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La última visita (Medellín, Colombia)

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Después de los paseos incesantes de las hormigas que acompañaron todo el proceso de la orquídea desde antes de empezar a despuntar su capullo, y después de que se hubieran ido en busca de otras fuentes de alimento o de asombro, llega la última visita. Un abejorro grande y sano aparece colgado de sus alas para despedir a la flor que lo esperó para dar por terminado su ciclo, para entregarle esos deseos de volar que su forma atestigua. El abejorro dorado, negro y amarillo llega para rondarla en una especie de danza de cortejo y cuando por fin la abraza permanecerá allí apenas unos momentos, espaciados  cada uno de ellos por otros vuelos, por otras danzas. Luego partirá para buscar flores quizá menos espectaculares, pero más generosas. Pero volverá. Cuando renazcan otras orquídeas repetirá la sucesión de giros, danzas y abrazos; una tarea que tal vez sea un requisito imprescindible para asegurar que en el futuro habrá más orquídeas y él pueda regresar o para que lo hagan otros abej

Atrapados (Medellín, Colombia)

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El encanto de las flores está fuera de toda discusión y atrapa el interés de la gente, sobre todo en una ciudad que se precia de engalanarse con ellas todo el año. Las flores seducen a personas y animales por diferentes razones: a los seres humanos por su belleza y a los animales por la posibilidad de alimentarse. Pero a veces las flores pueden tener un lado amargo, pueden convertirse en una trampa. Al parecer no todas las flores son tan fáciles de polinizar como las rosas o las margaritas. Esta flor blanca de un carbonero le dificulta su tarea a las abejas. Las que se atreven a internarse entre sus filamentos corren el riesgo de quedar atrapadas. Otro drama que se suma a todos los que se escenifican diariamente por la supervivencia en este valle; tanto entre los grandes como entre los pequeños.

Una libélula en la ciudad (Medellín, Colombia)

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En esta época es muy poco probable encontrarse una libélula en una ciudad. Pero todavía es más improbable tener la cámara a la mano y poder robarle al azar una imagen que apenas dura un instante en la retina. Estas libélulas que otrora abundaban en los jardines han sido relegadas como tantas otras cosas al campo o si acaso a las tierras de cercanías. Sin embargo como las abejas o los colibríes, que a veces aparecen libando en las flores que permanecen por ahí en cualquier patio, las libélulas también se aparecen, de vez en cuando, para que un observador un poco atento dé cuenta de su persistencia en esa otra realidad citadina que no por diminuta deja de ser menos impactante y hermosa.

Pequeñas poblaciones (Medellín, Colombia)

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A los seres humanos se nos olvida, y es un olvido sistemático y hasta programado, que no somos los herederos de la tierra. Que en este planeta somos una forma de vida más. Es por eso que con base en la premisa de la arrogancia tomamos diariamente decisiones que afectan de una u otra manera a otras especies que conviven con nosotros. En esta ciudad como en cualquier parte del mundo hay innumerables especies, grandes y pequeñas que viven al margen de nuestras decisiones. Se podría pensar que por su tamaño no tienen ninguna incidencia en los destinos de nuestra vida, sin embargo su número es abrumador y queramos o no su supervivencia también nos afecta.

Un pequeño habitante (Medellín, Colombia)

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A espaldas de los millones de habitantes citadinos medran estos pequeños seres que también son habitantes de la ciudad. Estos grillos, dolor de cabeza de todos los jardineros, forman parte de la variedad de la vida casi invisible, que medra entre las plantas de la ciudad, indiferente a las preocupaciones y alegrías diarias de hombres y mujeres. Tal vez las aves que viven en los árboles son las únicas que se preocupan por que la provisión de insectos nunca se acabe.

Una cena en el jardín (Medellín, Colombia)

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A plena tarde y después de uno de esos aguaceros que suelen caer en esta ciudad, una araña de jardín se dedica meticulosamente a preparar su cena. En su telaraña ya cayeron otros insectos, pero son tan pequeños que ella prefirió ignorarlos e ir directamente por el plato principal: algún escarabajo despistado. Estas escenas, protagonizadas por los seres diminutos que habitan la ciudad con tanto derecho como las personas, deben repetirse cada día millones de veces en los jardines y parques de la ciudad sin que apenas nos enteremos.

Una visita inesperada (Medellín, Colombia)

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Justo en el momento de su mayor esplendor, las flores empiezan a recibir visitas: todos esos insectos que recorren parques y jardines de la ciudad en busca del delicioso néctar que las flores entregan a cambio de la polinización. Pero siempre hay algunos retrasados, como esta avispa que llego en las horas de la tarde a buscar entre los pétalos algo de lo que pudieron haber dejado los otros animalitos. Ya las orquídeas se preparaban para dormirse cuando llegó la avispa con su zumbido insistente recorriendo una por una todas las flores hasta quedar saciada. Despertándolas a todas de ese letargo que en las tardes soleadas parece acunar a todos los seres vivos.