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Mostrando las entradas etiquetadas como agua

De repente el verano (Medellín, Colombia)

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Para los habitantes de esta ciudad la primavera siempre ha sido un lugar común, sin embargo hay momentos en que irrumpe sin avisar el calor agobiante del verano. Y entonces quedan pocos lugares a la intemperie donde uno se pueda refugiar del calor. La ventaja de una ciudad de primaveras interminables es que siempre hay un charco de agua fresca donde apagar la sed. No importa el lugar donde se encuentre o la fuente de donde proviene. Para una boca sedienta, agua es agua.

El canto silencioso de las quebradas (Medellín,Colombia)

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Entre los muchos cambios que ha sufrido esta ciudad, desde que se internó por los caminos del progreso, está el de la desaparición bajo tierra de la mayoría de las quebradas que trazaban sus líneas caprichosas en todas las montañas que rodean el Valle de Aburrá. Algunas, como ésta, se sustrajeron a ese destino, pero perdieron la voz cuando fueron canalizadas. Su curso irregular fue trazado con arreglo a necesidades urbanísticas y las piedras e irregularidades del terreno que producían un sonido cantarín en los días soleados, o amenazador en las épocas de invierno desaparecieron, dando paso a un susurro tan leve que el ruido de la ciudad no deja percibir.

Color en el acuario (Medellín, Colombia)

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Los acuarios han estado presentes en todas las épocas y en distintos lugares del planeta, desde los estanques de civilizaciones tan antiguas y refinadas como la china o la japonesa hasta los actuales hechos de vidrio o acrílico. Y hasta han aparecido en fragmentos memorables de la literatura, como la descripción de la muerte de los peces sagrados que contemplaba en su acuario al aire libre la familia Barca en Salambó la novela de Gustave Flaubert. En esta ciudad son un trozo del mundo libre y salvaje que se ha destinado desde siempre a la decoración de los espacios íntimos de las casas y de algunos lugares públicos. Para muchas personas es reconfortante dejarse llevar por la tranquilidad casi siempre imperturbable de los peces. A la atracción que ejerce el agua sobre los seres humanos se suma la belleza de estos animales, tan coloridos que a veces parecen flores en movimiento.

Danza de agua con anturios rojos (Medellín, Colombia)

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Entre la transparencia del agua detenida en pleno salto y el rojo de los anturios se establece un equilibrio visual que parece pensado de antemano. Pero la fluidez del agua es tan imprevisible que sería difícil planear una danza como esta en todos sus detalles. Sólo es seguro que los chorros de agua saltarán pero las formas que adopten al caer serán dictadas por el azar únicamente. Lo único fijo es el color de los anturios y los planos de diferentes colores con que participa la arquitectura del fondo. Una ciudad tan encantada por las flores como ésta debe mantener una estrecha relación con el agua, tal vez por eso haya tantas fuentes, aunque no tantas como debiera.

Los trucos de la luz (Medellín, Colombia)

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Hasta en un pequeño estanque se puede ver como la luz juega con el ojo del observador. Esta superficie donde se hacen y deshacen reflejos, apenas si deja pasar la imagen de los peces que se reúnen “ansiosos” cerca de la orilla, acostumbrados tal vez a que la gente que se detiene a mirarlos les eche algún alimento. Son figuras con un aire fantasmal. Es como si el agua en su movimiento creara estas criaturas que a causa de cualquier agitación en el ambiente pudieran desaparecer. Pero al fin y al cabo son peces que en el estanque deben fascinarse también con el movimiento del agua y con los juegos de luces que se pueden ver desde su perspectiva.

Cabeza de náufrago (Medellín, Colombia)

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Un detalle que complementa la gran escultura de La Vida de Rodrigo Arenas Betancur trae a la mente uno de esos naufragios que se han descrito tantas veces en la literatura o que hemos visto en las películas de aventuras escenificadas en los famosos mares del sur atravesados por galeones y bergantines. Tal vez sea una representación de otra cosa, pero en los momentos que vive este país, uno no deja de asociar esta cabeza que sobresale del agua con un náufrago desconocido que yace en una playa de una isla perdida en el mapa.

Tritón (Medellín, Colombia)

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Los ojos de agua han dado pie en diferentes culturas al nacimiento de innumerables mitos y leyendas. Seres que son la perdición de las personas que transitan por sus inmediaciones o que le muestran el camino a los que se extravían en los bosques o en los descampados. Pero en las ciudades donde el agua permanece aislada en pequeñas fuentes mientras juega o permanece quieta, imperturbable, no es fácil que un paseante desprevenido se vea expuesto a un encuentro sorpresivo con el mundo de la fantasía. Después de la desbandada de los personajes mitológicos como consecuencia de la caída de las religiones politeístas en Occidente Tritón, el mensajero de las profundidades marinas, pudo haberse refugiado en alguna fuente como ésta que sirve de complemento a una de las escultura más emblemáticas de la ciudad.

Sobre el agua (Medellín, Colombia)

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Del agua de un pequeño lago y rodeada por un grupo de tortugas que esperan con paciencia, sobresale un pedazo de roca. Para subirse a su superficie y aprovechar los rayos del sol tropical que ilumina esta ciudad las tortugas esperan durante horas a que haya un resquicio por donde desalojar a las que alcanzaron un lugar antes que ellas. Esa debe ser la cotidianidad de estas habitantes permanentes del lago: eternizarse expuestas al sol, flotar alrededor de la piedra y comer nenúfares o lo que sea que coman estas criaturas supervivientes de tantos milenios.

Hojas, flores y agua (Medellín, Colombia)

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Saber mirar es el consejo que siempre dan los profesores de las facultades de arte o las academias de diseño. La realidad cotidiana está llena con los ejemplos de la belleza que se puede encontrar en los lugares que vemos todos los días y a los cuales dirigimos nuestros ojos de manera automática, sin ver. De pronto se forman enfrente nuestro unos cuadros que parecen obedecer a un plan preconcebido pero que son el producto de la casualidad o del azar. Las hojas grandes y siempre verdes combinadas con unas sencillas flores (empinadas para poder ver más allá), necesitaban las salpicaduras del agua para conformar esta imagen fotográfica.

Reflejos alrededor de un semáforo (Medellín, Colombia)

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Las ciudades, por sus características tan complejas, producen de manera ininterrumpida imágenes que pasan desapercibidas entre las muchas distracciones visuales que asaltan los ojos de los habitantes. Una fotografía tomada desde el ventanal de un conocido centro comercial combina la fresca textura del agua, precipitándose al vacío, con el reflejo del sol en el parabrisas de un carro detenido frente a un semáforo. Podría ser una composición de esas que se hacen mediante las herramientas de diseño de un programa de computador, pero es tan real como las combinaciones del verde de la vegetación de las avenidas y los parques con el gris inclemente del asfalto de las calles.

El movimiento de las estatuas (Medellín, Colombia)

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Desde siempre el sueño de todos los escultores, y hasta de quienes han contemplado estatuas durante milenios ha sido ver cómo éstas cobran vida. Esas imágenes de dioses dando un paso al frente en el Antiguo Egipto dan cuenta de la primera puesta en escena de la ilusión del movimiento, pasando por infinidad de creaciones hasta llegar al mito de Pigmalión y Galatea donde se narra como una estatua, imagen de la mujer perfecta, se convierte en un ser vivo. Pero no sólo las estatuas pueden moverse ayudadas por el mito, los árboles también lo hacen, como en este caso donde la escultura de La Vida parece haberse estirado lo suficiente para unirse a las ramas de un árbol que desde que fue testigo de la proyección de la piedra hacia el cielo quiso tocarla.

Anturios "on the rocks" (Medellín, Colombia)

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El rojo intenso de los anturios (Anthurium andreanum) se destaca al fondo de las que parecen columnas talladas en hielo. El agua que refresca la vista en esta imagen se ha congelado para agregar dramatismo a la belleza de las flores. En esta ciudad el color de las flores aparece por todas partes, solo o combinado con los tonos verdes de las hojas o con el blanco translúcido del agua que todavía, en esta ciudad, se puede utilizar como un elemento más de la decoración en los lugares públicos.

La fuente del parque (Medellín, Colombia)

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Intemporal como el agua, esta fuente en medio del parque Bolívar refresca el aire cálido de los días que por esta época oprimen al transeúnte citadino con su calor. Y no sólo es la frescura del agua lo que atrae, es el movimiento incesante que ejerce, sobre la mayoría de las personas, un efecto apaciguador con su sonido cantarín.

Nenúfares (Medellín, Colombia)

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Con sus raíces afincadas fuertemente en el fondo del lago flotan despreocupadamente los nenúfares. Nada les perturba, ni los insectos que los sobrevuelan, ni las ranas que se detienen en la superficie de sus hojas para calentar su sangre fría. Y nada en su aspecto tranquilo y apaciguador, aunque sea esa su función, hace sospechar que esta flor haya tenido su origen en la muerte trágica de una ninfa.

Una espiral (Medellín, Colombia)

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Como en esas descripciones donde los antiguos escritores de viajes expresaban su admiración por las construcciones humanas o las maravillas de la naturaleza que hallaban en sus recorridos, nos sorprendió ver en uno de los edificios comerciales más nuevos de esta ciudad, una hermosa espiral que parece resguardar un fuego sagrado, aunque en este caso es una fuente de agua a la que la luz le da una cualidad de fogata. La gente se dedica a sus asuntos mientras la luz y el agua juegan, envueltas en la forma que al parecer se manifiesta en innumerables fenómenos de la naturaleza: esa figura geométrica que le tomó a la humanidad siglos para identificar en muchas de las formas del universo, desde galaxias hasta la manera lenta y esplendorosa como se abren algunas flores.

Flotando (Medellín, Colombia)

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Algo hay entre los niños y el agua. Una fascinación como esa debe responder a sentimientos tan profundos en el ser humano que rondan lo atávico. Estos niños como millones antes que ellos tampoco resistieron la llamada. Y al parecer su deseo de flotar en medio del agua se vio complacido. Para la imaginación, siempre desbordada, de un niño este pequeño cuadrado debió convertirse en una balsa de esas que utilizan periódicamente los náufragos en las novelas de aventuras. Desde allí zarparon, alejándose de la mujer que afuera de su realidad, los mira y se deja llevar, suponemos, por la fascinación que ejercen los niños en el imaginario femenino.

Un velo de agua (Medellín, Colombia)

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En esta ciudad como en cualquier lugar del mundo los elementos se confabulan, a veces, para hacerle sentir a uno la pequeñez del ser humano frente a la naturaleza. En esta ciudad de mañanas soleadas y tardes calurosas, en este valle donde casi siempre el aire es suave y te acaricia, puede suceder que todas las furias del cielo se desaten y aunque las tormentas que nos azotan no se puedan comparar con los monzones que asolan otros parajes del globo, si difuminan dramáticamente la silueta que vemos recortada contra las montañas todos los días. Uno cree de verdad que nunca más volverá a ver a través de ese aire que todavía conserva algo de la transparencia que vieron los primeros exploradores hace más de trescientos años cuando se asomaron a este valle. Aunque la experiencia nos dice que todas las tormentas acaban tarde o temprano, el temor a que la ciudad permanezca tras ese velo de agua siempre nos atemoriza.

Un jardín vertical (Medellín, Colombia)

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No siempre las fotografías dan cuenta de la realidad objetivamente, a veces el ojo se engaña con las perspectivas y hasta los objetivos de las cámaras pierden su imparcialidad frente a determinados ángulos que alteran por completo el aspecto de las cosas. Lo mismo sucede, a veces, con la vida cotidiana donde intervienen factores que distorsionan nuestra percepción de la vida; aunque en algunos casos esas alteraciones son bienvenidas, en otros pueden ser responsables de dificultades severas para asumir la realidad. De todas maneras uno no deja de congratularse cuando encuentra enfoques que parecen sacados de las ilustraciones absurdas de algunos libros álbum o de esos cuadros donde la arquitectura aunque caótica parece obedecer a algún sistema.

Ultravioleta (Medellín, Colombia)

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Sigue la luz causando asombro a los habitantes de esta ciudad y a todos los que nos visitan por esta época. Aunque uno no se acabe de acostumbrar del todo a ver los objetos y las personas bajo los filtros monocromáticos del agua. Es como si las luces de la temporada brotaran a chorros por los poros de la ciudad: desde el suelo, desde las fachadas y hasta de los postes de la energía eléctrica alumbrando, sin distingos, a todo el mundo.

Juegos de agua y luz (Medellín, Colombia)

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Agua y luz se combinan para crear un efecto de irrealidad. La gente que se interna por allí parece absorbida por las fuentes de luz espectral que emergen del piso. Los haces desdibujan a quienes se atraviesan. Aunque es posible que tales fuentes no sean más que chorros de agua que empapan a los que pretenden caminar por entre ellos sin mojarse. Así, la gente que pretendía bañarse en color, sale completamente empapada, como si esa luz mojara como el agua.