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Palabras, palabras (Medellín, Colombia)

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Esos elementos con los que armamos nuestro pensamiento son palabras que expresan, definen, simplifican, marcan, acogen, dicen, denuncian, formulan, enumeran, opinan, ratifican, articulan, recalcan, tratan, emiten, profieren, aclaran, producen, explican, prorrumpen, protestan, declaran, manifiestan, exponen, encubren, proclaman, muestran, exteriorizan, participan, significan, denotan, reflejan, representan, reproducen, afirman, testifican, atestiguan, repiten, certifican, deponen, garantizan, confirman, analizan, asienten, enuncian, insinúan, indican, observan, señalan, sugieren, establecen, connotan, citan, nombran, estudian, alegan, recuerdan, precisan, concretan, aseveran, subrayan, acentúan, mienten, reiteran, simbolizan, comunican... y trazan nuestro camino.

Desde la ventana (Medellín, Colombia)

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Hay lugares en esta ciudad que todavía invitan al recogimiento. Grandes patios, corredores amplios flanqueados por arcos que permiten la circulación del aire y la luz con plena libertad, son las características de los edificios que se construían antes, permitiendo a la mirada extraviarse en la vegetación de los jardines interiores. Un soñador, parado frente a una ventana, podía entregarse a la contemplación en una época donde el tiempo no se acortaba como ahora por las múltiples actividades a las que debe dedicarse una persona contemporánea. Ahora, por fortuna, esos edificios atrapan algunos desprevenidos que sin saberlo pueden ensimismarse en ellos de igual manera a como lo hicieron tantas personas en otras épocas.

Ojo al gato (Medellín, Colombia)

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Aunque todavía a los gatos negros se les endilga cualquier cantidad de protervas y diabólicas intenciones en contra de los desprotegidos seres humanos, es bueno recordar como en el antiguo Egipto, que en estos tiempos se ha convertido en referencia obligada para sustentar cualquier creencia popular, se les consideraba sagrados. Pero, por si acaso, no se debe olvidar que en la Edad Media la gente pensaba que las brujas se convertían en un animal de estos y de este color en particular. De hecho la mirada de los gatos es turbadora y si esa mirada rodeada de oscuridad se fija en tus ojos y algo en tu interior se siente intimidado es mejor buscar una contra de inmediato. Desafortunadamente no conozco ninguna, así que si usted se abruma frente a un gato negro, busque, busque cuanto antes cómo protegerse.

Cuadro a cuadro (Medellín, Colombia)

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Una ventana cuadriculada secciona el panorama y es como si le dieran a uno la oportunidad de observar la realidad de afuera cuadro a cuadro; como si así se pudiera fijar la atención en sectores del exterior que de otra manera, invadirían la mirada dispersando la atención, haciendo casi imposible detenerse en los detalles. Tal vez gracias a esta ventana, uno se puede dar cuenta del avance inexorable de la naturaleza. Es como si los árboles de esta plaza hubieran decidido empezar a moverse como esos otros de los bosques encantados que dan un paso cada cinco años, según me contó hace poco un niño, bien informado al parecer sobre el asunto. A lo lejos, los edificios que se ven obstruyen tranquilamente el paisaje, pero tarde o temprano los árboles también llegaran hasta ellos.

Reflejo y transparencia (Medellín, Colombia)

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Hasta las cosas creadas por el hombre buscan la simetría. Un reflejo en la piedra oscura completa el ventanal que se abre al cielo y la forma del edificio que se ve a través de ella. Este edificio no parece real, es como si lo hubiesen pintado sobre el vidrio en un intento de revivir el antiguo arte del vitral, en este caso con un tema moderno y cotidiano como son estas construcciones donde se acumulan seres humanos a compartir su aislamiento. La piedra negra logra, de manera por demás acertada, completar la imagen creando una atmósfera inquietante para una ventana que antes regalaba a quienes miraran a través de ella el cielo abierto y que ahora les entrega un espejismo: un edificio que quizá no sea otra cosa que vidrio pintado. Como suele suceder en el ambiente urbano hasta las construcciones y sus reflejos tienen la tendencia a convertirse en performances.

La luz opaca de la memoria (Medellín, Colombia)

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Así como estas ventanas, que parecen abandonadas al tiempo, dejan pasar con dificultad la luz exterior, así mismo sucede con los recuerdos que pocas veces dejamos que se vuelvan conscientes. Hay vivencias que por inocuas o dolorosas se van quedando en el fondo de la memoria. Cuando de pronto se hacen visibles las cubre esa capa lechosa que adquieren las ventanas viejas a las que tangencialmente las acaricia un rayo de sol. A veces, como por accidente, salen a la superficie y entonces dichas reminiscencias causan pena o dolor, pero en muchos casos apenas si logran levantar, en el polvo donde duermen, una tenue estela de nostalgia.

Una ventana en la tapia (Medellín, Colombia)

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En este muro grueso e historiado se hizo necesario, hace décadas, abrir unas ventanas aunque fueran pequeñas y aunque estuvieran tan altas que nadie podría asomarse por allí. Lo importante era la luz coloreada que iba a entrar para pintar el aire de otra iglesia. Estas ventanas nadie las ve, porque la gente nunca levanta la mirada, porque por este lugar uno pasa con los ojos fijos en las mercancías que se venden profusamente en los estrechos espacios del pasaje comercial. Y aunque no lo parezca o la gente no se de cuenta, esta ventana como las otras que hay en el mismo muro tienen otra tarea: darle a este lugar una pátina de viejo rincón de ciudad antigua y así el prurito comercial de la ciudad no sea tan evidente o al menos se suavice un poco.

Las montañas invisibles (Medellín, Colombia)

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Ni siquiera desde las ventanas de los edificios altos las montañas se convierten para el habitante de esta ciudad en un elemento que le llame la atención. Casi siempre la mirada se queda en el primer plano que se le presenta ante los ojos. Es como si la gente quisiera ignorar la majestad de las montañas y esperara que en cualquier momento desaparecieran y el horizonte de la ciudad se extendiera. Hasta hay quienes se atreven a decir que por culpa de esas montañas los que viven aquí adolecen de una estrechez de miras que se explica por la falta de un amplio horizonte geográfico. Pero tal vez se olvidan, los que así piensan, que han sido las montañas las que han templado el carácter de quienes se han propuesto vencer los obstáculos que se les presentan en la vida. Aunque para la mayoría estas montañas sean invisibles, es innegable que su presencia ejerce bastante influencia en los que vivimos bajo su férula.

Los fantasmas del balcón (Medellín, Colombia)

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Las teorías y las historias que se han escrito a lo largo del tiempo sobre fantasmas tienen un elemento en común: el lugar donde aparecen. Donde la gente asegura haberlos visto, es un lugar viejo, lleno de tradición que ha sido habitado por numerosas generaciones. Sin embargo en este edificio, construido recientemente, se perfilan en la ventana de un balcón siluetas de mujeres vestidas como solían hacerlo en otras épocas; hace tanto tiempo que ya no queda nadie vivo que las recuerde. Deben ser los espectros de gente que vivió en la casa que fue demolida para construir el nuevo edificio. Por alguna razón estas entidades en particular prefieren las alturas a la atmósfera cercana a la tierra donde tuvieron que permanecer antes de que la vieja casa desapareciera. Claro que también caben explicaciones más prosaicas, menos románticas. Como una que se esbozó, a la ligera, en una conversación sobre este tema. Alguien afirmó que las siluetas percibidas a través del vidrio debían pertenecer a un

El juego de la luz en las ventanas (Medellín, Colombia)

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La luz cálida o fría, que se ha colado por estas ventanas desde hace décadas, parece buscar con insistencia entre las sombras los objetos y los rostros que reveló época tras época a los ojos de los habitantes de estas viejas casas. Los objetos desaparecieron hace tiempo del recuerdo o tal vez reposan en otros espacios o en tiendas de antigüedades desarraigados de la historia que sus dueños intentaron construir cuando vivían allí. Los rostros de la gente, que se asomaba en las mañanas con las expectativas de apropiarse del mundo y que lentamente tuvieron que rendirse a la presión que la realidad ejerce sobre los sueños, también yacen en la memoria olvidada de los muertos o en la de los ancianos, que aunque constantemente rememoran su pasado, son incapaces de revivirlo para quienes transitan por la ciudad con paso vivo. Sólo las ventanas continúan con su tarea: dejar entrar la luz en el mismo ángulo de siempre pero iluminando unos espacios que tienen un peso distinto y un aire que se agi

Una trampa para la memoria (Medellín, Colombia)

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En una tapia, pintada con ese amarillo ocre que recuerda el color de los barrancos, se abre a la calle una ventana que podría ser tan vieja como la misma ciudad. Mirarla es ya entrar en otra realidad, la de las historias no escritas que debieron vivirse sin testigos en estas habitaciones. Cuando el aire se cuela en este lugar agita las memorias que yacen bajo el polvo, las capas de recuerdos que cubren los objetos y cualquier superficie hurtada a la luz directa. Pero lo que a la vista parece polvo es sólo la existencia desmenuzada de toda la gente que pasó por allí. Entrar en un lugar como éste, debe ser tan peligroso como hacer una regresión al pasado sin cartas de navegación y sin guías que conozcan las rutas y los atajos para poder volver. Se corre el riesgo de querer permanecer en ese mundo que la distancia en el tiempo cubre con una patina de aventura, tan seductora para quienes viven la vida gris y repetida de todos los días. Y si alguien quiere una prueba de la trampa en la que

Zafiro y acero (Medellín, Colombia)

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Será la luz de esta ciudad la que tiene la propiedad de convertir las estructuras más pesadas en ligeras y transparentes o será un fenómeno que se presenta siempre que se juntan estos dos elementos: luz y metal. En este rincón donde el vidrio ha reemplazado las paredes y que sirve para iluminar un salón de grandes proporciones, la luz atraviesa con intensidad los cristales convirtiendo el metal en una superficie tan satinada, que para el observador aparece como si no tuviera relación con la dureza y la pesadez de ese material. Tal vez por esa cualidad de la luz de esta ciudad o de cualquier ciudad del mundo la combinación de metal y vidrio se ha hecho tan popular. Cada uno de estos elementos le entrega al otro algo de sus características. Aunque en esta ciudad el azul del cielo es de tal intensidad que convierte un vidrio corriente en un cristal que recuerda los destellos del zafiro. La combinación de vigas y columnas se ve convertida, por efectos de esta luz, en un poderoso armazón de

En estos cuartos oscuros... (Medellín, Colombia)

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En estos cuartos donde la fuente de luz es una ventana, cubierta por unos vidrios opacos que la hacen más sugerente y misteriosa, no hay que esforzarse mucho para imaginarse lo que podría sentir una persona que nunca hubiera estado en el exterior. Tal vez creería que la solución a todas sus carencias estaría afuera en ese lugar donde la luz llega sin obstáculos a todas partes, o quizá sentiría el temor de que al estar expuesta constantemente a la multiplicidad de imágenes que la luz revela, pudiera perder la libertad de espíritu que propician la oscuridad y la penumbra, cuando obligan a la gente a observarse a sí misma con más detenimiento. Si se analiza bien esta foto, es mucho más intrigante lo que se oculta en la sombra que los paneles de vidrio atravesados por la luz impunemente, sin revelar nada, como esos discursos vacíos donde se utiliza un gran número de palabras pero que al final no descubren las intenciones de quienes los pronuncian, ni aclaran las dudas de quienes los escuch

Los planos inclinados del paisaje (Medellín, Colombia)

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La luz que entra al edificio de esta biblioteca por una serie de ventanas de forma tan llamativa y a la vez tan simple, se roba tanto la atención que hasta la gente se olvida del lugar donde se encuentra para permitir que la mirada se pierda en el paisaje. El norte de la ciudad que se ve a través de estas ventanas se convierte en parte de la arquitectura, como si a las paredes se les hubiera asignado el papel de enriquecer el espacio que contienen con la vista segmentada de algunas partes del valle que el aire de la mañana deja ver a lo lejos.

Claroscuro (Medellín, Colombia)

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Es innegable que esta ventana compite con el paisaje que se puede ver a través de ella. La ciudad se extiende lánguidamente por las laderas hasta difuminarse por completo en la bruma de la mañana, pero eso al observador le pasa casi desapercibido porque su mirada se ha quedado detenida en la hermosa composición de tubos, que como fuertes trazos de tinta, se entretejen dándole a la luz una calidad que recuerda los cuadros de Rembrandt o de los pintores tremendistas españoles donde la luz aparece, no para develar la realidad sino para agregarle misterio y dramatismo a lo que se representa. Nada más adecuado para una biblioteca donde por principio se pueden rastrear todas las respuestas, todas las aventuras o todos los enigmas. No parece una ventana para ver al otro lado, sino para mirar hacia adentro. Las imágenes que se perciben al fondo sólo sirven para resaltar la necesidad que se tiene de buscar la luz no sólo en el exterior.

Desde la ventana (Medellín, Colombia)

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Enredada en la ventana de una casa en Buenos Aires languidece una planta. Quizá la vista de la ciudad sea su única razón para aferrarse a la vida.

Ventana (Medellín, Colombia)

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Cuántos habrán mirado a través de esta ventana, buscando respuestas en la luz que la atraviesa. Sin recordar que el exterior siempre se ve con el color que le ponen los ojos de quien mira.

Una ventana para la abstracción (Medellín, Colombia)

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Nada más acertado que la palabra escrita en la ventana por donde se asoman estas dos figuras, aunque no se sepa si el término hace referencia a la forma de los maniquíes, como representación del cuerpo humano, o al hecho de que toda imagen es un reflejo desvaído de la realidad.

La más enrejada (Medellín, Colombia)

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Dijiste: El hierro me protegerá. Los enemigos no entrarán, estaré segura frente a los ataques. Languideciendo, los bárbaros se quedarán afuera. Se te olvidó que la maldad también anida en el propio corazón.

Lectura al rojo vivo (Medellín, Colombia)

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Sólo uno se dejó seducir por el exterior, a los demás parece interesarles más lo que pasa en el interior del lugar o de sus vidas o de sus libros. Hasta el verde que matiza el rojo intenso de las lecturas parece llevar la mano hacia el interior de alguna pantalla invisible para el observador.