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"Raspao" (Medellín, Colombia)

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Entre las costumbres que han acompañado a muchas generaciones en esta ciudad tenemos estos tradicionales triciclos que recorren las calles prometiendo frescura todo el año. A veces pasan inadvertidos a pesar de los colores brillantes que llevan en esos frascos de boca ancha. Pero en esta época tan calurosa los vemos como una promesa. El hielo “raspao”, coloreado y dulce que venden se nos aparece como la mejor forma de contrarrestar la sofocación que produce un sol tan fuerte que hasta en la sombra se siente el aire tibio. Pero no sólo es la promesa del frío lo que seduce, son también los colores que ya están asociados en nuestro subconsciente con el placer de los sabores. En algún momento en nuestra infancia nos permitieron satisfacer un antojo en un día de fiesta tal vez. Y desde entonces sabemos que un bocado de hielo coloreado y cubierto de sabores, es un bocado de puro placer.

La gracia de la mandarina (Medellín, Colombia)

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Como tantas frutas que se consumen en nuestro país, la mandarina llegó de lejos, de muy lejos. Según dicen los historiadores es originaria de China e Indochina donde su cultivo empezó cientos de años antes de Cristo. Esta fruta debió llegar a Colombia por las mismas épocas que a otros países de América y con el sello de lo exótico que se le imprimió en Europa, cuando se le dio un nombre inspirado en los famosos dignatarios del Celeste Imperio. Ahora se vende hasta en las carretillas que recorren calles y avenidas de esta ciudad. Pero lo interesante de esta fruta es que de entre todas las que consumimos a diario -autóctonas o foráneas- la mandarina es la única que se ha convertido en sello de distinción para algunos sitios representativos de la ciudad. Quizá se deba a su fuerte sabor o a que en nosotros hay todavía un deseo atávico de saborear lo exótico representado en una fruta.

Un curioso pocillo de café (Medellín, Colombia)

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Tomar café en Colombia no tiene nada de exótico; tal vez al visitante le llame la atención la manera como se sirve en la mayoría de locales públicos. Es raro que esta bebida tan importante para la economía del país y de la ciudad y que además ha marcado la idiosincrasia de esta región se sirva en pequeños e insulsos recipientes desechables y no en pocillos de loza o porcelana. Pero lo que falta en calidad se compensa en algunos casos con la creatividad. Cada cierto tiempo aparece un nuevo diseño donde se priorizan los colores o la forma. Y así a medida que mejora el café que se consume en la ciudad (aunque lentamente), los lugares donde se vende “tinto” tratan de competir también con los recipientes donde los sirven. Pero siempre queda la nostalgia por los tradicionales pocillos de loza donde el café parece saber mejor.

Las frutas de la esquina (Medellín, Colombia)

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Esos años cuando las frutas se cogían directamente de los árboles que crecían en los solares de las casas ya se están borrando de la memoria colectiva. Hoy, la relación cotidiana con el color de estos productos de la tierra es a través de las bolsas de plástico exhibidas en los puestos de cualquier esquina de la ciudad. No importa si el día es gris o soleado, estos lugares tan representativos de las ciudades colombianas atraen al transeúnte con su colorido y con la promesa del sabor de tantas frutas tropicales como se consiguen por estos pagos. Es posible que todavía ronde la nostalgia de las frutas en su estado natural, pero ya los que pasan de prisa por las calles tienen que satisfacer su deseo con las porciones que están a la venta. La falta de tiempo, una situación inherente al estilo de vida citadino, hace que ya ni siquiera se eche de menos el placer de hincar los dientes en una fruta recién cogida.

Corazón de maíz (Medellín, Antioquia)

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El maíz que está en la base de tantas civilizaciones americanas aparece en este plato, y en primer plano, para seducir con su color y forma el ojo del comensal. En segundos nos evoca a algunos Hombres de maíz la novela del poco recordado por estos días nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias,  centrada en el conflicto que enfrenta a dos clases de hombres: los que consideran el maíz como un alimento sagrado y, por ende, hacen un uso racional de él, contra los que lo ven simplemente como una mercancía, un producto comercial. Una obra que mediante un lenguaje surrealista se adentra en las tradiciones orales y ancestrales de los pueblos indígenas centroamericanos, incluyendo mitos, leyendas, poemas y canciones. Pero también nos recuerda el extenso poema Memoria sobre el cultivo del maíz del año 1866 escrito en “antioqueño” como lo dijera el gran autor, tan cercano a la tierra y a nuestro acervo cultural: Gregorio Gutiérrez González, quien con un lenguaje realista y directo descri

Los aguacates de la esquina (Medellín, Colombia)

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En una esquina de la ciudad, frente a una de las estaciones del Metro, un pequeño mostrador seduce a los que pasan con la belleza de estos aguacates. A uno se le hace agua la boca pensando en el sabor que le espera cuando parta una de estas frutas maravillosas y de un bocado paladee su peculiar textura. Nada como este manjar para acompañar unos fríjoles con hogao o un mondongo o aunque sea un delicioso sancocho de cola. Y es que así sea sola esta fruta se ha ganado el derecho de aparecer como uno de los manjares principales en la mesa de cualquier casa de este país con su sabor discreto pero inconfundible.

El sonido del sabor (Medellín, Colombia)

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En un primer momento sorprende que una palabra como chirimoya, evoque tantos sabores y texturas, pero si se lo piensa bien no es tan extraño. Al decir de los estudiosos cuando se nombra un objeto, ese objeto pasa por nuestra boca. Es por eso que su sola mención le hace sentir, a quienes la han probado, el sabor que para muchos puede ser exótico, pero que para otros puede ser tan cotidiano y habitual como un jugo de naranja o de guanábana.