En una esquina de la
ciudad, frente a una de las estaciones del Metro, un pequeño mostrador seduce a
los que pasan con la belleza de estos aguacates.
A uno se le hace agua la
boca pensando en el sabor que le espera cuando parta una de estas frutas
maravillosas y de un bocado paladee su peculiar textura.
Nada como este manjar
para acompañar unos fríjoles con hogao o un mondongo o aunque sea un delicioso sancocho
de cola.
Y es que así sea sola esta fruta se ha ganado el
derecho de aparecer como uno de los manjares principales en la mesa de cualquier
casa de este país con su sabor discreto pero inconfundible.