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Abiertos al cielo (Medellín, Colombia)

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 Los cielos de esta ciudad siempre tienen su magia y sobre todo cuando se entra en algún recinto cuyo techo se abre dramáticamente para enmarcarlo y hacernos sentir su belleza. Una imagen que focaliza la mirada en las nubes que flotan por encima de la ciudad y en el azul que en segundo plano resalta sus formas y textura. Con un marco como éste, es imposible no recordar las escenas de ciencia ficción de las películas, como las de James Bond, donde el villano se ha decidido a lanzar su ataque al mundo civilizado. Pero así, enmarcado, este cielo parece como si fuera el lugar donde las esperanzas y los sueños de la gente pudieran proyectarse al infinito.

Una canasta para sus sueños (Medellín, Revista)

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Mientras la gente flota sobre casas y calles, o mira al cielo y siente que de alguna manera milagrosa se ha vuelto ingrávida, es posible que se entregue a los sueños que acarician siempre las personas cuando se sienten tranquilas, o al menos cada vez que deciden sentir su cuerpo y dejarse llevar por la imaginación, como en esos ejercicios de yoga, donde uno se reencuentra con las sensaciones que los sentidos le envían al cerebro constantemente y que muchas veces pasan desapercibidas. El balanceo lento y sostenido de estas canastas sirve para apaciguar el espíritu y para que uno se dedique a desarrollar el producto más querido y maravilloso del cerebro: los sueños.

Los vendedores de sueño (Medellín, Colombia)

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Atraídos por las multitudes que asientan sus reales diariamente en las plazas y en los parques de la ciudad, estos dos hombres caminan por entre la gente llevando a cuestas la mercancía que venden. Pero nadie está seguro de cuál es su intención, vender las hamacas solamente o también vender con ellas la posibilidad de tener sueños placenteros, donde el inconsciente no esté descontrolado. Las pesadillas, por supuesto, estarán ausentes de los usuarios de este producto. Y aquellos a quienes el insomnio ataca consuetudinariamente se les puede ocurrir, al ver uno de estos objetos desplegado ante sus ojos enrojecidos, que tal vez en su superficie se encuentre la solución a sus carencias.