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Mostrando las entradas etiquetadas como patrimonio arquitectónico

Un rincón de la estación (Medellín, Colombia)

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Todas las ciudades tienen lugares que parecen escondidos aunque están a la vista de todo el mundo. Sólo los turistas se detienen a contemplarlos y a soñar con quienes los recorrieron en el pasado y que seguramente también los ignoraron.

Una esquina clásica II (Medellín, Colombia)

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Todavía hace algo más de siete años ( http://medellinrevista.blogspot.com.co/2010/06/una-esquina-clasica-medellin-colombia.html )   esta edificación mostraba con dignidad las huellas que el tiempo había dejado sobre su superficie. La fachada relataba historias de una ciudad en la que la gente se desplazaba por sus calles con la tranquilidad del tiempo que transcurre sin ligereza. Hoy, debido a las manos ofensivas del supuesto progreso esta casa exhibe las consecuencias de la remodelación que hace tantos estragos como el tiempo mismo. Sin un estilo arquitectónico definido y con el único fin que determina la limpieza ofrece a la vista un patético aspecto. Tal vez lo único que podría justificar esta asepsia en el rediseño de una casa que pudo haber recuperado su belleza si se hubiese mantenido la estructura y la decoración originales es la lejana reminiscencia a los edificios que pintó en su época metafísica Giorgio de Chirico o el trozo de iglesia que se refleja, como un fantasma, e

Una perspectiva clásica (Medellín, Colombia)

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Uno de los edificios más emblemáticos del sector conocido como Guayaquil fue diseñado por el arquitecto Carlos Carré y es llamado comúnmente Edificio Carré. Fue construido en 1893 y restaurado a principios del presente siglo. Pocos son los habitantes que no conocen esta edificación que por el oriente da a la carrera Carabobo y por el occidente a la Plaza de Cisneros más conocida hoy como Plaza de la Luz. Su historia como la de muchos lugares va desde la admiración que despertó su construcción novedosa hasta la casi desaparición por cuenta del abandono para renacer de nuevo al estado en el que se encuentra hoy como la sede de una de las Secretarías de la administración municipal. Esta perspectiva es una de las fotografías clásicas que se encuentra en muchas de las publicaciones sobre Medellín y sobre un edificio que es visto como hito arquitectónico de la ciudad por la sobriedad de su diseño y porque rememora una época que a pesar de haber sido marcada por etapas tumultuosas e

Mirar al cielo (Medellín, Colombia)

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Pocas veces se nos ocurre mirar al cielo cuando recorremos El Centro. No es fácil abstraerse del ruido, de la gente que camina apresuradamente, del smog, en fin de todo lo que caracteriza una ciudad. Aunque a esta le faltan los rascacielos que dibujan el perfil de las metrópolis, no adolece de las multitudes que recorren con prisa las calles como si de verdad tuvieran un destino definido, arrastrando cualquier obstáculo. Pero mirar al cielo, aunque para algunos pueda significar mirar al vacío y sobre todo cuando el azul profundo -tan característico de este valle- no está alterado por el smog o por las nubes que se apoderan de todo el espacio, a veces trae sorpresas como ésta: un avión solitario, silencioso, que se desplaza subrepticiamente. Ignorado por todos menos por quienes abandonan o regresan en él a la ciudad que, donde vayan, siempre está con ellos.

Un patio de museo (Medellín, Colombia)

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En esta ciudad los árboles y las palmeras han formado parte importante del urbanismo de la ciudad. No sólo en los parques y las avenidas sino también en los jardines, patios y solares de muchas casas. Es como si la ciudad quisiera permanecer fiel al entorno de montañas y bosques que la rodean. En uno de los patios del Museo de Antioquia, una palmera suaviza con su presencia las líneas austeras del viejo edificio del concejo de Medellín. Ni siquiera los colores brillantes de una espuria estructura metálica, superpuesta a los balcones, logran opacar la presencia de la naturaleza.

Cruce de la carrera Girardot con la calle Ayacucho (Medellín, Colombia)

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Quien recorra la carrera Girardot, desde La Avenida Argentina hasta la calle Pichincha al menos, la sorpresa no lo abandonará (si observa con cuidado) pues la arquitectura va desde edificios de apartamentos sin ninguna relevancia arquitectónica hasta fachadas de tiempos idos; como estas donde se aprecia parte del Paraninfo de la Universidad de Antioquia y el lado oriental de una de las sedes de la Caja de Compensación Comfama: el Claustro (además de una punta del Instituto Confucio que funciona en el antiguo edificio de la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia ). Y es que una de las características que enriquecen, sin proponérselo tal vez, a nuestras ciudades americanas es el eclecticismo en la combinación de sus construcciones. Cuando se ha decidido conservar estos edificios para la memoria colectiva de sus habitantes, se ve con claridad cuáles han sido sus intereses y gustos a lo largo de la historia.

Una fachada en la carrera Girardot (Medellín, Colombia)

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Una hermosa fachada, construida en la época en que este sector de la ciudad era habitado por esas familias numerosas, tan características de esta zona del país, da paso, en la actualidad, a una serie de edificios donde ni la estética ni la comodidad tienen cabida. Son sólo una sumatoria de salones dedicados a albergar estudiantes durante todo el día y parte de la noche. Es como si ningún arquitecto se hubiera tomado la tarea de distribuir el espacio interior que la vista de esta construcción promete. Parece como si se hubiese querido, de alguna manera, negar las horas que debió pasar sobre la mesa de dibujo el creador del edificio original para lograr una edificación sobria y elegante. La delicada factura de los maestros albañiles que todavía se puede apreciar incluso en el revoque de las paredes exteriores y en la calidad de los arcos de puertas y ventanas brilla por su ausencia, una vez que el visitante interesado franquea los portones de este lugar. Pero al menos hay que a

Facultad de medicina de la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia)

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El tradicional edificio de la facultad de medicina de la Universidad de Antioquia donde han recibido formación médica tantos profesionales permanece inalterado frente al paso del tiempo. Profesionales como el doctor Antonio Ramírez uno de los mejores cirujanos en cardiología que por allá en los setenta hacía operaciones a corazón abierto y salvaba vidas de tantos enfermos de pacientes de enfermedades cardiovasculares se formaron en este edificio. Hombres que tal vez se asomaron a estas ventanas y contemplaron diariamente esta arquitectura sobria al llegar a recibir sus clases, donde otros profesionales se preocupaban por la formación de su compromiso con el conocimiento y con el ser humano.

Torres en la vieja ciudad (Medellín, Colombia)

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Cualquiera podría confundirse con este cielo despejado de edificios, aunque gris y cargado de nubes; pensar tal vez que esta fotografía fue tomada en uno de esos pueblos antioqueños donde todavía las torres de las iglesias dominan el panorama urbano. O dejarse llevar por la imaginación y creer que se ha asomado a una ventana para ver los techos de Praga, Budapest o porque no del París clásico que se ve en las películas. Pero no, es uno de esos ángulos que tiene esta ciudad y que le permiten al observador recrear la vista que debieron tener los habitantes de la época, cuando los edificios apenas si sobrepasaban la altura de los templos y la arquitectura estaba concebida a una escala más acorde con la estatura de la gente. Vistas como esta son escasas, a diferencia de otras muchas ciudades ésta no tiene un sector antiguo propiamente dicho, apenas algunas cuadras seguidas donde predominan las casas viejas. Es como si de manera consciente sus habitantes hubieran decidido que lo antiguo y l

En las noches (Medellín, Colombia)

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En las noches llenas de destellos y de sombras esta casa se entrega a los recuerdos. Se evade así del presente que se le ha deparado: ser un objeto de gran belleza que a duras penas consigue evocar con su aspecto remozado los tiempos en los que fue un lugar donde vivía gente. Cuando en esta casa se oían las risas, los llantos o los suspiros con los que la vida matiza la existencia de las personas, la luz no brillaba con tanta intensidad y los corredores y el jardín se llenaban en las noches de muchas más sombras que ahora. Tal vez la luz dorada de las lámparas le diera a esta fachada un aspecto de postal amarillenta, de esas que se guardan durante mucho tiempo en los baúles bajo llave para que el tiempo no se robe las memorias o para que no se gasten demasiado si se rememoran con demasiada frecuencia. Ahora le es fácil acceder a esta casa a todo aquel que quiera visitarla. Infortunadamente, sucede con ella como sucede con esos lugares llenos de historia que a pesar de mantener un aspec

Casitas de colores (Medellín, Colombia)

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Hay un lugar que, con poco esfuerzo, lo hace sentir a uno como si hubiera cruzado una puerta invisible hacia el pasado y estuviera caminando un día cualquiera por una calle en la década de los cincuenta, acompañado por las notas de los boleros de Toña la negra o de cualquiera de los cantantes de esa época que impregnaban el aire de melancolía. En esta ciudad para regresar en el tiempo uno no necesita pasar por las calles del barrio Prado, bordeadas de antiguas casonas o detener la mirada en las pocas casas viejas de Boston o las poquísimas que van quedando en el centro. También en los barrios donde viven los obreros de esta ciudad hay rincones que parecen haber detenido las horas para mostrarnos un viejo rostro que parece nuevo.

Lo antiguo más lo moderno (Medellín, Colombia)

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A veces se nos olvida que la historia incluye no sólo los sucesos del pasado remoto sino también los más cercanos. De la misma manera que en las ciudades permanecen unas al lado de las otras construcciones de diferentes épocas. Allí se mezclan, a veces con verdadero acierto, edificios antiguos con otros que no tienen tantos años pero que han pasado a formar parte, en las pocas décadas que llevan de existencia, de esa imagen urbana que nos acompaña, a veces inconscientemente, cuando intentamos hacernos una idea de la apariencia de nuestra ciudad. Estos dos edificios tan opuestos en el tiempo, en la arquitectura y en las tareas a las que se les ha destinado, forman sin embargo una hermosa composición que sin lugar a dudas embellece ese lugar tan saturado de gente, carros y edificios que llamamos El Centro y que es en realidad más grande de lo que creemos generalmente.

Las puertas de la catedral (Medellín, Colombia)

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A veces las enormes puertas de esta iglesia románica están abiertas en las tardes de soles lánguidos que adormecen un poco la ciudad. Entonces la gente entra y se sienta en las bancas a rezar o a escuchar el susurro apagado de los rezos de los demás o el murmullo del exterior que ni siquiera los gruesos muros de adobe logran apagar del todo. Ajenos a la frescura del interior otros permanecen en la puerta y se desesperan, sin saber si hoy tendrán que devolverse con las expectativas frustradas a consecuencia de una cita fallida. Unos cuantos turistas observarán las imágenes, los vitrales o el altar mayor tallado en mármol y admirarán la sobriedad de su arquitectura. Cuando las puertas de la catedral están abiertas es cuando parece que la iglesia cobra vida, tal vez por esa serie de pequeños acontecimientos que pasan desapercibidos para la mayoría de la gente y que muchas de las veces no tienen relación con los rituales religiosos a los que está consagrado este templo.

Una esquina clásica I (Medellín, Colombia)

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Uno se pregunta al observar esta esquina cómo es posible que esta casa haya resistido el paso de las décadas sin sucumbir a la demolición como ya lo han hecho tantas otras de los alrededores y de los barrios vecinos. Ni siquiera puede decirse que el hecho obedece al cuidado minucioso con el que su fachada ha sido mantenida. El tiempo ha dejado su huella descascarando las múltiples capas de pintura y el gris, que siempre fue el color que caracterizó esta casa y muchas otras de su misma época, dejó de representar sobriedad; ahora se le asocia con la decadencia. Los detalles florales de la fachada y los balcones permanecen inalterados y es posible admirar todavía la delicada factura de estos diseños de inspiración art decó, que en su momento debieron ser los obligados para todas las construcciones de este tipo. Esta casa como tantas otras ha debido restaurarse hace mucho tiempo y pasar a formar parte del acerbo histórico y arquitectónico de la ciudad. Desafortunadamente muchas ed

Al costado de la catedral (Medellín, Colombia)

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A las cuatro de la tarde el sol calentaba con fuerza los adobes de la catedral como si quisiera volver a cocer el barro. Se filtraba por las ventanas estrechas cubiertas de vitrales y coloreaba el piso interior de la iglesia con la combinación de luces con que el sol brillante tocaba las baldosas. Era como si al atravesar el vidrio, la luz se convirtiera en un líquido de múltiples colores que se vertía con suavidad en el embaldosado. Si uno pudiera presenciar ese fenómeno, que se produce cada vez que la luz entra por los costados de la catedral desierta, tendría miedo hasta de respirar por temor a desdibujar con el aliento las figuras que se producen en el aire, en la superficie de las columnas y en el piso. Afuera la gente caminaba con languidez, ignorante del fenómeno que ocurre cuando la iglesia está cerrada y el sol está a punto de perderse detrás de las montañas como en esta ocasión.

Las joyas de Carabobo (Medellín, Colombia)

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Dos edificios de estilo arquitectónico similar son las dos joyas que adornan el final del paseo peatonal en que se convirtió la carrera Carabobo, una de las calles más emblemáticas del centro de la ciudad. Este sector, que durante gran parte del siglo XX estuvo dedicado al comercio popular, se conoce ahora por tener dos de los edificios más importantes para la ciudad desde el punto de vista arquitectónico e histórico. Estas edificaciones que fueron inauguradas en 1895 han presenciado el paso de varias generaciones de medellinenses: desde los que vieron la finalización de siglo XIX hasta los que contemplan los comienzos del siglo XXI. Después de un largo período de decadencia, durante el cual se destinaron a todo tipo de comercios, han sido restaurados y entregados a la ciudad como asiento de instituciones dedicadas a la educación.

Entre lo antiguo y lo moderno (Medellín, Colombia)

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Una antigua iglesia languidece perdida entre talleres de mecánica, bodegas y carpinterías. El estilo de referencias góticas de su arquitectura, que se acomodó a los materiales disponibles para la época en estas tierras, se deteriora dignamente sin que todavía se haya presentado la iniciativa de restaurar el edificio, como parte importante del patrimonio arquitectónico de la ciudad y de su memoria histórica por supuesto. Otro lugar de la ciudad que se muere lentamente a causa de la contaminación pero principalmente de la soledad. Al fondo el edificio inteligente se levanta como un sólido recordatorio de la implacabilidad del tiempo. Una referencia a los nuevos modos de construir y a las nuevas preocupaciones que desvelan a los medellinenses. Aunque parece que la vieja edificación llevara sobre su lomo al moderno edificio. Es como si todavía el nuevo aspecto de la ciudad precisara del viejo para apoyarse en él, aunque sea nada más por la necesidad de establecer una comparación entre lo a

El yelmo del guerrero (Medellín, Colombia)

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La diferencia entre las épocas que se refleja en la arquitectura de las ciudades modernas se hace más evidente en el contraste de estas dos estructuras. El primer plano ocupado por una torre de comunicaciones, que es apenas un armazón, no logra ocultar la figura poderosa e imponente de la torre de una iglesia que parece el yelmo de un guerrero gigante. Tal vez esa sea la verdadera realidad de este edificio. La cabeza que habría en su interior, invisible para el ojo humano, podría pertenecer a un guerrero dormido, indiferente a las centurias que han pasado en esta tierra, mientras él se entrega a recorrer en sueños las batallas y las jornadas de otros mundos. Únicamente desde cierto ángulo y desde una altura determinada es posible entrever el secreto de este lugar. Cuando uno pasa por las calles que flanquean la iglesia sólo ve una torre más, que en algunas ocasiones deja a sus relojes marcar una hora aproximada a aquella que rige nuestras vidas. Generalmente miden un tiempo que se debe

Un baño para sibaritas (Medellín, Colombia)

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Las fachadas de las casas siempre guardan secretos y cuando desaparecen sus dueños originales, a la gente que les sobrevive le queda la tarea de desvelarlos o de permitir que se vayan a la tumba con los desaparecidos. Sin embargo lo que no se desvanece fácilmente son los indicios, que quedan grabados en la arquitectura o la decoración, de los gustos e intereses que pudieron tener aquellos. Permanecerán hasta que esas casas sean derruidas completamente o “remodeladas” que es casi como decir deformadas. Teniendo en cuenta la época en que fue construida la casa donde se encuentra este baño y en comparación con los baños de la mayoría de las casas actuales de la ciudad, éste todavía conserva una apariencia que apunta a lujos y placeres apenas vislumbrados por la gente actual, que lleva una existencia consagrada a la velocidad. Al parecer, las casas que flanqueaban la Avenida La Playa se caracterizaron por la belleza de su arquitectura y sobre todo por la manera lujosa con que fueron d

La ciudad de los tesoros (Medellín, Colombia)

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Tal vez lo que convierte a una ciudad en un lugar cosmopolita del que todos los visitantes se enamoran, es su habilidad para evocar o dar cabida en sus rincones en cualquier momento o siempre, reminiscencias de otras ciudades del mundo. Al contemplar la imagen de este cielo incendiado cobijando los últimos minutos del día, uno se transporta a los lugares de los que hablan la poesía y las leyendas, como si pudiera ver los cielos que vio el poeta alejandrino o pudiera contemplar los atardeceres que admiraba Harún al-Rashid, el príncipe persa, desde su palacio en alguna ciudad inmortalizada en las mil y una noches. Apenas si puede uno sustraerse a la emoción que produce un espectáculo como este, para recordar que palmeras y palacios son tal vez los elementos iniciales para empezar a contar una novela de misterios y prodigios, o para querer releer las historias de ciudades devoradas por el desierto, donde los tesoros que guardaban fueron la perdición de tantos aventureros. Esta ciudad mant