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Mostrando las entradas etiquetadas como casas viejas

Una esquina clásica II (Medellín, Colombia)

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Todavía hace algo más de siete años ( http://medellinrevista.blogspot.com.co/2010/06/una-esquina-clasica-medellin-colombia.html )   esta edificación mostraba con dignidad las huellas que el tiempo había dejado sobre su superficie. La fachada relataba historias de una ciudad en la que la gente se desplazaba por sus calles con la tranquilidad del tiempo que transcurre sin ligereza. Hoy, debido a las manos ofensivas del supuesto progreso esta casa exhibe las consecuencias de la remodelación que hace tantos estragos como el tiempo mismo. Sin un estilo arquitectónico definido y con el único fin que determina la limpieza ofrece a la vista un patético aspecto. Tal vez lo único que podría justificar esta asepsia en el rediseño de una casa que pudo haber recuperado su belleza si se hubiese mantenido la estructura y la decoración originales es la lejana reminiscencia a los edificios que pintó en su época metafísica Giorgio de Chirico o el trozo de iglesia que se refleja, como un fantasma, e

Ya no hay vacantes (Medellín, Colombia)

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A cuántos viajeros se les vendrá el mundo encima al llegar frente a este hotel y encontrarse con la infausta noticia de que ha cerrado. Esa casa que recibió a quienes decidieron aventurarse por estos parajes, por esta ciudad que para los turistas tiene el encanto de los lugares que no entregan sus secretos fácilmente, ha dejado de abrir sus puertas a los desconocidos. Cuántos de esos andariegos supieron que este hotel fue en realidad una casa, donde alguna familia vivió la existencia lánguida de una pequeña ciudad latinoamericana en los cuarenta o los cincuenta y que despertó perezosamente en la década de los sesenta para desaparecer de este barrio en los ochenta y alejarse del bullicio y el desorden, que luchan por asentarse definitivamente en las urbes modernas. Cuántos de esos viajeros se dejaron ganar por la curiosidad y averiguaron, tal vez, que los herederos de aquellas gentes fueron incapaces de sostener el tren de vida que exigía una casa como ésta, una de esas casas c

En las noches (Medellín, Colombia)

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En las noches llenas de destellos y de sombras esta casa se entrega a los recuerdos. Se evade así del presente que se le ha deparado: ser un objeto de gran belleza que a duras penas consigue evocar con su aspecto remozado los tiempos en los que fue un lugar donde vivía gente. Cuando en esta casa se oían las risas, los llantos o los suspiros con los que la vida matiza la existencia de las personas, la luz no brillaba con tanta intensidad y los corredores y el jardín se llenaban en las noches de muchas más sombras que ahora. Tal vez la luz dorada de las lámparas le diera a esta fachada un aspecto de postal amarillenta, de esas que se guardan durante mucho tiempo en los baúles bajo llave para que el tiempo no se robe las memorias o para que no se gasten demasiado si se rememoran con demasiada frecuencia. Ahora le es fácil acceder a esta casa a todo aquel que quiera visitarla. Infortunadamente, sucede con ella como sucede con esos lugares llenos de historia que a pesar de mantener un aspec

Casas de Córdoba (Medellín, Colombia)

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Asomadas a la realidad que pretende arrinconarlas, casas como ésta flanquean una de esas calles de El Centro donde todavía es posible caminar despacio, como si el tiempo allí se ralentizara y la prisa que la ciudad imprime en sus habitantes perdiera sentido. El viejo carbonero envejeció custodiando estas fachadas que le dan un aire de antigüedad señorial a ciertos sectores de la ciudad, claro que sin descuidar su labor de rejuvenecer totalmente cada cierto tiempo, aunque tenga la verdadera edad marcada en la textura de su tronco.

Un techo de pueblo (Medellín, Colombia)

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Hay imágenes de la ciudad que lo transportan a uno, por medio de la fantasía o del deseo, a lugares diferentes. Como en este caso en que las tejas venerables parecen las de esas casas de pueblo donde la humedad es capaz de pintar con verdes tan brillantes todas las superficies. Hasta el “volador” que debió caer en la última celebración, lo hace pensar a uno que está en un balcón de marco de plaza, mirando el techo que cubrirá con toda seguridad una cantina o uno de esos graneros donde se pueden conseguir desde clavos hasta comida para caballos. La paloma volará en cualquier momento y se unirá a las demás en torno al quiosco o se peleará el hombro o la cabeza del prócer que domina los parques de los pueblos en este maravilloso país. Y es que en esta ciudad siempre es posible encontrar rincones íntimamente ligados con el reciente pasado campesino o con el próximo futuro de ciudad global.

Los vigilantes (Medellín, Colombia)

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Cuentan que hace muchos años en un cuartel de Afganistán se criaban perros, de raza afgana por supuesto, y que estos sin que nadie les hubiera enseñado se turnaban para salir en parejas a patrullar todo el terreno. Cuando llegaba un par salía el otro. En este patio de la ciudad dos perros, el uno pastor alemán y el otro de raza indeterminada, tienen la tarea de cuidar el lugar. Cuando uno vigila el otro duerme. No hay necesidad de estar de pie o recorrer al trote o caminar constantemente debido a lo exiguo del patio donde ejercen su tarea. Basta mantenerse alerta. Es más, el uno puede dormir a pierna suelta, con la tranquilidad expectante con la que sólo puede entregarse al sueño un perro, mientras que el otro clava la mirada en el exterior. En el cartel pegado a la reja debe prohibirse expresamente intentar entrar so pena de exponerse a la ira de los canes. Allí debe anunciarse de manera escueta la fiereza de los dos vigilantes a los que se les ha encomendado el difícil trabajo de man

El juego de la luz en las ventanas (Medellín, Colombia)

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La luz cálida o fría, que se ha colado por estas ventanas desde hace décadas, parece buscar con insistencia entre las sombras los objetos y los rostros que reveló época tras época a los ojos de los habitantes de estas viejas casas. Los objetos desaparecieron hace tiempo del recuerdo o tal vez reposan en otros espacios o en tiendas de antigüedades desarraigados de la historia que sus dueños intentaron construir cuando vivían allí. Los rostros de la gente, que se asomaba en las mañanas con las expectativas de apropiarse del mundo y que lentamente tuvieron que rendirse a la presión que la realidad ejerce sobre los sueños, también yacen en la memoria olvidada de los muertos o en la de los ancianos, que aunque constantemente rememoran su pasado, son incapaces de revivirlo para quienes transitan por la ciudad con paso vivo. Sólo las ventanas continúan con su tarea: dejar entrar la luz en el mismo ángulo de siempre pero iluminando unos espacios que tienen un peso distinto y un aire que se agi

Una esquina clásica I (Medellín, Colombia)

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Uno se pregunta al observar esta esquina cómo es posible que esta casa haya resistido el paso de las décadas sin sucumbir a la demolición como ya lo han hecho tantas otras de los alrededores y de los barrios vecinos. Ni siquiera puede decirse que el hecho obedece al cuidado minucioso con el que su fachada ha sido mantenida. El tiempo ha dejado su huella descascarando las múltiples capas de pintura y el gris, que siempre fue el color que caracterizó esta casa y muchas otras de su misma época, dejó de representar sobriedad; ahora se le asocia con la decadencia. Los detalles florales de la fachada y los balcones permanecen inalterados y es posible admirar todavía la delicada factura de estos diseños de inspiración art decó, que en su momento debieron ser los obligados para todas las construcciones de este tipo. Esta casa como tantas otras ha debido restaurarse hace mucho tiempo y pasar a formar parte del acerbo histórico y arquitectónico de la ciudad. Desafortunadamente muchas ed

Una puerta al ciberespacio (Medellín, Colombia)

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Para estos navegadores que se adentran con grandes expectativas en los laberintos de la red, la puerta que franquean antes de sentarse frente a las pantallas no es más que un obstáculo que se puede salvar fácilmente. Esta puerta que cruzaron tantas generaciones anteriores fue construida para servir de conexión entre un espacio exterior y otro interior, por donde circulaba el mismo aire. Ahora sin embargo, aquellos que cruzan este umbral lo hacen con la intención de adentrarse en lugares intangibles donde el espacio y el tiempo obedecen a nuevos conceptos de medida, tan distintos a la manera como veían el mundo en esa época, que sería imposible para ellos comprender siquiera las nociones que para la mayoría de los estudiantes contemporáneos se han vuelto tan familiares. Esas son las paradojas del tiempo que permiten que en un espacio, donde el único contacto con la tecnología debió reducirse a las horas pasadas por los habitantes de esta casa frente al radio oyendo los programas que se

Una trampa para la memoria (Medellín, Colombia)

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En una tapia, pintada con ese amarillo ocre que recuerda el color de los barrancos, se abre a la calle una ventana que podría ser tan vieja como la misma ciudad. Mirarla es ya entrar en otra realidad, la de las historias no escritas que debieron vivirse sin testigos en estas habitaciones. Cuando el aire se cuela en este lugar agita las memorias que yacen bajo el polvo, las capas de recuerdos que cubren los objetos y cualquier superficie hurtada a la luz directa. Pero lo que a la vista parece polvo es sólo la existencia desmenuzada de toda la gente que pasó por allí. Entrar en un lugar como éste, debe ser tan peligroso como hacer una regresión al pasado sin cartas de navegación y sin guías que conozcan las rutas y los atajos para poder volver. Se corre el riesgo de querer permanecer en ese mundo que la distancia en el tiempo cubre con una patina de aventura, tan seductora para quienes viven la vida gris y repetida de todos los días. Y si alguien quiere una prueba de la trampa en la que

La casa de la esquina (Medellín, Colombia)

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De qué material están hechas esas casas que resisten el paso del tiempo con tanta entereza. Los artesanos que las construyeron desde sus cimientos debieron poner tanto interés y esfuerzo en ellas, que de alguna manera sus emociones quedaron impregnadas en las paredes, en los tejados, en los balcones. Estos balcones a los que nadie dirige ya una mirada de interés fueron alguna vez el centro de atención de los paseantes. Allí se asomaron, a ver pasar la vida en el parque Bolívar, personas que tenían relación con la gente de mayor relevancia de esa vieja ciudad que se resiste a desaparecer entre el concreto de los nuevos edificios y el asfalto de las viejas calles renovado una y otra vez. El parque se cubre cada vez más con la frondosidad de unos árboles que tal vez fueron sembrados después de la época en que esta casa fue una de las más impresionantes de la ciudad. Estos balcones que han visto desaparecer árboles centenarios, apenas han sufrido deterioros que unas cuantas manos de pintur

En estos cuartos oscuros... (Medellín, Colombia)

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En estos cuartos donde la fuente de luz es una ventana, cubierta por unos vidrios opacos que la hacen más sugerente y misteriosa, no hay que esforzarse mucho para imaginarse lo que podría sentir una persona que nunca hubiera estado en el exterior. Tal vez creería que la solución a todas sus carencias estaría afuera en ese lugar donde la luz llega sin obstáculos a todas partes, o quizá sentiría el temor de que al estar expuesta constantemente a la multiplicidad de imágenes que la luz revela, pudiera perder la libertad de espíritu que propician la oscuridad y la penumbra, cuando obligan a la gente a observarse a sí misma con más detenimiento. Si se analiza bien esta foto, es mucho más intrigante lo que se oculta en la sombra que los paneles de vidrio atravesados por la luz impunemente, sin revelar nada, como esos discursos vacíos donde se utiliza un gran número de palabras pero que al final no descubren las intenciones de quienes los pronuncian, ni aclaran las dudas de quienes los escuch

La soledad de un viejo corredor (Medellín, Colombia)

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Cuando una casa antigua se abre al público, después de que sus habitantes han desaparecido y de haber estado cerrada mucho tiempo, el visitante no deja de sentir que de alguna manera está irrumpiendo en los ámbitos de la vida privada y por eso no deja de preguntarse por la gente que la ocupaba, por sus usos, sus costumbres y sentimientos. Es difícil no pensar en que se están repasando los pasos de quienes caminaban con ánimo seguro por esos lugares que uno explora con admiración o curiosidad. Tal vez sienta cierta inquietud recorriendo su memoria como si tratara de encontrar en su propia vida una correspondencia con los que ya no están o quizá trate de imaginarse cómo pudo haber sido la vida de todos los días en aquel lugar, cuando la existencia de sus dueños estaba aposentada en todos los rincones. Cuando esas casas se destinan a otros menesteres distintos a los de alojar una familia, cuando por sus corredores y estancias pasan infinidad de personas que no tienen una relación directa

Un baño para sibaritas (Medellín, Colombia)

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Las fachadas de las casas siempre guardan secretos y cuando desaparecen sus dueños originales, a la gente que les sobrevive le queda la tarea de desvelarlos o de permitir que se vayan a la tumba con los desaparecidos. Sin embargo lo que no se desvanece fácilmente son los indicios, que quedan grabados en la arquitectura o la decoración, de los gustos e intereses que pudieron tener aquellos. Permanecerán hasta que esas casas sean derruidas completamente o “remodeladas” que es casi como decir deformadas. Teniendo en cuenta la época en que fue construida la casa donde se encuentra este baño y en comparación con los baños de la mayoría de las casas actuales de la ciudad, éste todavía conserva una apariencia que apunta a lujos y placeres apenas vislumbrados por la gente actual, que lleva una existencia consagrada a la velocidad. Al parecer, las casas que flanqueaban la Avenida La Playa se caracterizaron por la belleza de su arquitectura y sobre todo por la manera lujosa con que fueron d

Aire sólido (Medellín, Colombia)

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Uno de los momentos más impresionantes para los seguidores de la Guerra de las Galaxias fue la visión de Han Solo atrapado en un bloque de carbonita. Aunque se tuviera la certeza de que sería liberado de alguna manera por sus amigos. En esta ciudad es posible contemplar una imagen parecida aunque con una expresión menos dramática. En una casa donde ya no habita nadie, aunque durante el día sus corredores y habitaciones sean visitados constantemente, se puede ver la imagen de un niño alrededor del cual el aire se solidificó de repente atrapándolo junto con algunas mariposas. Es como si hubiese estado en un lugar al aire libre cuando la composición del aire cambió, tan de repente, que apenas logró cerrar los ojos. Pero lo más inquietante no es que haya quedado detenido en el tiempo y en el espacio, lo que más se debe preguntar la gente es, que había frente a él que fue arrancado con tanta violencia. Acaso tenía algo valioso entre sus manos, o algo que implicaba un peligro para alguien. L

Los fantasmas de la casa (Medellín, Colombia)

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Dicen que todas las casas viejas tienen como mínimo un fantasma que se mueve furtivamente en las noches por salones y corredores, dejándose ver sólo por aquellos privilegiados que tienen la sensibilidad para percibir las entidades de otros mundos que visitan esta realidad, a veces tan parca en acontecimientos extraordinarios. Pero en esta casa si uno se deja llevar por la fantasía, y le pone un poco de imaginación a las figuras que se advierten por los cristales de puertas y ventanas, no es difícil ver siluetas que tienen todo el aspecto de los aparecidos; aunque sean vistos a plena luz del día y la gente asegure que simplemente era “alguno que pasaba”; así afirmen que son los cristales coloreados los que convierten un suceso común y corriente en una manifestación del más allá. Aunque uno se pregunta si los verdaderos fantasmas no se aprovecharan de esos colores de las ventanas, de esos vidrios irregulares que distorsionan la visión para disfrazar su existencia y así asegurarse de que

Un rincón oriental (Medellín, Colombia)

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Esta fuente que parece alzarnos en alas de la imaginación y depositarnos en un patio árabe o morisco, se puede ver en una de las casas más emblemáticas de la ciudad, una de las pocas casas antiguas del centro que todavía permanecen en pie. Restaurada hace unos pocos años, en la casa Barrientos pueden encontrarse detalles arquitectónicos y de diseño tan bellos como esta fuente, donde a nadie se le ha ocurrido echar ni una sola moneda. Tal vez porque el juego del agua al distorsionar los colores del fondo es de por sí un deseo cumplido, o será porque los antiguos habitantes de la casa se deslizan furtivos en las noches y las recogen para que sus pequeñas superficies redondas y metálicas no distorsionen el color y el diseño de estos baldosines, a los que sólo el agua es capaz de agregar más belleza y de resaltar las combinaciones de sus tonos. No es difícil tampoco imaginar el canto del agua y los olores de un naranjo o un limonero que quizá por un recuerdo atávico, uno cree que deben ser

El misterioso mensaje del octágono (Medellín, Colombia)

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En la verja que da acceso a una casa del barrio Prado, dos medallones octagonales enriquecen su sencillo diseño. El relieve que altera su superficie es paradójico en muchos sentidos, bueno al menos en dos sentidos: la efigie de un escultor que talla una obra invisible es a su vez borrada, pero no por el deterioro del metal sino por las sucesivas capas de pintura que unas manos, con muy poca delicadeza, le han aplicado a esta pequeña y hermosa obra de arte. Cada vez que la brocha pasa por su superficie desdibuja la imagen, hasta que llegará el día en que nadie podrá ver algo más que la figura geométrica del exterior. Al interior del octágono el escultor continuará con su trabajo impalpable. Pero el observador sólo podrá ver y meditar tal vez, sobre la simbología de esta figura geométrica utilizada para construir hitos arquitectónicos tan importantes como la mezquita de Al-aqsa en Jerusalén o el castillo del emperador Federico II en la provincia de Bari, Italia. Sin olvidar las figuras q

Contrastes (Medellín, Colombia)

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El ojo humano sólo puede percibir el paso del tiempo en las huellas que deja, impresas en las caras y en los cuerpos de la gente o en las fachadas de las casas o en los objetos que usamos todos los días. Sin embargo, a veces es posible retrazar sus consecuencias, como en el caso de las viviendas, a las que se puede retocar periódicamente o renovarlas en su totalidad y de esa manera engañar al deterioro. Hay casas a las que no se les ayudó a enfrentar el ataque del tiempo. El abandono las desarraigó y las alejó de la realidad que pasa frente a ellas. Sus paredes adquirieron la palidez enfermiza de los desahuciados. Los balcones se clausuraron sin que los habitantes de la casa se dieran cuenta: nadie volvió a pararse allí para echar una mirada a la calle, nadie volvió a asomarse desde allí para atraer con su presencia la atención de alguno que pasara. De otras casas en cambio, se desecharon totalmente los vestigios de su antigüedad para adaptarlas a la estética de los nuevos tiempos, per

El color de la repetición (Medellín, Colombia)

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En esta calle, que debería ser declarada patrimonio histórico de la ciudad, la gente valora tanto la belleza del conjunto que forman las fachadas de sus casas, que no les han cambiado el aspecto desde su construcción, hace décadas. La armonía es tal, que parece que un diseñador hubiera definido la combinación de colores, para resaltar el efecto que produce la repetición de su arquitectura.