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Mostrando las entradas etiquetadas como comercio

Seguridad (Medellín,Colombia)

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En esta ciudad que históricamente se ha dedicado al comercio se vende y se compra de todo. Hasta la basura se ha convertido en un negocio, alimentado por los recicladores que recorren las calles de la ciudad recogiendo y comprando, a veces, por precios irrisorios cosas que ya no sirven. Ha alcanzado tal magnitud que ya necesita ser vigilado por cámaras de vídeo como los grandes centros comerciales. La corriente inagotable de basura que produce nuestro tiempo termina en lugares como éste donde se vende o se cambia por objetos igualmente desechados. Y aunque parezca improbable son muchos los que caminan por este laberinto con la mirada atenta, prestos a rescatar algún objeto que satisfaga alguna necesidad y por qué no hasta un anhelo largamente acariciado. Los curiosos, los posibles clientes, transitan por allí con la seguridad de que mientras permanezcan en esta zona serán observados atentamente; aunque eso no les garantice que saldrán indemnes de un lugar que se rige por otras

Una caminata por Carabobo (Medellín, Colombia)

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Si alguien quiere tomarle el pulso a la ciudad o más específicamente a El Centro, no tiene más que caminar por Carabobo, una de esas calles que fueron trazadas en los comienzos de la ciudad y que al parecer desde sus inicios ha tenido siempre la vocación de atraer a comerciantes, y compradores por supuesto, que dicho sea de paso pululan en este valle. Dependiendo de lo que quiera encontrarse el observador, puede recorrer esta calle a diferentes horas del día. En las mañanas se puede caminar con cierta tranquilidad o hasta sentarse en una silla a mirar pasar la vida. Pero en las tardes es difícil pasar por aquí con calma. Es como si el desasosiego se apoderara de toda la gente que permanece o que transita por la famosa carrera Carabobo.

El expreso de las flores (Medellín, Colombia)

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Tal vez en cualquier otra ciudad diferente a esta, llame la atención ver un carro cubierto de macetas llenas de flores, expuestas al público para ser vendidas. Pero en esta ciudad no es raro ver esta imagen dada la gran pasión que sienten sus habitantes por la naturaleza. No en vano ha sido conocida durante tantos años como la ciudad de la Eterna Primavera, no sólo por el suave clima que durante todo el año acompaña el valle donde se asienta, sino también por la profusión de plantas que se entremezclan con las obras humanas de las formas más originales, como en este caso donde se expone en abundancia el colorido de las flores.

Un palacio en el Centro (Medellín, Colombia)

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Entre las construcciones funcionales del comercio popular del Centro se destaca la figura sobria y clásica del Palacio Nacional, construido por un belga que vino a cambiar la arquitectura de una pequeña ciudad a principios del siglo XX. Este edificio dedicado al comercio intensivo en la actualidad, cambio la vocación administrativa para el que fue diseñado, por la venta intensiva de mercancías. Repleto de almacenes da cabido diariamente a miles de compradores que encuentran allí satisfacción a sus necesidades.

Una calle para el comercio (Medellín, Colombia)

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En este mes, como en todos los otros diciembres, este sector que generalmente se mantiene atestado de gente se vuelve más concurrido, si eso es posible. En una ciudad cuya vocación es el comercio nadie se sorprende de las multitudes que recorren calles y andenes buscando encontrar lo más barato. No importa dónde lo encuentren, si en un almacén o en una de esas como chozas que se arman en los andenes y que se sostienen de manera precaria bajo el peso de tantas mercancías. Es el famoso Hueco y si alguna vez usted visita la ciudad, no deje de internarse por este sistema de calles y pasajes comerciales que ofrecen hasta lo impensable al bolsillo de los parroquianos.

Carabobo (Medellín, Colombia)

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Atraviesa la ciudad de norte a sur y es uno de los lugares más paradójicos de El Centro. En ella es posible encontrar edificaciones historiadas y rejuvenecidas por las manos de los restauradores junto a otras a las que se ha dejado solas para que el tiempo o el abuso de cuenta de ellas. Pero no sólo edificios llenos de historias se encuentran en esta calle, también es posible ver esas nuevas construcciones donde las paredes de vidrio reemplazaron al ladrillo para que el que pase pueda ver las mercancías expuestas y al alcance de su deseo; tantas que la profusión de almacenes donde se encuentran empalaga la vista de los transeúntes y embota el gusto de comprar. Carabobo en la mañana es una calle casi tranquila, aunque desde temprano se vean los indicios de lo que será una tarde llena de paseantes, curiosos, compradores y buhoneros de todo tipo de géneros. Es quizá el reflejo de lo que es la ciudad en su totalidad, un conglomerado de edificios nuevos, viejos y antiguos que lado a lado co

Una multitud en el parque (Medellín, Colombia)

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"Un lugar con un montón de toldos donde usted puede encontrar lo que quiera". Esa es la definición más sencilla que he oído de lo que es el mercado de San Alejo. Allí la multitud se reúne cada primer sábado del mes para peregrinar por entre los toldos, a veces para ver los mismos objetos que han venido observando durante los últimos 20 años sin atreverse a llevárselos para la casa o simplemente para ver que novedades puede ofrecer el mundo de las artesanías. En todo caso, este parque se llena de vendedores y de posibles compradores para repetir el ritual del regateo tan extendido en esta ciudad de comerciantes. Algunas veces el marchante se va con la sospecha de haber sido esquilmado y otras se aleja pensando que ha hecho un buen negocio. De todas maneras este comercio, que recuerda los mercados de los pueblos de Antioquia, continua imperturbable a lo largo de las décadas.

Ayacucho, una calle de colores (Medellín, Colombia)

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Una de las calles características del centro de la ciudad es la calle Ayacucho donde los almacenes de ropa, de telas y de todo tipo de mercancías dominan la escena, pero donde también los andenes se ven desbordados por la cantidad de puestos que ofrecen casi las mismas cosas de los almacenes. Esta es la calle donde empieza el famoso “hueco”, una especie de bazar oriental visitado diariamente por miles de consumidores, que muchas veces sólo se dan una pasada por allí, para alimentar el deseo en la contemplación de los productos manufacturados en el país y de los que llegan de todas partes del planeta. La gente que se aventura por este laberinto está expuesta al bombardeo de colores que ostentan las mercancías que se ofrecen, así como a la cacofonía de sonidos que envuelve todo el lugar, donde los vendedores se disputan la atención de los que pasan ofreciendo, a voz en cuello o por parlantes, sus mercancías con los mejores precios, según dicen. Pero el hecho que debe sorprender

Transacciones (Medellín, Colombia)

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Pedazos de historia cotidiana permanecen en el suelo, a la espera de alguien que quiera incorporar a su propia vida, un trozo de la existencia desechada de otro. Se cambian o se venden, se juegan o se dan en usufructo como la vida de aquel poeta.

Los colores de Palacio (Medellín, Colombia)

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Los arcos interiores del viejo Palacio Nacional cambian de color, dependiendo de la luz que atraviesa los paneles transparentes del techo. Como si su arquitectura se hubiera reconciliado con el papel que, en esta ciudad de mercaderes, se le ha asignado a algunas edificaciones restauradas: convertirse en centros comerciales. El colorido de las mercancías, que en su interior se exhiben, desafía cualquier descripción.

San Alejo (Medellín, Colombia)

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Como cada primer sábado del mes, en estos comienzos de octubre se reunieron artesanos y visitantes en el parque Bolívar, para llevar a cabo el ritual de comprar y vender objetos que seducen por su belleza u originalidad. Los techos de los toldos junto con las mercancías y los atuendos de la gente le pusieron color a una tarde gris.

Centro Comercial Palacio Nacional (Medellín, Colombia)

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Cuesta creer que este edificio, construido por el belga Agustín Goovaerts para alojar oficinas administrativas de carácter nacional, haya sido el preferido de los suicidas en los años sesenta y setenta para arrojarse al vacío. Hoy, después de años de abandono, da albergue a un comercio lleno de vitalidad.