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Cocina para hombres (Medellín, Colombia)

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Entre todas las actividades que ofrecen las ciudades uno se encuentra con cursos tan particulares como una clase de cocina donde los alumnos son sólo hombres, aunque quien lo imparta, con bastante profesionalismo por cierto, sea una mujer. Al parecer se enfatiza en maneras de preparar los alimentos y en combinaciones poco usuales para los habitantes de esta ciudad que desde hace algunos años pasaron abruptamente de los alimentos tradicionales de la gastronomía autóctona a la comida chatarra ofrecida en centros comerciales y puestos callejeros. En este caso el plato que seduce al paladar es un delicioso “róbalo a la marinera” que hace agua la boca a quienes ven esta fotografía. Ojalá muchos nos matriculáramos en cursos como éste, dictados por una conocida Caja de compensación del departamento de Antioquia.

Puerta al vacío (Medellín, Colombia)

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Un hombre se debate entre dos azules, contemplando quizá la posibilidad de perderse en cualquier cielo. Y es que hay días de soledad tan intensa que uno cree que sólo en el vacío es factible encontrar algún tipo de desahogo. La mirada perdida del hombre apenas si le permite quedarse en el lugar donde su cuerpo ha permanecido durante mucho tiempo. Es como si a lo lejos la verdadera vida lo llamara y tuviera que luchar en su interior con el mundo conocido donde habita y del que apenas si podrá escapar si desecha los caminos usuales.

Una mujer en contravía (Medellín, Colombia)

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Una escena callejera tan cotidiana y tan vieja como la vida misma: un hombre observa como una mujer se aleja. Ella con el gesto le indica al mundo, aunque él no lo entienda, que lleva en la mente su imagen o las palabras que acaba de escuchar. Él la ve irse mientras espera que ella gire el rostro. Espera que aunque sea por una sola vez una de las mujeres a las que se ha dirigido en la calle voltee la cabeza y lo mire, dándole a saber con una acción tan simple como esa que sus palabras no fueron en vano, que su voz pudo al fin tocar alguna fibra en la sensibilidad de ellas. Sin embargo, la mujer sigue su camino. El único indicio de que algo en ella se perturbó es ese gesto atávico de las mujeres de tocarse el pelo en cualquier situación. Tal vez en ese momento, aunque no lo sepa, se siente conmovida por el hombre que solitario la ve perderse por una ruta equivocada, porque no se atrevió a sugerirle que la verdadera vida la espera en otra dirección.

El hombre que encontró su sombra (Medellín, Colombia)

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Aunque parezca cosa de fábula o de Las mil y una noches , a veces la sombra se embolata entre tantas sombras estáticas o en movimiento que hay por ahí. Se pone a seguir a cualquier otro o se queda quieta, fundida con la de un edificio o un poste. Pero siempre siente la necesidad de encontrar a su dueño. Este hombre que mira hacia atrás con la confianza de quien sabe que tiene una sombra como cualquier objeto sólido, no sabe que esa sombra a sus pies pudo haber estado perdida o revuelta con otras… y hasta es posible que no sea la suya.