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Mostrando las entradas etiquetadas como nubes

Lo mejor del verano (Medellín, Colombia)

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En las épocas de calor cada amanecer es una fiesta para los ojos, sobre todo cuando uno vive entre los Andes donde el horizonte siempre se ve limitado por montañas. Será por eso que el tono que adquieren el cielo y las nubes por estos días le recuerdan con nostalgia, a los que han visitado el mar, la vastedad del océano y la inmensidad del cielo. A pesar del calor que anuncian estos colores para el día que comienza, siempre es más atrayente el etéreo azul del verano que el pesado gris del invierno.

Atardecer pictórico (Medellin,Colombia)

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Los colores del cielo en la ciudad, sorprenden a veces por la intensidad de sus tonos. Cualquiera diría que es un cielo de esos que uno se encuentra en las playas de este país. Pero para nosotros, que vivimos entre montañas siempre será una sorpresa mirar hacia arriba y encontrarse con un espectáculo como éste. Pero, en realidad, sobran las descripciones cuando uno tiene ante sí un cielo que le recuerda tan vívidamente las obras de Watteau o de Turner por nombrar apenas a dos genios de la pintura.

Nubes de cristal (Medellín, Colombia)

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El azul del cielo que se transparenta por el vidrio de este domo parece sabiamente matizado por un cristal mate, dándole profundidad a una estructura que deja pasar la luz de uno de esos cielos de sábado por la tarde tan característicos en esta ciudad. Es como si por voluntad expresa de un diseñador gráfico, la rejilla de triángulos azules hubiese sido salpicada con unos cuantos vidrios que no dejaran pasar la luz, aunque en realidad se trata de lejanas nubes que se prestaron para engañar al ojo con su forma, como lo hacen siempre las nubes en los cielos que más les gustan, como el de este valle con sus perfiles de montañas, invisibles en esta foto, pero siempre presentes en el imaginario de los habitantes.

Abiertos al cielo (Medellín, Colombia)

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 Los cielos de esta ciudad siempre tienen su magia y sobre todo cuando se entra en algún recinto cuyo techo se abre dramáticamente para enmarcarlo y hacernos sentir su belleza. Una imagen que focaliza la mirada en las nubes que flotan por encima de la ciudad y en el azul que en segundo plano resalta sus formas y textura. Con un marco como éste, es imposible no recordar las escenas de ciencia ficción de las películas, como las de James Bond, donde el villano se ha decidido a lanzar su ataque al mundo civilizado. Pero así, enmarcado, este cielo parece como si fuera el lugar donde las esperanzas y los sueños de la gente pudieran proyectarse al infinito.

Tormenta en occidente (Medellín, Colombia)

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Las nubes se reunieron esa tarde, como lo hacen en una novela del siglo XIX para una escena dramática, presagiando una gran tormenta. Parece como si los truenos se pudieran escuchar mientras las casas y los edificios levantados sobre las laderas se preparan para el gran evento: una de esas tempestades que a veces castigan la ciudad. El tiempo impredecible en estas montañas nos regala imágenes como ésta donde la fuerza de la naturaleza es más que evidente.

Sol de la tarde (Medellín, Colombia)

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No era una tarde tan soleada como las que se suelen ver en la ciudad, sin embargo la luz que se reflejaba en los edificios, el cielo apenas matizado por girones de nubes y el tráfico pesado de las calles hacían sentir como si fuera una de esas tardes de verano que a veces nos agobian en el valle. Al fondo las infaltables montañas servían de telón al paisaje urbano al que estamos acostumbrados a ver desde las laderas de occidente. Y como siempre el viajero, y hasta el habitante de “toda la vida” de este valle, comprueban una y otra vez (en una imagen cotidiana) el dinamismo de esta ciudad perdida, aparentemente, entre las montañas de la cordillera de los Andes bajo el sol de la tarde y un cielo azul.

Donde nacen las nubes (Medellín, Colombia)

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De estos bosques que todavía cubren algunas laderas cercanas a la ciudad se desprenden, cuando la humedad es la adecuada, algunas nubes: que pueden llegar a convertirse en nubarrones deshechos por el viento o las famosas nimbus que crecen hasta convertirse en nubes de tormenta. Estos verdes, combinados con el gris del cielo, recuerdan esas postales que los pocos viajeros que visitaron estas tierras en épocas lejanas, pintaban como prueba de haber estado en lugares tan inhóspitos. Ahora esos lugares inhóspitos están a unos cuantos minutos de la ciudad y sin embargo siguen evocando la tranquilidad de la naturaleza.

Tormentas a las seis (Medellín, Colombia)

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Uno de esos cielos que parecen presagiar tormentas se cierne, cargado de nubes, sobre el centro. Se imagina uno esos nubarrones cabalgando el viento a gran velocidad para tomar posición sobre la ciudad, preparándose para la siguiente tormenta como en los cielos de las películas de piratas o los que aparecen en las novelas del siglo XIX, donde los truenos acompañaban las invocaciones que mujeres desesperadas lanzaban al viento. Sin embargo en esta ciudad un cielo así cubre un laberinto de casas y edificios donde, a esta hora, comienza a realizarse el rito milenario de los hogares: la reunión en torno a la luz para espantar la oscuridad que amenaza desde afuera.

Cielo en clave de música (Medellín, Colombia)

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Faltan algunos elementos para que esta imagen se parezca a una de esas hojas donde los músicos leen el lenguaje mágico del solfeo para convertirlo en sonidos: otra cuerda para completar el pentagrama, además del símbolo caligráfico, dibujado a la izquierda, indicando que la música está en clave de sol. Una imagen como esta se presta a que uno se deje llevar por el prurito de la metáfora fácil e identifique a las palomas con notas musicales. Aunque sea una metáfora obligada, no deja de ser cierto que esos cables eléctricos que atraviesan el cielo de esta ciudad en todas direcciones afeando casi siempre el panorama, se convierten a veces, gracias a otros elementos en impactantes composiciones; por lo pronto, en este caso, parece como si uno estuviera viendo una partitura que, si alguien se decidiera a interpretar, produciría tal vez el verdadero ritmo de la naturaleza.

Los opuestos se combinan (Medellín, Colombia)

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En cualquier momento la naturaleza y las siluetas de los edificios se combinan para formar composiciones que sorprenden por su equilibrio gráfico, pero que remiten al observador a la eterna relación entre los opuestos que rige el universo: la naturaleza y los edificios, las nubes que cubren parte del fondo y el aparente vacío del azul del cielo. Es como si de esta manera, casual en apariencia, la ciudad proclamara que no quiere desprenderse de ese amor a la naturaleza que históricamente la ha caracterizado a pesar de los raids que, con cierta frecuencia, desatan sobre la ciudad algunos urbanistas desaprensivos, por decir lo menos, que se empeñan en cambiar los paradigmas de una ciudad amigable con ese verde que la rodea por todas partes y que impregna casi todas sus imágenes.

¡Qué nube! (Medellín, Colombia)

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La espectacularidad de la nube opaca la desmesura del edificio que en el primer plano de la foto pretende robarse todo el protagonismo, sin lograrlo. La naturaleza siempre se lleva las palmas en eso de asombrarnos con sus creaciones. Es como ver uno de esos pájaros que recorren los cielos buscando un lugar específico para detenerse. El lugar adonde se dirigen a pasar el verano olvidándose de los rigores del clima y de las preocupaciones que la especie impone. Es como si el cielo quisiera recordarnos esas existencias que corren paralelas a las nuestras y que pocas veces se cruzan con nosotros: las de las aves migratorias para las que la ciudad es sólo un hito en el recorrido de miles de kilómetros al que deben enfrentarse cada año. Nosotros nos contentamos con mirar la nube e imaginar un gran pájaro para el cual el edificio que pretende ser desmesurado, sólo es una ínfima representación del orgullo humano.

La luz de la colina (Medellín, Colombia)

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No son solamente los barrios de las laderas los que caracterizan la vista de esta ciudad, están también esas colinas cubiertas de casas que surgen aquí y allá en la geografía del valle. En días como estos, en donde las nubes adquieren esa dimensión gigantesca que parece a propósito para pintar un gran cuadro a la manera de los paisajistas del siglo XIX o de los pintores de la Gran Bretaña expertos en escenas de la campiña inglesa, uno quisiera percibir las colinas con tonalidades diferentes a las de todos los días, como si la luz fuera capaz de cambiar también la solidez de las construcciones y darles un toque fantástico o de otro tiempo. Sin embargo, en este caso, el cielo no ha influido y las casas se ven idénticas a como las ve el observador que las mira diariamente.

Nubes en oriente (Medellín, Colombia)

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Otra panorámica de esta ciudad que cambia constantemente según el ángulo desde donde se la mire. Una ciudad distinta cada vez que el objetivo de la cámara se dispara o cada vez que una persona se detiene y la observa con detenimiento. Siempre aparecen nuevas facetas que sorprenden o inquietan en este lugar asentado entre montañas. Este sector del oriente de la ciudad que a lo lejos se corona de nubes, por donde los barrios se adentran cada vez más en las montañas, es donde casi siempre se anuncian primero las lluvias que caerán después en el centro y en otros sectores del valle. Es un espectáculo magnífico ver como las grandes masas de vapor de agua, se concentran para después caer en ráfagas agitadas por el viento o precipitarse lentamente sobre todas las superficies. Aunque pocos se preocupan por la belleza del cielo mientras buscan guarecerse del agua, este siempre matiza con su luz el color de la ciudad.

La sutileza de los pájaros (Medellín, Colombia)

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El cielo frío y algodonoso de un amanecer sirve de fondo a esta composición de la que nadie puede reclamar su autoría. Sólo la naturaleza es capaz de ubicar tres aves en un paisaje tan simple como este y crear algo de una belleza tan sutil. A pesar de su inmovilidad la impresión de vida que se percibe en estos pájaros es asombrosa. Observándolos con cuidado se nota la fugacidad de su permanencia en esas ramas secas: uno sabe que en cualquier momento y por cualquier razón se echarán a volar. El cielo, el paisaje y las ramas quedarán otra vez desnudos de vida aunque su aspecto simple no desaparezca. Permanecerán a la espera de que regresen las mismas aves o de que otras decidan detenerse allí para crear nuevas composiciones. En esta ciudad donde el asfalto, las aglomeraciones, la velocidad y el ruido son los elementos que marcan la existencia de la mayoría de sus habitantes, escenas tan delicadas como esta contribuyen a fijar la atención, en otros ámbitos, de aquellos que tengan la fortu

El espectáculo del cielo (Medellín, Colombia)

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Esta combinación irrepetible de luz y nubes se recortaba hoy contra el borde de los edificios que flanquean la calle Colombia. Lamentablemente pocas veces nos dejamos seducir por el espectáculo que el cielo despliega sobre la ciudad, dejándonos llevar por el horizonte limitado que nos imponemos a nosotros mismos.

La imaginación de los espejos (Medellín, Colombia)

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Muchos autores de ficción y de no ficción han defendido, o al menos han expuesto la tesis, de que detrás de las superficies que reflejan objetos hay otra realidad: en unos casos se limitan a duplicar lo que se encuentra frente a ellas, pero en otros van más allá y el reflejo adquiere formas y dimensiones distintas, como si obedeciera a unas leyes completamente diferentes a las de nuestro universo. Pero no sólo repiten o deforman, a veces le agregan elementos a la imagen que duplican, como es el caso de la nube que se refleja en los vidrios de este edificio. A juzgar por el azul impecable del cielo, su existencia a este lado de los espejos es muy improbable.

Nubes y estrellas (Medellín, Colombia)

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En el tradicional punto de la Avenida Oriental con La Playa una muñeca que flota sobre un colchón de nubes y estrellas saluda a los medellinenses y a todos los visitantes. Desde noviembre se empieza a armar la figura principal del alumbrado del centro. El espíritu de los que pasan por este lugar, comienza a aligerarse con la expectativa de un mes que, para casi todo el mundo, está asociado con la maravilla de la luz y la esperanza.

Estudio en grises (Medellín, Colombia)

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A veces el sol desaparece y nos deja la melancolía de los grises enredada entre los hierros de una montaña rusa.