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Una vista particular (Medellín, Colombia)

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Las miradas a la realidad siempre son diferentes, es una verdad aceptada por casi todos en esta época. Una de las grandes posibilidades del arte en cualquiera de sus manifestaciones es permitirle a cada uno de nosotros ver esa realidad desde el punto de vista de otro ser humano, plasmada en objetos como este: un andén de madera que se retuerce sobre sí mismo y se convierte en un ojo por donde se puede ver un sector de la ciudad. Aunque no sea la vista más espectacular y el objeto por donde se mira se robe la atención. Tal vez el propósito del creador no fuera dirigir la mirada hacia un lugar sin mayores atractivos, quizá pretendía contarnos alguna historia sobre los caminos que regresan, propiciar en el espectador alguna reflexión sobre el eterno retorno tan bien expuesto en la obra de Friedrich Nietzsche. ¿Quién sabe? La realidad es que ahí está en el Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM) para quien quiera verlo y sorprenderse, meditar o mirar a través de él.

La ciudad en contrapicado (Medellín, Colombia)

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Pocas veces se tiene la oportunidad de ver la ciudad desde un punto tan privilegiado, hasta es posible identificar con toda precisión la casa donde uno vive. Ver la ciudad así es como abstraerse de las imágenes que constantemente están a la altura de la mirada. Hay que pensarlo un poco para conciliar lo que vemos todos los días con este panorama a vuelo de pájaro, o será mejor decir a vuelo de satélite. Aunque esta ciudad tiene muchos puntos privilegiados que permiten verla desde las alturas, el hecho de pararse, literalmente, sobre ella no deja de producir una sensación extraña.

Telón de fondo (Medellín, Colombia)

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Hay imágenes de esta ciudad que le hacen creer al observador desprevenido en la posibilidad de dominar el paisaje. Son tantas las construcciones en la mayoría de las laderas de algunos sectores de este valle que ya ni siquiera se piensa en que puedan ser un obstáculo para su crecimiento. Sin embargo cuando se mira hacia el occidente se pueden ver las montañas tan imperturbables como siempre. La marea de casas y edificios apenas ha empezado a invadirlas. Pero si se tiene en cuenta la manera como el norte y todo el oriente fue invadido hace tiempo no es difícil predecir lo que va a pasar. Por ahora sólo queda disfrutar de este imponente telón de fondo formado por estas montañas, que a pesar de todo siguen siendo una característica inconfundible de la ciudad.

La melancolía del barrio Prado (Medellín, Colombia)

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Una tarde lluviosa da a este barrio un aspecto melancólico que va muy bien con las calles arboladas y las grandes casas, construidas en la primera mitad del siglo XX, que se entregan sin repulsa a los efectos del tiempo. Caminar por el barrio Prado, a la sombra de los árboles casi centenarios, es como hacer una lectura de una parte de la historia de la ciudad plasmada en las fachadas de sobria arquitectura. Es volver en el tiempo, sintiendo que a este barrio los años le han robado el espíritu. Cabe pensar que todos los que lo construyeron hace tiempo que abandonaron esta zona de la ciudad, pero también es posible que algunos de ellos permanezcan allí a la espera de un fin inevitable. Algunas de estas casas se han acomodado a nuevos usos y así se han librado de la decadencia que afecta a la mayoría. Sin embargo, la vetustez que aqueja a este barrio no disminuye la dignidad que siempre tuvo desde sus inicios.

Paciencia (Medellín , Colombia)

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Una imagen cada vez más recurrente en esta ciudad es la de las filas; a cualquier hora del día y en cualquier lugar. Durante largos periodos de tiempo la gente de esta ciudad debe armarse de paciencia para acceder a todo tipo de servicios. En los rostros de la mayoría se refleja cierta desesperanza como si la vida citadina los hubiera acostumbrado a la fatalidad; sin embargo algunos parecen disfrutar esta situación, tal vez sea la única manera de tener algún tipo de contacto con la gente que les rodea (l as conversaciones nacen espontáneamente y las opiniones sobre temas de todos los estilos se ventilan en esos ratos muertos). Mientras tanto, unos felinos de color dorado se desplazan subrepticiamente y sin premura por las paredes como fantasmas, invisibles para las personas que no pueden salirse de sus propias vidas para darle espacio, en sus cerebros, a la imaginación.

Adobe y concreto (Medellín, Colombia)

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La evolución en el uso de materiales de construcción está estrechamente ligada a la evolución del urbanismo y la arquitectura en una ciudad. A la tapia y a la piedra con que fueron levantados los edificios y las casas en la vieja ciudad las han reemplazado desde hace muchos años el adobe y el concreto. Como la mayoría de las ciudades modernas ésta se caracteriza por el uso intensivo de esos materiales, tanto que hasta el color blanco o el gris, y los colores alegres con que pintaban las fachadas de las casas, han sido reemplazados por el gris uniforme del concreto mezclado con el ocre del adobe; dando como resultado, en algunos casos, atractivas combinaciones como esta estación del metro o la serie de balcones desde donde fue tomada la fotografía.

Las alas rotas (Medellín, Colombia)

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Una escultura a la que sus autores le dieron el título de Búsqueda, parece atravesar los cielos de la ciudad. Quien vea esta bandada de pájaros de hierro y vidrio puede suponer cualquier motivo para su incansable vuelo. Entre las infinitas posibilidades que a uno se le ocurren, una de ellas podría ser que vuelan a la caza de la verdadera ciudad que palpita detrás de toda la verbosidad publicitaria de los medios de comunicación. Se quiere hacer creer a quienes visitan esta Bella Villa y a quienes la habitan que con palabras se puede esconder la realidad dura que llevan en su seno todas las ciudades colombianas. Por ahora ha sido infructuosa la pesquisa, algunas de las aves hasta se han roto las alas en su recorrido incesante, otras han desaparecido, pero ellas como los que vivimos en este valle sabemos que la verdadera realidad no se puede construir con discursos y que a pesar de las mentiras institucionales surge en los lugares más inesperados.

El placer de la velocidad (Medellín, Colombia)

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En casi todos los barrios de esta ciudad se pueden ver lugares como éste donde la gente va a encontrarse con la libertad que da practicar una actividad física. Se les llama con el nombre genérico de “canchas” y desde hace muchos años se han convertido en puntos de convergencia para muchas personas. Allí es posible ver, entre otros muchos grupos humanos, unos niños queriendo llegar al infinito a impulsos de la velocidad que les dan sus piernas y de la imaginación que acompaña a cada uno de nosotros pero que en esta edad es una presencia constante.

Desde la Estación Andalucía (Medellín, Colombia)

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Una imagen familiar no sólo para quienes viven en el oriente sino para todos aquellos que han visitado este sector de la ciudad, que aunque muy publicitado por las últimas administraciones sigue tan abandonado e incomprendido como antes de convertirse en paisaje obligado para todos los que quieren experimentar la sensación de flotar sobre la ciudad. Las tres estaciones de este novedoso sistema de transporte son lugares de encuentro para muchos de los que viven en estas laderas, aunque lamentablemente no se han convertido en potenciadoras de una evolución urbana racional.

Combinaciones (Medellín, Colombia)

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Este es un edificio que podría haber sido construido en cualquier ciudad; no tiene características especiales en su diseño que lo hagan resaltar de los múltiples edificios que estamos acostumbrados a ver en las pequeñas y grandes urbes. Sin embargo la combinación de su fachada con el amoblamiento urbano de una plaza enriquece su apariencia, al menos desde el punto de vista fotográfico.

Salta, salta, salta... (Medellín, Colombia)

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El lazo que ha golpeado rítmicamente el suelo de tantos andenes, patios o calles de barrio desde el comienzo de los tiempos, acompaña la vitalidad de unos niños. En un parque de la ciudad, pobre de árboles pero lleno de multitud de tipos humanos la gente que pasa se contagia de la alegría inmediata de estos niños, cuyo color de piel refleja a la mayoría de la gente de este país.

Visión urbana (Medellín, Colombia)

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La imagen que la gente tiene de las ciudades se ve moldeada e influenciada constantemente por nuevas construcciones, donde las más recientes propuestas arquitectónicas y de diseño urbanístico moldean el panorama construido por los seres humanos. Independientemente de la perspectiva que un ciudadano asuma frente a ésta transformación es indudable que su percepción del lugar donde vive se ve afectada por nuevas edificaciones (acertadas o no) que en una ciudad tan dinámica como ésta, siempre están a la orden del día.

Viajando en globo por La Playa (Medellín, Colombia)

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Por este valle han pasado todo tipo de viajeros, desde los que nos visitaban por allá en la época de la colonia y no encontraban nada digno de mención a sus coterráneos, hasta los trotamundos de hoy en día que se maravillan de encontrarse una tal ciudad floreciendo entre las estribaciones de los Andes. En la actualidad hay quienes hasta se las arreglan de manera ingeniosa para visitar esta urbe. No es necesario ningún tipo de vehículo convencional para recorrer los cielos y las calles de la ciudad, basta un poco de imaginación.

Entre los árboles (Medellín, Colombia)

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A veces uno mira la ciudad desde un lugar nuevo y siente como si por fin estuviera despidiéndose de ella. O como si regresara de un viaje muy largo y los sentimientos que le ha imbuido durante el tiempo que la ha habitado se vigorizaran con una fuerza demoledora al parecer. De todas formas es inevitable que la ciudad donde se ha pasado la mayor parte de la vida marque nuestra existencia, y se sienta como un vuelco, o un tropiezo en el paso inquieto del corazón cuando se la ve desde un ángulo diferente, novedoso.

Panorama desde occidente

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Parado en algún lugar del occidente de la ciudad se puede ver esta panorámica que aunque impresiona no refleja toda la extensión de la ciudad. Es una imagen del valle, a la que le falta una gran parte de la urbe que se estira como una planta trepadora que busca donde asirse para encontrar asidero; aunque a veces se estira hacia las laderas donde lo agreste del terreno le impide medrar con verdadero éxito. Sin embargo, cuando uno la mira de lejos el impacto es el mismo, así la vea incompleta. Tal vez porque siempre impresiona el contraste entre los edificios y las montañas.

Una niebla leve (Medellín, Colombia)

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Una niebla leve pero sospechosa, de esas que lo hacen dudar a uno si será el anuncio de la lluvia o por el contrario una nube transitoria de la contaminación que acecha cualquier ciudad en este planeta, se acercaba lentamente a la ciudad. A lo lejos, las montañas ya habían desaparecido casi por completo. Así pasa en esta ciudad, después de una tarde soleada la gente puede quedar empapada en cuestión de minutos por un aguacero o sorprenderse al ver como el día se vuelve gris y desapacible. Son los encantos y los inconvenientes de una ciudad construida en mitad del trópico y atrapada entre montañas.

Contra la corriente (Medellín, Colombia)

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Esta corriente de agua que atraviesa la ciudad de sur a norte arrastra siempre las sustancias más extrañas e indeterminadas. Sin embargo un hombre que no le teme a las consecuencias de su osadía draga manualmente el fondo para arrancarle unas cuantas paladas de arena. Parece una metáfora de la vida humana: una corriente interminable que intenta arrastrarnos y el hombre empecinado en ir contra el fluir del agua en busca de su tesoro particular, que en la mayoría de los casos se reduce a unos cuantos puñados de arena.

Tormentas a las seis (Medellín, Colombia)

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Uno de esos cielos que parecen presagiar tormentas se cierne, cargado de nubes, sobre el centro. Se imagina uno esos nubarrones cabalgando el viento a gran velocidad para tomar posición sobre la ciudad, preparándose para la siguiente tormenta como en los cielos de las películas de piratas o los que aparecen en las novelas del siglo XIX, donde los truenos acompañaban las invocaciones que mujeres desesperadas lanzaban al viento. Sin embargo en esta ciudad un cielo así cubre un laberinto de casas y edificios donde, a esta hora, comienza a realizarse el rito milenario de los hogares: la reunión en torno a la luz para espantar la oscuridad que amenaza desde afuera.

Ciudad con árbol (Medellín, Colombia)

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Un árbol solitario ha asumido la tarea de reforzar la vida con la que apenas cuatro personas intentan impregnar un rincón de la ciudad donde la ausencia de multitudes, tan características de las metrópolis, enfatiza la frialdad que pueden llegar a tener las construcciones humanas. En el contraste entre árbol y arquitectura, siempre llevará las de ganar el árbol, aunque en las ciudades su importancia se vea reducida a un mero agente decorativo.

Entre el color y la aridez (Medellín, Colombia)

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En esta ciudad donde las flores están presentes siempre, no dejan de asombrar esos contrastes, que se ven por ahí en las mangas, entre un prado que se resiste a morir y una flor de colores lujuriosos. Es como una alusión a ese forcejeo constante donde la naturaleza que no deja de hacer notar su presencia en esta ciudad, impone el color al tono monocromático que parece querer ser la tendencia de las arquitecturas citadinas actuales. En este valle las plantas y su capacidad de resistencia aventajan en fortaleza al concreto que campearía feliz, si no fuera por el síndrome de trópico que aqueja, por fortuna, estas tierras.