Algo tienen las rejas y las estructuras metálicas que ponen a pensar en el concepto inasible de la libertad, sobre todo si uno se encuentra de este lado y las palmeras junto con las grandes construcciones, que evocan los espacios abiertos de las playas o las largas avenidas, están del otro.
Quizá corresponda a un sentimiento atávico sentir esa necesidad de que la mirada se pierda en el horizonte sin que nada artificial se le interponga. Tal vez las rejas o estas estructuras que limitan el espacio, encuadrado en una estación de metro, sean un recordatorio de las restricciones que pretenden imponer sobre sus habitantes las ciudades de todas las épocas y sobre todo las ciudades latinoamericanas modernas donde el caos cotidiano genera en la gente ese efecto de ahogo, que uno asocia con los espacios cerrados y carentes de ventilación.
Es un paisaje de Víctor Vasarely
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