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Entre sombras (Medellín, Colombia)

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No sabemos cuándo nos vamos a transformar en un elemento más de las múltiples escenas que se suceden continuamente en la ciudad; justo frente a los ojos de quienes quieran observarla con detenimiento. Hasta una simple caminata por una plaza puede convertir a un transeúnte común y corriente en el elemento que contrasta en una fotografía.

Combinaciones (Medellín, Colombia)

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En esta plaza, o parque como se le dicen eufemísticamente en la ciudad a estas pequeñas áreas despejadas de edificios y de casas, se levanta un grupo de columnas que se ha convertido en un punto de atracción más en el heterogéneo paisaje urbano. Su impacto a la luz del día está en la repetición (que siempre resulta efectiva en la fotografía) y en la manera como juegan las luces y las sombras en su superficie y en el piso. Y, dependiendo del ángulo desde donde se miren, su integración con las edificaciones que rodean el lugar hacen que estos adquieran un aspecto más dinámico. Sin embargo mirando como se levantan solitarias hacia el cielo no se puede dejar de desear que cada una de ellas fuera reemplazada por un árbol.

Entre luces y sombras (Medellín, Colombia)

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Los lugares intermedios donde residen seres humanos y donde no prevalece ni la luz ni la sombra podrían adjudicarse más bien a los gatos, esos habitantes de las ciudades que parecen conocer todos los secretos de la gente y de las calles; sobre todo de aquellos sitios que se abren a la noche y donde los misterios parecen más fáciles de aprehender.

La mitad de una sombra (Medellín, Colombia)

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Una imagen que se repite en esta ciudad es la de los paraguas dañados, o sombrillas en este caso. Aunque su estado es lamentable los dueños se resisten con energía a desecharlos. Será que el afecto que le guardan los habitantes de esta ciudad a sus objetos es tan fuerte que no se atreven a desprenderse de ellos, o será acaso que a mucha gente no le importa ya que estos ni siquiera puedan cumplir la función asignada. En un día soleado dos mujeres intentan, sin conseguirlo, protegerse del calor bajo media sombrilla. La mujer que la sostiene camina bajo el sol sin darse cuenta al parecer que la media sombra escasamente les cubre la mitad del cuerpo.

La caricia de las sombras (Medellín, Colombia)

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A la sombra de una cabina telefónica dos personajes de la ciudad se entregan a sus preocupaciones cotidianas. Podrían ser una madre con su hijo revisando un cuaderno de tareas. O un par de socios confrontando las cuentas de su negocio. A cualquier cosa puede obedecer esta escena que se desarrolla en El Centro de la ciudad, donde se dan cita todo tipo de personas dedicadas a las actividades más peregrinas. Todos cobijados, en uno u otro momento, por las sombras de los árboles, las palmeras o los edificios que es la manera más usada por la ciudad para acariciar a sus habitantes.

La silueta de los árboles (Medellín, Colombia)

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La realidad, sin necesidad de retoques ni de ayudas, a veces nos hace creer en cosas que no existen aunque las vemos. Un árbol que mece sus ramas en una esquina del parque Bolívar, adquiere en las horas de la tarde una apariencia irreal, como si fuera una figura recortada en cartulina negra, pegada sobre la superficie iluminada de un edificio y el azul del cielo. Es como si las sombras proyectadas por un árbol, de pronto hubieran empezado a crecer por voluntad propia, sobrepasando los límites del edificio y hubiesen invadido el cielo o como si fueran una parte de la ilustración para una historia china, de esas donde los héroes se encuentran con árboles mágicos que pueden convertirse en sus salvadores o en sus enemigos, pero en todo caso en entidades que forman parte activa de la historia que se cuenta. Tal vez suceda lo mismo con esos árboles que acompañan la cotidianidad de esta ciudad, y nosotros sin saberlo estemos expuestos a la influencia benéfica o dañina de sus sombras, dependie

Juegos de luz y de sombra (Medellín, Colombia)

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La luz que se desliza sobre la decoración semibarroca de esta iglesia, juega con las superficies para aumentar o disminuir el efecto de las sombras, incitando a aquellos particularmente sensibles, a buscar mensajes cifrados en la repetición de sus formas.

El hombre que encontró su sombra (Medellín, Colombia)

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Aunque parezca cosa de fábula o de Las mil y una noches , a veces la sombra se embolata entre tantas sombras estáticas o en movimiento que hay por ahí. Se pone a seguir a cualquier otro o se queda quieta, fundida con la de un edificio o un poste. Pero siempre siente la necesidad de encontrar a su dueño. Este hombre que mira hacia atrás con la confianza de quien sabe que tiene una sombra como cualquier objeto sólido, no sabe que esa sombra a sus pies pudo haber estado perdida o revuelta con otras… y hasta es posible que no sea la suya.