Hasta
hace unas cuantas semanas esta escala de un edificio en Medellín presentaba
este aspecto (como una especie de premonición de lo que pasaría después en la ciudad), ajena a la masa de personas que subían y bajaban en los
ascensores. Hoy, en el exterior, las calles empiezan a llenarse de nuevo. Pero esta escala seguirá
representando como una metáfora arquitectónica el interior de cada ser humano
que debe adentrarse profundamente para reconocerse. Pero casi nadie lo hace,
muy pocos quieren enfrentarse con su propia soledad.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.