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Bárbol en la ciudad (Medellín, Colombia)

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Leyendo el Señor de los anillos de Tolkien se entera uno de la existencia de los pastores de árboles, que tienen la habilidad de moverse, muy lentamente, para proteger los bosques; aunque permanecen invisibles para los humanos que aciertan a pasar por los lugares que habitan. Estos personajes se han inspirados al parecer en los árboles que hablan, presentes en las tradiciones orales de muchos lugares del mundo. Pero en esta ciudad donde todo puede pasar, es posible encontrarse con un “ent”, que podría ser Bárbol el personaje más importante del bosque de Fangorn, recorriendo la ciudad para ubicar los lugares donde sus protegidos estarían más a salvo de las talas indiscriminadas que azotan este país. O podría ser simplemente un actor encarnando el papel de una criatura mitad vegetal mitad humano para animar unas fiestas que, aunque consagradas a las flores, están íntimamente relacionadas con el verdor que caracteriza estas montañas.

Estudio sobre el vuelo (Medellín, Colombia)

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Quienes conocen algo de la historia de Leonardo Da Vinci saben que fue un hombre de una gran curiosidad. Según sus notas y cuadernos sobre la naturaleza uno puede deducir que observaba las aves con detenimiento y que esa mirada inquisitiva con que miraba los cielos le permitió, además de desarrollar en él un intenso deseo de volar, teorizar sobre la posibilidad de lanzarse al espacio. Claro que no sólo fue Leonardo quien se sintió encantado por el vuelo de las aves, tanto los griegos como muchas otras culturas han sentido esta fascinación desde el comienzo de los tiempos, plasmando tal hechizo en mitos, literaturas y leyendas. También sobre esta ciudad, cruzan los cielos incesantes las aves pero nosotros: los citadinos, embebidos en nuestras preocupaciones cotidianas, damos poca importancia a la maravilla que se repite a diario frente a nuestros ojos del vuelo de unas palomas.

Entre los libros (Medellín, Colombia)

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Una Caperucita se pierde, literalmente, en la lectura de Hansel y Gretel, ese clásico infantil donde el bosque tiene también un papel definitivo en el desarrollo de la historia. No será que a esta Caperucita, como pasa en tantas versiones distintas a la escrita por Charles Perrault, le da por cambiar la historia original y se interna en la espesura que está a su espalda, en busca, por ejemplo, de la famosa casa de dulce, sin tener en cuenta que tal vez la casa ya no exista o lo que es peor, la casa, después de la desaparición de la bruja, esté convertida en un rancho ruinoso por falta de cuidados, donde los dulces desaparecieron hace tiempo.

¿Dónde estás Caperucita? (Medellín, Colombia)

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En esta ciudad es posible hasta encontrarse, en una feria del libro, la capa de Caperucita Roja tirada sobre algún árbol de fantasía, como corresponde al personaje. Quizá decidió caminar por entre la gente vestida como cualquier persona, sin tener que soportar la marca que cubre siempre su cabeza. Pero al ver la capa sola uno tiene que preguntarse: ¿qué pasó con la canasta? Acaso decidió cargar con ella, o la dejó en otro bosque, por aquello de despistar al enemigo. Pero quién es el enemigo, el lobo o la multitud que la perseguiría sin piedad haciendo esas preguntas insulsas que hace la gente vana con el único interés de desvelar misterios, de aporrear los mitos, aunque no logre siquiera hacerlos tambalear. Todos son preguntas en torno a los personajes de los cuentos que siempre se han leído con deleite. Lo único cierto es que cuando Caperucita volvió por la capa nadie la vio. No sería extraño que hubiera tenido un cómplice que le hubiera ayudado a mimetizarse en la espesura y