Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como árbol

Otoño en El Centro (Medellín, Colombia)

Imagen
A esta ciudad el clima del que goza le ha valido el nombre de “la ciudad de la eterna primavera”, sin embargo hay momentos en que aquellos que conocen de estaciones, llegan a pensar que ha llegado también el otoño a estos parajes: algunos árboles nos dan esa impresión cuando deciden, por algún arcano designio, despojarse de sus hojas para renovarse. Siempre que se ven estos árboles en su proceso de rejuvenecimiento no dejan de causar impacto en los observadores, acostumbrados ya a la frondosidad y la exuberancia de la naturaleza de este valle, a pesar de los atropellos que un urbanismo mal entendido le causan constantemente a la ciudad.

Bárbol en la ciudad (Medellín, Colombia)

Imagen
Leyendo el Señor de los anillos de Tolkien se entera uno de la existencia de los pastores de árboles, que tienen la habilidad de moverse, muy lentamente, para proteger los bosques; aunque permanecen invisibles para los humanos que aciertan a pasar por los lugares que habitan. Estos personajes se han inspirados al parecer en los árboles que hablan, presentes en las tradiciones orales de muchos lugares del mundo. Pero en esta ciudad donde todo puede pasar, es posible encontrarse con un “ent”, que podría ser Bárbol el personaje más importante del bosque de Fangorn, recorriendo la ciudad para ubicar los lugares donde sus protegidos estarían más a salvo de las talas indiscriminadas que azotan este país. O podría ser simplemente un actor encarnando el papel de una criatura mitad vegetal mitad humano para animar unas fiestas que, aunque consagradas a las flores, están íntimamente relacionadas con el verdor que caracteriza estas montañas.

Un árbol florecido (Medellín, Colombia)

Imagen
En esta ciudad las flores se han convertido, desde hace mucho, en su carta de presentación entre otras características. Por eso a nadie le extraña encontrarse una exposición de bonsáis incluida en todos los eventos que se hacen con motivo de la Feria de las Flores. La técnica del bonsái originaria de China (donde simbolizaba para los monjes taoístas la eternidad, así como un puente entre el cielo y la tierra) ha recalado en este valle perdido entre montañas como en tantos otros lugares del planeta. Independientemente de que se compartan o no este tipo de aficiones, donde se deforma la naturaleza para beneficio de los seres humanos, no se puede dejar de apreciar la belleza de un árbol diminuto completamente florecido.

Como libélulas (Medellín, Colombia)

Imagen
Las calles y avenidas de esta ciudad, sobre todo las de los viejos barrios como Prado, en el centro oriente, están sombreadas por árboles de diferentes especies, entre los que destaca el carbonero, que ha acompañado los paseos de los medellinenses desde los inicios de la vida en esta Villa. Rara vez se tiene la oportunidad de ver la copa de estos árboles desde otra perspectiva que no sea la del transeúnte y es por eso que se convierte en toda una sorpresa ver la cantidad de vainas que producen y como resaltan contra el verde oscuro del follaje. En un primer momento uno hasta se confunde y cree que son libélulas.

El movimiento de las estatuas (Medellín, Colombia)

Imagen
Desde siempre el sueño de todos los escultores, y hasta de quienes han contemplado estatuas durante milenios ha sido ver cómo éstas cobran vida. Esas imágenes de dioses dando un paso al frente en el Antiguo Egipto dan cuenta de la primera puesta en escena de la ilusión del movimiento, pasando por infinidad de creaciones hasta llegar al mito de Pigmalión y Galatea donde se narra como una estatua, imagen de la mujer perfecta, se convierte en un ser vivo. Pero no sólo las estatuas pueden moverse ayudadas por el mito, los árboles también lo hacen, como en este caso donde la escultura de La Vida parece haberse estirado lo suficiente para unirse a las ramas de un árbol que desde que fue testigo de la proyección de la piedra hacia el cielo quiso tocarla.

Árboles, edificios y montañas (Medellín, Colombia)

Imagen
Mientras la luz trata, sin conseguirlo, de deshacer las montañas que enmarcan este valle los árboles le dan sombra a las calles de un sector de la ciudad. La cordillera parece a punto de desaparecer como si fuera parte de un espejismo anclado en nuestra mirada sólo por la silueta de los edificios. Y el verde de la vegetación recorta a contraluz un paisaje de ciudad del futuro donde la naturaleza se presenta en primer plano.

Desde 1874 (Medellín, Colombia)

Imagen
El aspecto del edificio de la Compañía Colombiana de Seguros que se levanta sobre la carrera Carabobo no hace dudar al observador acerca de las posibles actividades que se realizan en su interior, o que se realizaban en otros tiempos -quizá la dicha Compañía funcione ya en una de esas torres de cristal sin identidad que se han ido construyendo en la ciudad- cuando este sector era parte importante de toda la actividad financiera paisa. Hasta las palomas que parecen habitar el árbol al lado de este edificio dan la impresión de estar allí desde 1874, el año de la fundación de la empresa, afirmando su solidez tanto arquitectónica como empresarial; aunque la construcción del edificio no se remonte hasta el siglo XIX. Es otro de esos inmuebles de El Centro que mantienen con su silueta imperturbable algo de la ciudad de siempre.

Entre los árboles (Medellín, Colombia)

Imagen
A veces uno mira la ciudad desde un lugar nuevo y siente como si por fin estuviera despidiéndose de ella. O como si regresara de un viaje muy largo y los sentimientos que le ha imbuido durante el tiempo que la ha habitado se vigorizaran con una fuerza demoledora al parecer. De todas formas es inevitable que la ciudad donde se ha pasado la mayor parte de la vida marque nuestra existencia, y se sienta como un vuelco, o un tropiezo en el paso inquieto del corazón cuando se la ve desde un ángulo diferente, novedoso.

La textura del cielo (Medellín, Colombia)

Imagen
Mirar hacia arriba en algunos lugares de la ciudad, sobre todo en esas calles bordeadas por viejos árboles, es ver el espacio con una textura contraria a lo impalpable del aire. Y es que esos árboles retorcidos se pegan al azul del firmamento con una tenacidad tan real que le dan a éste, a primera vista, una calidad que el observador cree poder sentir la rugosidad de los troncos convertidos en cielo.

Por el camino verde (Medellín, Colombia)

Imagen
En la literatura y en el cine, incluso en la fotografía los árboles se han identificado con el proceso de crecimiento por el que pasan todos los seres vivos. Pero también, si le creemos a la famosa canción podría decirse que un árbol es un camino que representa para muchos la ruta que nos lleva al lugar de los recuerdos, y tal vez por eso para muchos la imagen del musgo que cubre los troncos sea un motivo para sumergirse en la memoria. Por la superficie de los árboles pasan, durante su existencia, infinidad de pequeñas criaturas para las que tal vez la capa vegetal que crece en sus troncos sea también un camino hacia el recuerdo o hacia el crecimiento.

Como una pintura de un ministro chino (Medellín, Colombia)

Imagen
Una fotografía que evoca una de esas pinturas que aparecen en los biombos chinos, copias a su vez de los ejercicios pictóricos a los que debían dedicarse los ministros del imperio para demostrar su capacidad de gobernar. Es como si en cualquier lugar del mundo pudieran verse imágenes que han despertado la sensibilidad del ser humano frente al espectáculo que ofrece diariamente la naturaleza. En medio de la ciudad un guayacán florece y contrasta la profusión de flores con el verde intenso de las hojas que todavía no han caído para dar paso al amarillo absoluto de la florecida.

El reflejo de la tranquilidad (Medellín, Colombia)

Imagen
En esta pequeña plaza una fuente refresca y acompaña el hermoso árbol cuyo reflejo devuelven los vidrios de los edificios. Sitios como éste son los que deben ver los que visitan esta urbe y se van con la idea de una ciudad amable con las personas que la habitan. Todo lo contrario con el caos de El Centro donde el espacio público ha sido invadido por la ansiedad y el miedo, un espacio del que no hablan las administraciones públicas cuando citan esta ciudad como ejemplo para el mundo, de la transformación en los últimos años, del urbanismo en favor de los ciudadanos.

El aire de la mañana (Medellín, Colombia)

Imagen
Hay en la ciudad lugares como este donde el color verde de los árboles da un toque de tranquilidad. Se congratula uno al percibir que todavía las mañanas pueden transmitir ese aire apacible de la luz, cuando el sol ya hace rato que salió a calentar la atmósfera sin alcanzar a volver pesado el ambiente citadino. Los árboles se extienden creando manchas de sombra y el cielo azul se ve alterado sólo por la huella que dejó un avión en su viaje a lo desconocido.

Reflejos (Medellín, Colombia)

Imagen
No son fotografías gigantes, son el producto de la transparencia de unos telones inmensos que dan la impresión, a primera vista, de imágenes plasmadas en grandes superficies. Lo que se ve corresponde en realidad a los árboles que rodean este espacio del Jardín Botánico de la ciudad.

Un lugar en El Centro (Medellín, Colombia)

Imagen
Hay puntos de la ciudad que tienen una atmósfera tan especial que uno podría llamar mágica, pero es una magia que no emana de la gente sino de las construcciones y de los árboles de los alrededores. Siempre que uno pasa por El Palo con La Playa siente la compañía de la naturaleza, aunque esté en medio del caos que la gente ha hecho del centro de esta ciudad. Es como si los árboles que le dan sombra a este lugar del centro crearan en torno a él una pequeña área de tranquilidad, aunque tan imperceptible que la mayoría de la gente no se da cuenta.

A destiempo (Medellín, Colombia)

Imagen
A veces uno mira por entre los edificios y ve como los volúmenes y los colores de la ciudad se superponen formando composiciones novedosas que casi nunca se ven cuando se mira el conjunto. Sin embargo la belleza está ahí, en esa combinación de arquitectura y naturaleza que vuelve intemporal una ciudad. Como lo demuestran los relojes de la torre pues cada uno, a su aire, marca un tiempo distinto.

Una torre en el bosque (Medellín, Colombia)

Imagen
Como perdida en una inmensa floresta se aparece esta torre a los habitantes de Boston que tienen la ventaja de mirar la ciudad desde cierta altura. Aunque para un observador imaginativo la torre de una iglesia común se puede convertir en el punto de referencia para recorrer sin perderse un bosque encantando y  la vegetación del pequeño parque transformarse en una arboleda interminable donde podrían experimentarse inenarrables aventuras.

La flor roja del carbonero (Medellín, Colombia)

Imagen
Cuando aquí se habla de flores exóticas uno siempre piensa en orquídeas, bromelias o aves del paraíso, de las que este país tiene bastantes especies. Pero no hay que olvidar esas otras que acompañan los paseos por los parques o los viajes por las avenidas de la ciudad, como esta flor de carbonero (Calliandra Haematocephala) conformada por cientos de filamentos de un rojo intenso. Nada más exótico que una flor cuyos pétalos evocan con su forma y su color esos pólipos que aparecen repentinamente en los arrecifes de los mares tropicales.

Camino de transición (Medellín, Colombia)

Imagen
La literatura se ha ocupado bastante de esos caminos de transición, donde los personajes que los recorren sufren tales cambios en su espíritu o en su manera de ver el mundo, que su vida se ve afectada en gran medida. Así que la realidad, siempre imitando al arte y a la fantasía, nos hace encontrar también en esta ciudad rutas que crean expectativas similares a las que puedan albergar esos personajes literarios. Por allí se camina con la esperanza de encontrar al otro lado, una nueva ciudad tal vez. O al menos un lugar donde se viva la ilusión de que el ajetreo y la agitación citadinos son meras ilusiones.

Los pájaros (Medellín, Colombia)

Imagen
En esta ciudad si uno levanta la mirada puede encontrarse con el azul nítido y definitivo de un cielo tropical o con una ilusión cinematográfica creada por un árbol. Es como si la naturaleza intentara imitar al arte, representando el desasosiego que transmite, en la película de Hitchcock, la imagen de unos pájaros comprimidos en el rectángulo de la pantalla.