Saber mirar es el consejo que siempre dan los
profesores de las facultades de arte o las academias de diseño.
La realidad cotidiana está llena con los ejemplos
de la belleza que se puede encontrar en los lugares que vemos todos los días y
a los cuales dirigimos nuestros ojos de manera automática, sin ver.
De pronto se forman enfrente nuestro unos
cuadros que parecen obedecer a un plan preconcebido pero que son el producto de
la casualidad o del azar.
Las hojas grandes y siempre verdes combinadas con unas
sencillas flores (empinadas para poder ver más allá), necesitaban las
salpicaduras del agua para conformar esta imagen fotográfica.
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