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El metro (Medellín, Colombia)

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Con escasos 20 años de funcionamiento el metro se ha vuelto, para los habitantes y los turistas (que se han convertido en un flujo constante en las calles de esta ciudad), en un icono tan relevante como el edificio Coltejer en las últimas décadas del siglo XX o como el desaparecido Teatro Junín por allá en los años cincuenta. Este sistema de transporte público que como en todas las grandes ciudades es otro atractivo turístico que atrae a los visitantes, aquí tiene la característica de ser uno de los más cuidados del mundo por la gente que lo utiliza a diario.

Adobe y concreto (Medellín, Colombia)

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La evolución en el uso de materiales de construcción está estrechamente ligada a la evolución del urbanismo y la arquitectura en una ciudad. A la tapia y a la piedra con que fueron levantados los edificios y las casas en la vieja ciudad las han reemplazado desde hace muchos años el adobe y el concreto. Como la mayoría de las ciudades modernas ésta se caracteriza por el uso intensivo de esos materiales, tanto que hasta el color blanco o el gris, y los colores alegres con que pintaban las fachadas de las casas, han sido reemplazados por el gris uniforme del concreto mezclado con el ocre del adobe; dando como resultado, en algunos casos, atractivas combinaciones como esta estación del metro o la serie de balcones desde donde fue tomada la fotografía.

Desde la Estación Andalucía (Medellín, Colombia)

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Una imagen familiar no sólo para quienes viven en el oriente sino para todos aquellos que han visitado este sector de la ciudad, que aunque muy publicitado por las últimas administraciones sigue tan abandonado e incomprendido como antes de convertirse en paisaje obligado para todos los que quieren experimentar la sensación de flotar sobre la ciudad. Las tres estaciones de este novedoso sistema de transporte son lugares de encuentro para muchos de los que viven en estas laderas, aunque lamentablemente no se han convertido en potenciadoras de una evolución urbana racional.

En un muro del Metro (Medellín, Colombia)

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En un costado de la estación Floresta esta Virgen de los Dolores evoca el maravilloso arte del mosaico que alcanzó su máxima perfección en la ciudad de Rávena (Italia) en la época medieval, una ciudad que cuenta en la actualidad con escasos 160.000 habitantes y está plagada de arte por todos sus rincones. A quienes pasan por la Avenida 80 les recomiendo detenerse a admirar esta hermosa imagen. Nunca está de más reconciliarse con el arte y darse cuenta que los muros de las ciudades no sólo sirven para soportar en sus superficies la violencia expresada con tanto rayón de pintura en aerosol.

Efecto invernadero (Medellín, Colombia)

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Algo tienen las rejas y las estructuras metálicas que ponen a pensar en el concepto inasible de la libertad, sobre todo si uno se encuentra de este lado y las palmeras junto con las grandes construcciones, que evocan los espacios abiertos de las playas o las largas avenidas, están del otro. Quizá corresponda a un sentimiento atávico sentir esa necesidad de que la mirada se pierda en el horizonte sin que nada artificial se le interponga. Tal vez las rejas o estas estructuras que limitan el espacio, encuadrado en una estación de metro, sean un recordatorio de las restricciones que pretenden imponer sobre sus habitantes las ciudades de todas las épocas y sobre todo las ciudades latinoamericanas modernas donde el caos cotidiano genera en la gente ese efecto de ahogo, que uno asocia con los espacios cerrados y carentes de ventilación.

Estructuras inquietantes (Medellín, Colombia)

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Una enorme estructura de esas que pululan en la ciudad parece arrastrar su cuerpo por entre bosques, edificios y bordear el río o tal vez abrevar allí una sed desmesurada. Le hace recordar a uno esas series televisivas que traían del Japón, donde monstruos antediluvianos se internaban por ciudades indefensas y desbarataban edificios de cartón piedra para arrojarse por último al mar, después de una feroz batalla con el héroe de turno. Aunque no se parece a ninguno de esos godzillas, esta estación del Metro si se asemeja a un insecto de tamaño gigante, que en cualquier momento puede despertar para devorar también lo que encuentre a su paso. Desafortunadamente no existen héroes en esta ciudad que pudieran hacerle frente y obligarlo a desaparecer en el río. Es sólo una estación, pero la perspectiva aérea le hace a uno “volar” la imaginación y sentirse un tanto inquieto.

Tres monjas y una paloma (Medellín, Colombia)

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Qué pasará al otro lado que estas monjas siguen con tanto interés. Es algo tan atrayente para ellas que no se han dado cuenta de la presencia de la paloma. Pudo haber sido el espíritu santo vestido de gris y su curiosidad les impidió darse cuenta de esa aparición. Mientras esperaban la llegada del metro se acercaron al pasamanos y de pronto se vieron atrapadas por algún suceso, o quizá se perdieron en sus pensamientos, que a veces tienen la capacidad de aislarlo a uno del entorno mejor que cualquier muro. Lo cierto es que ninguna se dio cuenta de la llegada de la paloma desde las alturas. Suele suceder con mucha frecuencia que sólo los observadores, los que están por fuera de una escena pueden contemplar con desapego lo que sucede frente a sus ojos. Lo mismo debe acontecer con ellas, desde la altura pueden ver con claridad y entender además lo que sucede allá abajo o en sus cabezas y sin embargo no pueden ver que tal vez la sabiduría se está acercando a ellas y la están dejando pasar.

Teletransportación (Medellín, Colombia)

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La velocidad de este medio de transporte es tal, que hay momentos en los que parece desintegrarse, como en esas escenas de Viaje a las estrellas donde naves y personas se movían de un sitio a otro mediante la teletransportación. Uno se imaginaba moviéndose por la ciudad de estación en estación teletrasportadora para evitar el uso de  los vehículos arcaicos que se usaban y que todavía utilizamos en esta ciudad. En ese entonces uno deseaba tanto como ahora que la realidad se acercara a la fantasía lo antes posible.

Perfiles de metro (Medellín, Colombia)

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Al interior de las estaciones de metro de todo el mundo se han tejido y se tejen innumerables historias, pero pocas dan lugar a que la luz juegue de esta manera con sus estructuras como sucede cada mañana y cada tarde en las de esta ciudad. El observador se ve impulsado a dejarse llevar por la imaginación y a inventarse las historias más sorprendentes o las más inverosímiles, apoyado solamente en el juego de las luces y las sombras que desdibujan o resaltan estas construcciones. Es como si los contrastes que refuerzan las sombras impregnaran de dramatismo unas estructuras tan sencillas como esta. El cielo se recorta contra el techo de la estación y a lo lejos un avión da un vistazo rápido a la ciudad antes de que la oscuridad transforme todos sus volúmenes en una composición de siluetas y perfiles.

El camino hacia la luz (Medellín, Colombia)

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Muchas personas que han estado en coma o a punto de fallecer han descrito su experiencia, a la que todavía se le dan múltiples explicaciones sin que haya ninguna concluyente, como un túnel donde al final espera una luz brillante y seductora, tanto que sintieron un fuerte impulso de caminar hacia allí, pero al parecer no era su hora o siguieron el consejo tan repetido de “no ir hacia la luz”, pues esto significaría desprenderse completamente de la vida. En esta fotografía una multitud se dirige hacia la luz, aunque ninguno de los que camina entre ella tiene aspecto de estar al borde de la muerte. Claro está que no se sabe lo que fue de ellos después de haber sido tomada esta foto. Son pasajeros del metro de la ciudad que se apresuran en la rutina diaria de acudir a sus trabajos o lugares de estudio. Lo cierto es que la vista de esa luz intensa al final de las escalas produce cierto cosquilleo, le dan ganas a uno de devolverse para no sumergirse en la luminosidad que ha engullido a mucho

Atracción paralela (Medellín, Colombia)

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Las paralelas siempre han afirmado que nunca se unen, sin embargo algunos científicos se han atrevido a contradecir esa afirmación, tal vez por que la evidencia de la mirada nos lleva a constatar lo contrario: las paralelas no resisten la distancia sin tratar de unirse y convertirse en una sola o tal vez de cruzarse y seguir su camino alejándose más y más de su antigua compañera. En fin nadie sabe qué pasa en el infinito. Lo que si sabemos, porque lo indican nuestros ojos, es que en las fotografías la tendencia de las líneas a converger en un solo punto se hace mucho más evidente.

Tres perfiles contra el cielo (Medellín, Colombia)

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Los perfiles que frecuentemente nos ofrece la ciudad cuando miramos al cielo (tan fríos, tan mínimos), a veces son rotos por el desorden lógico de un árbol y la figura un tanto desgarbada de un animal, y aunque la imagen no gana en color si gana en movimiento.

Estación de paso (Medellín, Colombia)

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Una estación de metro en el centro de la ciudad se ve animada por el flujo incesante de la gente. A veces parece como si inundara todos los rincones y en otros momentos es como si la marea se retirara y sólo dejara sobre la superficie los desechos que las olas de cualquier tipo llevan consigo.

El lugar de la espera (Medellín, Colombia)

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Bajo los rieles del metro, en esta estación del centro, mucha gente se detiene y espera. No importa si lo saben o no pero la expectativa los define. Es el lugar de las esperanzas aunque algunos no se las hayan formulado de manera consciente.

La soledad del amarillo (Medellín, Colombia)

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Nadie espera la llegada del tren. Sin embargo el amarillo sigue invocando la prohibición de cruzar la raya, los durmientes esperan un temblor que los despierte y la perspectiva de las líneas, que a lo lejos hacen creer en la verdad de su unión en el infinito, mantienen la ilusión de espacio.

Edificio Henry (Medellín, Colombia)

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En Medellín conviven lado a lado arquitecturas de distintos estilos y distintas épocas, como da cuenta esta foto de un edificio clásico del centro de la ciudad, las ventanas que dan frente a la estación del metro cerradas. Sólo dos ventanas están abiertas, por donde se puede mirar directamente al cielo.