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Textura de jardín (Medellín, Colombia)

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Con las plantas pasa lo mismo que sucede con las creaciones humanas: durante algún tiempo se ponen de moda algunos colores, formas y hasta texturas. De pronto uno empieza a ver en la mayoría de los jardines un determinado tipo de vegetación que le imprime a la ciudad un aspecto particular, diferente a como lucía en otras épocas o a como lucirá en el futuro. Pero eso es normal, supongo, si tenemos en cuenta la necesidad del ser humano por la novedad. Estas plantas aparecieron de pronto en los jardines públicos y de pronto invadieron antejardines y materas a lo largo y ancho tanto de la ciudad como de las poblaciones vecinas. Lo cierto es que sus tonos combinan de tal manera que parecen diseñados para crear allí donde se siembran un hermoso efecto decorativo.

La textura del cielo (Medellín, Colombia)

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Mirar hacia arriba en algunos lugares de la ciudad, sobre todo en esas calles bordeadas por viejos árboles, es ver el espacio con una textura contraria a lo impalpable del aire. Y es que esos árboles retorcidos se pegan al azul del firmamento con una tenacidad tan real que le dan a éste, a primera vista, una calidad que el observador cree poder sentir la rugosidad de los troncos convertidos en cielo.

Bodegón (Medellín, Colombia)

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De la época en que los artistas empezaron a pintar naturalezas muertas y bodegones han corrido muchos regueros de acuarela y se han producido muchos manchones de óleo, y sin embargo aun es posible encontrarse por ahí, en cualquier sala, una composición donde se utilizan unos objetos que tuvieron usos cotidianos sin ninguna relación entre sí, pero que además de la belleza con la que han sido revestidos por el pasar de los años remiten al observador a una época donde el tiempo se medía con otros parámetros. El contraste entre texturas, colores y materiales le da a esta imagen una calidez especial.

La textura de la belleza (Medellín, Colombia)

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Si uno quisiera definir la belleza que se puede percibir con los dedos sin acudir al tacto podría apoyarse en la textura de estas flores de guayacán donde la delicadeza de su forma contrasta con el fuerte color amarillo de los pétalos. Miles de flores se agrupan en las ramas de este árbol para sorprender al observador dando la sensación de que es posible tocar los colores. Muchas calles de la ciudad se ven invadidas cada cierto tiempo por este tono intenso que opaca los grises del asfalto y los ocres de los muros, alegrando la vista y dándole un aire festivo a los lugares donde florece el guayacán; un árbol que parecería haberse convertido en emblema de una ciudad donde la variedad de flores revientan sin previo aviso en cualquier lugar.

Entre vista (Medellín, Colombia)

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Por entre la rugosidad de un viejo tronco y la textura regular de una pared se deja ver el color intenso de una azalea. Es como si la planta, hubiese escogido ese momento para florecer y enlazar por contraste a la antigua y sabia naturaleza con el concreto moderno y temporal, a pesar de su aparente solidez. No está de más hacer notar, aunque sea una vez, que entre tantas esquinas y recovecos de la ciudad siempre aparecerán las imágenes sencillas que adolecen del sello de la espectacularidad: una de esas características que se asocian casi siempre con las fotografías en las ciudades.

De camuflajes y texturas (Medellín, Colombia)

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Son tan variadas las estrategias que adopta la gente de las ciudades para protegerse, que no es difícil representarse las texturas de la ropa como una forma de camuflaje, como si las personas quisieran mimetizarse con el entorno de tendencias monocromáticas de casi todas las grandes urbes. Aunque siempre se ven por ahí algunos personajes que con su colorido quieren hacer todo lo contrario: desprenderse de lo cotidiano y pasar por la vida como esas orugas venenosas que con su apariencia desmesurada están comunicando a las demás especies su peligrosidad. Quizá estas personas se crean peligrosas, tal vez lo sean o no, lo cierto es que los atuendos estrafalarios dan un toque de folklorismo a los lugares por donde se pasean y en otras ocasiones uno cree que está en una de esas calles parisinas de Montmartre o del Village en New York, donde lo estrambótico no es extraño según la imagen que muestran algunas películas cuando se remiten a esos lugares. En esta ciudad sólo es posible ver en cont

Textura y reflejo (Medellín, Colombia)

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Ese paisaje inmediato que se ve todos los días y al que raras veces le prestamos atención está saturado de texturas pero también de los reflejos que devuelven los cristales de los edificios, donde se amplía no sólo el espacio sino también la atmósfera inquietante que generan las ciudades. Tal vez una de las características más relevantes de las urbes modernas sea esa capacidad de crear, casi siempre valiéndose de los cristales y los espejos, unas imágenes que se relacionan estrechamente con el mundo dislocado de los sueños. Por eso es que la arquitectura puede convertir una ciudad en un lugar tan paradójico, pues en ella se conjugan las visiones inasibles que crean los reflejos en el vidrio con la solidez de los materiales con los que está construida.

Bella de día (Medellín, Colombia)

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Disimulados en las superficies ásperas o brillantes de la ciudad, unos seres pequeños enriquecen la visión de esos muros impersonales que a veces limitan el horizonte y que generalmente le hacen creer al transeúnte que la única vida que anima su mundo inmediato, está conformada por las otras personas y algunos animales como las conspicuas palomas, unos cuantos pájaros o los perros que sacan a pasear a sus dueños. Las texturas de una ciudad no son sólo las superficies de los diferentes materiales con los que está construida, también son las pieles, las membranas y las alas de diferentes composiciones que exhiben muchos animales camuflados hábilmente en esas mismas paredes que parecen inanimadas. Esta mariposa nocturna que se vio sorprendida por el día en un lugar relativamente visible y entregada quizá a una doble vida, pasa desapercibida para la mayoría de las personas, menos para el ojo indiscreto de la cámara fotográfica que trata incisivamente de encontrar esos acontecimientos mínim