Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2014

La luz y las columnas (Medellín, Colombia)

Imagen
Según se dice esta serie de columnas son todas ellas un monumento a la luz. Es posible que algunos habitantes de la ciudad y hasta algunos visitantes las hayan visto iluminadas, pero es uno de esos fenómenos tan raros que sólo se dan en ocasiones muy señaladas, tanto que pueden pasar años sin que se le pueda contemplar. Sin embargo no se puede negar que este conjunto de pilastras tiene un diseño que sino impacta como lo hacen los templos de la Grecia clásica o de la cultura Maya, al menos le recuerda a uno esos santuarios que se veían en las clases de historia del arte o en las películas históricas o de intriga filmadas en las islas griegas o en Egipto. Tal vez algún día los habitantes de esta ciudad podamos ver por fin cual fue el concepto rector de esta famosa plaza de la luz, famosa porque la luz que la baña siempre la ha puesto el sol y el cielo traslucido del Valle, independientemente del número de postes que traten de obstruirla.

Soledad en el claustro (Medellín, Colombia)

Imagen
A unos cuantos metros de las congestiones que se producen en la calles Ayacucho y Pichincha o en la carrera Girardot, el visitante despreocupado puede encontrarse con un lugar tan apacible como éste y sentirse transportado de inmediato a un ambiente similar al de los monasterios donde la meditación y la tranquilidad dan la pauta para medir el tiempo. La gente que pasa por los corredores aledaños, no mira siquiera este rincón; van tan inmersos pensando en todas esas gestiones institucionales que les impone la vida citadina, que apenas si reconocen el camino por donde se desplazan. Pero entre todos los atractivos que tiene la ciudad este es uno de los que vale la pena visitar, para entregarse a la lectura, la meditación o para tener una buena conversación sin la amenaza omnipresente del ruido.

Tranvía municipal de Medellín (Medellín, Colombia)

Imagen
El tranvía, un medio de transporte que pertenece a una época más sosegada que la actual, permanece todavía en la memoria de muchos habitantes de la ciudad y s erá revivido próximamente para proporcionar el mismo servicio que prestó hace décadas por las estrechas calles de la ciudad. Vuelve el tranvía, pero todavía no sabemos si su aspecto será tan nostálgico como éste o su diseño estará más acorde con los tiempos que corren. Lo cierto es que esta hermosa réplica permanecerá, por estos días, en algunas estaciones del Metro para realizar una labor pedagógica entre los habitantes de la ciudad.

Un curioso pocillo de café (Medellín, Colombia)

Imagen
Tomar café en Colombia no tiene nada de exótico; tal vez al visitante le llame la atención la manera como se sirve en la mayoría de locales públicos. Es raro que esta bebida tan importante para la economía del país y de la ciudad y que además ha marcado la idiosincrasia de esta región se sirva en pequeños e insulsos recipientes desechables y no en pocillos de loza o porcelana. Pero lo que falta en calidad se compensa en algunos casos con la creatividad. Cada cierto tiempo aparece un nuevo diseño donde se priorizan los colores o la forma. Y así a medida que mejora el café que se consume en la ciudad (aunque lentamente), los lugares donde se vende “tinto” tratan de competir también con los recipientes donde los sirven. Pero siempre queda la nostalgia por los tradicionales pocillos de loza donde el café parece saber mejor.

Las frutas de la esquina (Medellín, Colombia)

Imagen
Esos años cuando las frutas se cogían directamente de los árboles que crecían en los solares de las casas ya se están borrando de la memoria colectiva. Hoy, la relación cotidiana con el color de estos productos de la tierra es a través de las bolsas de plástico exhibidas en los puestos de cualquier esquina de la ciudad. No importa si el día es gris o soleado, estos lugares tan representativos de las ciudades colombianas atraen al transeúnte con su colorido y con la promesa del sabor de tantas frutas tropicales como se consiguen por estos pagos. Es posible que todavía ronde la nostalgia de las frutas en su estado natural, pero ya los que pasan de prisa por las calles tienen que satisfacer su deseo con las porciones que están a la venta. La falta de tiempo, una situación inherente al estilo de vida citadino, hace que ya ni siquiera se eche de menos el placer de hincar los dientes en una fruta recién cogida.