Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Avenida La Playa

¡Qué nota!

Imagen

Las frutas de la esquina (Medellín, Colombia)

Imagen
Esos años cuando las frutas se cogían directamente de los árboles que crecían en los solares de las casas ya se están borrando de la memoria colectiva. Hoy, la relación cotidiana con el color de estos productos de la tierra es a través de las bolsas de plástico exhibidas en los puestos de cualquier esquina de la ciudad. No importa si el día es gris o soleado, estos lugares tan representativos de las ciudades colombianas atraen al transeúnte con su colorido y con la promesa del sabor de tantas frutas tropicales como se consiguen por estos pagos. Es posible que todavía ronde la nostalgia de las frutas en su estado natural, pero ya los que pasan de prisa por las calles tienen que satisfacer su deseo con las porciones que están a la venta. La falta de tiempo, una situación inherente al estilo de vida citadino, hace que ya ni siquiera se eche de menos el placer de hincar los dientes en una fruta recién cogida.

Banderas a contraluz (Medellín, Colombia)

Imagen
El hito arquitectónico más importante de El Centro de la ciudad desde su construcción en los comienzos de la década de los setenta es tal vez el edificio Coltejer. En su parte más alta han ondeado ininterrumpidamente desde que se tenga memoria las banderas del país y del departamento del cual esta ciudad es capital. Aunque a su alrededor se ha desarrollado la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo, dicho desarrollo ya no tiene un único eje en el Valle, pero a pesar de los cambios las banderas siguen ondeando orgullosas diariamente allí como lo harán en todos los pueblos y ciudades a todo lo largo y ancho del país en este día tan significativo para nuestra historia.

Viajando en globo por La Playa (Medellín, Colombia)

Imagen
Por este valle han pasado todo tipo de viajeros, desde los que nos visitaban por allá en la época de la colonia y no encontraban nada digno de mención a sus coterráneos, hasta los trotamundos de hoy en día que se maravillan de encontrarse una tal ciudad floreciendo entre las estribaciones de los Andes. En la actualidad hay quienes hasta se las arreglan de manera ingeniosa para visitar esta urbe. No es necesario ningún tipo de vehículo convencional para recorrer los cielos y las calles de la ciudad, basta un poco de imaginación.

Al son de la música marcial (Medellín, Colombia)

Imagen
No importa el motivo, pero las procesiones de todo tipo que a veces sacuden las calles y las avenidas de la ciudad con la música marcial siempre sorprenden a los desprevenidos que pasan por El Centro, que en esta ciudad como en cualquiera de regular tamaño son bastantes. Los tambores resuenan y los rostros impertérritos de quienes desfilan pasan frente a la gente con el orgullo escrito en las facciones. Estos herederos de tantos otros colombianos que tal vez nunca hayan desfilado por una calle citadina, pero que si lo han hecho por la geografía de estas montañas con la fortaleza que se necesita para vivir en las, a veces inhóspitas montañas antioqueñas, muestran en sus rostros los rasgos distintivos de los hombres latinos tan característicos en cualquier lugar del planeta.

Un lugar en El Centro (Medellín, Colombia)

Imagen
Hay puntos de la ciudad que tienen una atmósfera tan especial que uno podría llamar mágica, pero es una magia que no emana de la gente sino de las construcciones y de los árboles de los alrededores. Siempre que uno pasa por El Palo con La Playa siente la compañía de la naturaleza, aunque esté en medio del caos que la gente ha hecho del centro de esta ciudad. Es como si los árboles que le dan sombra a este lugar del centro crearan en torno a él una pequeña área de tranquilidad, aunque tan imperceptible que la mayoría de la gente no se da cuenta.

El aire de La Playa (Medellín, Colombia)

Imagen
La luz del sol que calienta el aire e ilumina La Playa tiene unas características tan distintas a la luz de otros rincones de la ciudad que hasta las cosas inanimadas adquieren una calidad especial. Como si las cubriese una pátina de objeto antiguo, de esos que se ven en las fotografías de los barrios viejos de París o Roma o de cualquiera de esas ciudades milenarias. Será la consecuencia del recuerdo que la tierra guarda de las viejas ceibas que sombreaban la Avenida en otro tiempo o tal vez se deba a los diseños que dibujan en el aire y en el piso las palmeras, plantadas quizá cuando esta ciudad apenas era un pueblo grande con aires citadinos. Cualquiera que sea la razón, caminar por La Playa, bañado por el sol de la mañana sintiendo en la piel la caricia del aire tibio, es una experiencia digna de contarse.

Perspectivas de La Playa (Medellín, Colombia)

Imagen
En una tarde fría donde el cielo de pronto se volvió azul como para animar al sol que por el occidente trataba de meterse por entre las ventanas y las calles, la mirada de algunos transeúntes se vio atraída por la luna que paradójicamente la salida del sol dejó ver en el cielo de las cinco. Iluminados por este sol tardío los edificios de La Playa parecen recién construidos, es como si desde hace muy poco tiempo estuvieran bordeando la avenida medellinense por excelencia, acompañando a las palmeras y a los carboneros que sombrean los andenes.

La caricia de las sombras (Medellín, Colombia)

Imagen
A la sombra de una cabina telefónica dos personajes de la ciudad se entregan a sus preocupaciones cotidianas. Podrían ser una madre con su hijo revisando un cuaderno de tareas. O un par de socios confrontando las cuentas de su negocio. A cualquier cosa puede obedecer esta escena que se desarrolla en El Centro de la ciudad, donde se dan cita todo tipo de personas dedicadas a las actividades más peregrinas. Todos cobijados, en uno u otro momento, por las sombras de los árboles, las palmeras o los edificios que es la manera más usada por la ciudad para acariciar a sus habitantes.

Los espíritus de la calle (Medellín, Colombia)

Imagen
En estas ciudades que ya miden su existencia en centurias, aparecen de pronto en sus calles unos seres que hacen referencia a otras realidades o dimensiones. Referencias al propio pasado, quizás a los años de mediados del siglo XIX, cuando los habitantes de la ciudad, que cubría a duras penas lo que es ahora el sector de El Centro, salían en tiempos de carnavales y de fiestas patronales disfrazados y en sus briosos caballos, espantando niños y acosando a las damas que se atrevían a salir a las calles por esos días. Hoy si uno se encuentra en una esquina alguno de esos espíritus del pasado, piensa que es un hombre bajo un disfraz y no se detiene a pensar en lo extraño del hecho, aunque lleve un atuendo que no tiene relación con nada conocido y que si se piensa dos veces es posible que refuerce la teoría de los misterios, acumulados durante años en las calles de las ciudades sin que nos demos cuenta de ello.

A son de desfile (Medellín, Colombia)

Imagen
La música simple y repetitiva de las marchas, que fue el regalo hecho por Philip Sousa (compositor de origen portugués, español y alemán) a la humanidad, ha acompañado los desfiles y paradas de todo tipo alrededor del mundo. Aunque en esta ciudad se le han agregado tonalidades y ritmos que vuelven más pegajosa la música que tocan estas bandas en los desfiles. La Playa fue testigo del paso de otra marcha y como siempre la magia de esta avenida sombreada de árboles, reforzó el impacto que dejó en la gente como lo hace con cualquier evento que se realice en ella. Sorpresas como ésta revitalizan la imagen que del Centro tienen los habitantes de la ciudad.

El pasar de los ratones (Medellín, Colombia)

Imagen
No deja de ser perturbador que en pleno día se vean pasar tranquilamente unos ratones por las calles de la ciudad y montados en lo que a todas luces es un vehículo diseñado por ellos mismos. Iban en medio del desfile como si tal cosa. Inicialmente los que presenciaron su paso creyeron que eran parte de otra de las comparsas, pero si uno mira con detenimiento algunos detalles reveladores en la fotografía, empieza a inquietarse.

Los reyes en La Playa (Medellín, Colombia)

Imagen
En la avenida La Playa durante el sábado pasado se aparecieron de improviso, para mucha gente, unos reyes que daban comienzo a un desfile bastante sui generis. Marcharon después de ellos y frente a nuestros ojos todo tipo de personajes clásicos de los que aparecen en los libros y en las narraciones, pero también personajes de los que surgen en las representaciones que se hacen de la ciudad la gente que vive en ella. Durante una celebración de artes escénicas los actores participantes les entregaron a los paseantes de La Playa, esa avenida que ha marcado el devenir histórico de esta ciudad durante muchas generaciones, una sugestiva muestra de lo que pasa por la imaginación de la gente que habita este valle.

Zona de calma (Medellín, Colombia)

Imagen
En esta ciudad hay seres a los que se les ha encargado la tarea de refrescar el ambiente. Casi siempre son árboles como éste, que florece en abundancia con el fin explícito de crear una zona de calma, en un lugar donde todo tipo de vehículos se apiñan cada tanto cuando el semáforo se pone en rojo, para precipitarse después cuando cambia a verde. Todos aquellos que pasan por allí ignoran la gran valla que les anuncia en letras blancas sobre fondo verde que sobre sus cabezas es posible entrar, así sea nada más con la mirada y durante treinta segundos, en un lugar calmado como esos descritos por aquellos que hablan de meditación. Quién sabe, es posible que en esos cuantos segundos uno pueda pasar a otra dimensión de la realidad y abstraerse de la urgencia que le inocula el tráfico desesperado de una ciudad.

Bronce y acero (Medellín, Colombia)

Imagen
Acariciada por el sol de la tarde una escultura se proyecta hacia el cielo del Centro de la ciudad, mientras los metales parecen perder consistencia gracias a las formas que les dio el escultor, al imitar con sus manos el momento de la creación. Dependiendo del ángulo desde donde se la mire, esta escultura puede convertirse en una mezcla de volúmenes diferentes donde apenas se adivinan siluetas reconocibles, como debió ser la materia cuando empezaba a volverse sólida. Las palmeras y los árboles se estiran y retuercen para impedir que la mezcla de bronce y acero se escape, se eleve y desaparezca en el cielo. Hasta ahora lo han conseguido, y con cada día que pasa la escultura se ve atrapada más y más por la vegetación que crece a su lado.

Adiós a la Navidad (Medellín, Colombia)

Imagen
Si acaso alguien no se había dado cuenta de que la Navidad pasó, que está lejos, le tocó aceptarlo el domingo pasado cuando una cuadrilla de obreros decidió, por fin, que era contrario a las costumbres dejar un árbol de Navidad parado en medio de la Avenida Oriental todo el resto del año. Así que tras un interminable papeleo, supongo, alguien firmó la orden de desbaratamiento. El domingo la gente pasaba impertérrita al lado del árbol. Sumidos en los problemas o en las expectativas que trae el principio del año, ignoraban olímpicamente el adorno que unas cuantas semanas antes contemplaron con arrobo. Así es la vida de las ciudades, aquello que nos sobrecoge o asombra un día, es suplantado con facilidad por la novedad de turno. Sólo queda esperar la próxima Navidad para saber si la tradición del árbol sigue o si nos dejamos contagiar otra vez por el prurito del cambio, y en este lugar encontremos, un día de noviembre, alguna criatura salida de la imaginación de los diseñadores oficiales.

Luz (Medellín, Colombia)

Imagen
En esta ciudad la luz del día puede llegar a ser tan intensa que parece deshacer el concreto o la piedra con los que han sido construidos muchos de sus edificios. Como en este caso donde hasta los vidrios parecen absorber, en vez de reflejar, la luz que los ilumina; es como si toda la edificación se entregara a la fuerza inapelable del resplandor del cielo. Pero, esa misma luz que parece destruir es la encargada de mantener el verde característico de las palmeras y el resto de la vegetación que se encuentra por toda la ciudad. Un ejemplo de las paradojas de este planeta: las fuerzas que destruyen son, simultáneamente, las mismas que impulsan la vida.

En las noches (Medellín, Colombia)

Imagen
En las noches llenas de destellos y de sombras esta casa se entrega a los recuerdos. Se evade así del presente que se le ha deparado: ser un objeto de gran belleza que a duras penas consigue evocar con su aspecto remozado los tiempos en los que fue un lugar donde vivía gente. Cuando en esta casa se oían las risas, los llantos o los suspiros con los que la vida matiza la existencia de las personas, la luz no brillaba con tanta intensidad y los corredores y el jardín se llenaban en las noches de muchas más sombras que ahora. Tal vez la luz dorada de las lámparas le diera a esta fachada un aspecto de postal amarillenta, de esas que se guardan durante mucho tiempo en los baúles bajo llave para que el tiempo no se robe las memorias o para que no se gasten demasiado si se rememoran con demasiada frecuencia. Ahora le es fácil acceder a esta casa a todo aquel que quiera visitarla. Infortunadamente, sucede con ella como sucede con esos lugares llenos de historia que a pesar de mantener un aspec

Portada a las bellas artes (Medellín, Colombia)

Imagen
Hay en las ciudades determinados lugares que se vuelven tan familiares para la gente, los han visto en tantas ocasiones, han caminado tantas veces frente a ellos, que con el tiempo han adquirido una pátina que difumina su aspecto y le impide por algún motivo a la atención que se fije detenidamente en ellos. Es como si permanecieran en un estado casi fantasmal. Son esas casas o edificios que casi siempre vemos cerrados y que ni siquiera nos preguntamos que podría pasar si alguna vez alguien decidiera hacer públicos los acontecimientos que allí se han llevado a cabo. No es el caso de esta portada que da acceso a uno de los lugares más tradicionales de la ciudad: el auditorio del Instituto de Bellas Artes. Esta puerta no siempre está cerrada y cuando se abre es porque algún evento en torno a la cultura de la ciudad se está llevando a cabo. Quizá para algunos desprevenidos sea uno de esos sitios fantasmales del Centro, pero en realidad es un lugar que ha estado vinculado de manera muy estr

Entre líneas de concreto (Medellín, Colombia)

Imagen
Estas columnas exteriores han llegado a ser una de las características más sobresalientes del Edificio Coltejer. De la misma manera que por entre los templos y edificios del antiguo Egipto se pasean los turistas y los egiptólogos, enfatizando con su tamaño la magnificencia de las construcciones hechas hace milenios, así mismo, guardando las proporciones, se pasean los habitantes de esta ciudad, por entre las columnas y pasajes interiores de este edificio. Se viene a la mente la imagen de esos corales y peces diminutos que convierten las ciudades o los barcos hundidos en nuevos santuarios de vida marina. Como este hombre que impasible se entrega a sus preocupaciones cotidianas hablando por su teléfono celular, indiferente a la pequeñez de su humanidad comparada con las columnas que están a su lado. La cercanía convierte hasta la creación más maravillosa en un objeto cotidiano, al que con el tiempo se deja de observar: cuando deja de ser una novedad y pasa a ser parte de esa realidad ina