Tal vez se deba a la imaginación pero algunas construcciones recientes de las ciudades le hacen evocar a uno esos otros edificios que fueron erigidos en los confines de la historia y que el tiempo se encargo de desmoronar hasta dejarlos en lo que podría llamarse sus líneas más esenciales.
Este edificio, que a muchas personas les parece una propuesta arquitectónica imprecisa, adquiere por obra y gracia del lente de una cámara fotográfica, un aspecto de torre antigua a la que la erosión y los milenios han despojado de cualquier adorno superfluo.
Hasta su color desvaído parece rememorar las viejas pátinas que cubrieron antiguas paredes y causaron expectación en los observadores.
Habrá que esperar para saber si el tiempo y las miradas cubren esta torre de esa atmósfera que a veces impregna ciertas obras humanas, venciendo el escepticismo inicial, para convertirlas en nuevos referentes estéticos. O simplemente será abandonada a ese deterioro al que se han condenado tantas edificaciones que no lograron granjearse el amor indefinido de la gente.