, pero lo que si logra es tranquilizar el espíritu como tantas creaciones humanas que con su forma modular no perturban la mente de quienes las miran con detenimiento.

Una palmera entre dientes prehistóricos (Medellín, Colombia)

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Para una persona sin imaginación o simplemente desprevenida, las formas grises y amenazadoras de donde parece surgir esta palmera podrían ser sólo una escultura moderna, es decir el producto de la creación de un artista. Pero para otros, para los que se asombran con los objetos inesperados que se encuentran en las calles de esta ciudad podrían ser los dientes de algún animal prehistórico y descomunal que fueron surgiendo, sin que la gente se diera cuenta, del lugar donde descansaron durante millones de años. O por qué no los últimos vestigios de las fauces gigantescas de un tiburón varado en una antigua playa. De todas manera la composición que forman esas figuras inanimadas y grises con las hojas de la palmera no deja de ser impactante, así sea una simple cooperación entre las creaciones humanas y la naturaleza.

La mesura de la historia (Medellín, Colombia)

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Uno de esos edificios cuya arquitectura no necesita grandes decoraciones para resaltar entre las innumerables edificaciones de este sector se levanta en una de las esquinas más conocidas y frecuentadas de la ciudad (Avenida Oriental con la calle Colombia). Sin embargo su construcción sencilla lo destaca y le imprime a esta zona una atmósfera mesurada y tranquila, atmósfera que de manera continua e imparable ha ido perdiendo El Centro por cuenta del tráfico, las multitudes y los vendedores ambulantes que invaden los andenes. Desde la piedra de la fachada hasta la línea sobria de ventanas y balcones le dan a este edificio un aire de otro tiempo, como si a su alrededor se hubiese detenido un poco la historia de la ciudad. La mirada se posa tranquila en su superficie y le hace meditar a quien observa sin afanes, en esos barrios europeos donde los edificios guardan tantos relatos de amores y pasiones que tal vez no lleguen a conocerse jamás.

Corazón de maíz (Medellín, Antioquia)

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El maíz que está en la base de tantas civilizaciones americanas aparece en este plato, y en primer plano, para seducir con su color y forma el ojo del comensal. En segundos nos evoca a algunos Hombres de maíz la novela del poco recordado por estos días nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias,  centrada en el conflicto que enfrenta a dos clases de hombres: los que consideran el maíz como un alimento sagrado y, por ende, hacen un uso racional de él, contra los que lo ven simplemente como una mercancía, un producto comercial. Una obra que mediante un lenguaje surrealista se adentra en las tradiciones orales y ancestrales de los pueblos indígenas centroamericanos, incluyendo mitos, leyendas, poemas y canciones. Pero también nos recuerda el extenso poema Memoria sobre el cultivo del maíz del año 1866 escrito en “antioqueño” como lo dijera el gran autor, tan cercano a la tierra y a nuestro acervo cultural: Gregorio Gutiérrez González, quien con un lenguaje realista y directo descri

A bailar porro se dijo (Medellín, Colombia)

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El porro (palabra que en Colombia evoca, afortunadamente, la alegría que proporciona el ritmo y el movimiento del baile) es una música de toda la vida en este país y sirve de inspiración a mucha gente para entregarse a una de las actividades más placenteras del ser humano: el baile. Este estilo de baile que siempre se asocia con la fiesta colombiana desde el siglo pasado, es interpretado con gracia y soltura por esta pareja que a juzgar por su sincronización y elegancia le dejan en claro al observador que no es la primera vez que se entregan al placer del cuerpo y el espíritu que da esta música. Absolutamente concentrados en el sonido de las gaitas, los clarinetes y los tambores se alejan del exterior y se entregan a su mundo personal.

Anturios "on the rocks" (Medellín, Colombia)

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El rojo intenso de los anturios (Anthurium andreanum) se destaca al fondo de las que parecen columnas talladas en hielo. El agua que refresca la vista en esta imagen se ha congelado para agregar dramatismo a la belleza de las flores. En esta ciudad el color de las flores aparece por todas partes, solo o combinado con los tonos verdes de las hojas o con el blanco translúcido del agua que todavía, en esta ciudad, se puede utilizar como un elemento más de la decoración en los lugares públicos.