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Lirio blanco de la estrella (Medellín, Colombia)

Acostumbrados a los lirios sencillos, esos que otrora simbolizaron a la corona francesa, nos sorprende saber que éste también pertenece a la extensa familia de la flor de lis.
Debió pertenecer a alguna casa real desconocida y de la que ya nadie guarda memoria. Hasta podríamos decir que pudo ser el símbolo de los aburraes, esos primitivos e ignotos habitantes de este valle.
Por ahora sólo sabemos que esta planta crece en un jardín al borde de una calle y que parece haberse adaptado fácilmente a las difíciles condiciones que esta ciudad le impone a todos los seres que tienen que vivir en ella.
Una ciudad que aunque se la llame de la eterna primavera es bastante exigente con la flora que permite crecer en sus montañas.

Primer plano (Medellín, Colombia)

A primera vista parece como si el amarillo dominara todos los colores de la naturaleza en la ciudad, son tantos los lirios que bordean las avenidas, que colorean los parques.
Y sin embargo a pesar de la cantidad, la vista no se cansa de ver ese tono que alcanzan estas flores cuando se abren plenamente.
Cuando uno observa una flor de estas tan de cerca como la de la fotografía, se puede, con un poco de imaginación, oír el zumbido de la abeja de rigor que viene a impregnarse las patas de polen, tan dorado como sus alas.

Flor de lis (Medellín, Colombia)


El lirio, una de las flores más comunes en los jardines públicos y privados de la ciudad, se roba las miradas con su color intenso. Y si además uno observa con detenimiento la pureza de sus líneas, empieza a preguntarse cómo puede haber tanta belleza en sólo seis pétalos. No es de extrañar que los alquimistas de la edad media utilizaran su imagen, entre otros fines, para simbolizar la perfección.

Medellín en blanco y negro