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Mostrando las entradas etiquetadas como Avenida San Juan

La libertad de la luz (Medellín, Colombia)

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Madera, plástico y metal se confabulan para atrapar la luz, pero ésta se dispersa por el lugar y hasta juega con nuestras percepciones haciéndonos creer que esas superficies rectas y perfectamente organizadas se curvan con sutileza y forman figuras que ni los diseñadores ni los constructores se imaginaron. Se trata de un techo que aunque en un principio estaba destinado a proteger el edificio que cubre parcialmente y a la gente que lo habita, se ha convertido, gracias a esos juegos que la luz instaura con los objetos, en una imagen intrigante que pocos miran pero que permanece ahí para descompensar en algo la estabilidad que lo cotidiano impone en las gentes de las ciudades. Así es la luz, libre y como toda entidad libre se atreve a jugar con las normas y reglas que los otros deben seguir.

Guardianes del tiempo (Medellín, Colombia)

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Esta imagen que asalta la mirada de todos los que transitan por la Avenida San Juan a la altura de la Alpujarra tiene algo de inquietante, sobre todo cuando en el cielo no se aprecian señales de lluvia como tampoco luce un sol de esos agobiantes que suelen campear en los cielos de la ciudad. Uno se pregunta qué hacen estas representaciones de paseantes con sombrilla o paraguas que para el caso es lo mismo. Es como si ejecutaran algún tipo de danza atávica necesaria para la tribu, pero lo que uno no sabe es si evocan la lluvia o están allí para que no venga y asole la ciudad. Quizá pertenezcan a algún tipo de vieja cofradía de origen agrario, nacida en esas épocas cuando la aparición de las lluvias en temporadas específicas del año era determinante para la supervivencia de la comunidad. Independientemente de nuestro conocimiento sobre sus motivaciones, siguen allí moviéndose de un lado para otro con esa velocidad inverosímil de las esculturas que nos hacen creer que nunca se mueven y qu

Las torres milenarias (Medellín, Colombia)

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Tal vez se deba a la imaginación pero algunas construcciones recientes de las ciudades le hacen evocar a uno esos otros edificios que fueron erigidos en los confines de la historia y que el tiempo se encargo de desmoronar hasta dejarlos en lo que podría llamarse sus líneas más esenciales. Este edificio, que a muchas personas les parece una propuesta arquitectónica imprecisa, adquiere por obra y gracia del lente de una cámara fotográfica, un aspecto de torre antigua a la que la erosión y los milenios han despojado de cualquier adorno superfluo. Hasta su color desvaído parece rememorar las viejas pátinas que cubrieron antiguas paredes y causaron expectación en los observadores. Habrá que esperar para saber si el tiempo y las miradas cubren esta torre de esa atmósfera que a veces impregna ciertas obras humanas, venciendo el escepticismo inicial, para convertirlas en nuevos referentes estéticos. O simplemente será abandonada a ese deterioro al que se han condenado tantas edificaciones que

Púrpura espesura (Medellín, Colombia)

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Será que a todas las ciudades les sucede lo que le pasa a esta urbe donde es posible encontrar los paisajes más inusuales, tanto que en ocasiones le hacen creer a la gente que está en otro sitio, o al menos le hacen evocar esos lugares de los que hablan las novelas o los cuentos o esos que se ven en las películas y que remiten a mundos diferentes o a países tan remotos que es difícil poder viajar hasta ellos. Es el caso de estas plantas: al verlas uno piensa en esos bosques de árboles gigantes, de colores o de formas extrañas, por donde héroes de todas las épocas han trasegado en busca de tesoros o con la finalidad de rescatar algún cautivo. En esta ciudad, donde las plantas y las flores han sentado sus reales disputando al cemento y al asfalto el dominio del territorio aparecen, en las avenidas o en los parques, plantas de colores tan extraños que parecen desafiar al ojo del observador e impulsarlo, sin que este se dé cuenta, a imaginar que cruza por un lugar inexplorado.