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Flor de selva (Medellín, Colombia)

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Uno de los primero antropólogos y etnólogos de América: Fray Bernardino de Sahagún quien escribió Las cosas de la Nueva España por allá en los años de la colonia se hubiera maravillado al ver esta flor desmesurada y quizá, si hubiera vivido en estos rumbos y no en México, nos hubiera podido dar noticias de los usos que los habitantes del Valle de Aburra le daban a este arbusto y sus flores. En el jardín de la Biblioteca Pública Piloto para América Latina se abren estas flores de un anaranjado extravagante para todo aquel que desee contemplarlas y extasiarse con su tamaño y color como le debe pasar a esa multitud de insectos diminutos que conviven con los seres humanos sin que apenas nos percatemos de ello.

Papel crepé (Medellín, Colombia)

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En la esquina de la calle Caracas con la carrera Córdoba puede verse este hibiscus o San Joaquín como es llamado en Antioquia. La textura de sus flores, para quienes no conozcan este arbusto, puede parecer de papel crepé pero es el producto de la más pura naturaleza, además de que su color naranja parece casi artificial. Una hermosa flor que afirma la tradición floral de esta ciudad y que como en cualquier lugar puede sorprender a quien pase por sus calles con la atención en los detalles y no sólo en el asfalto o en sus propios pensamientos. Hay lugares en esta urbe donde las plantas crecen libremente regalando oxígeno y belleza tanto a quienes la habitan como a sus visitantes.

La carta (Medellín, Colombia)

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Acaso existe un lugar mejor para leer una carta. Las palabras, susurradas apenas, se dejan acompañar por el murmullo de las hojas al vibrar unas con otras sobre la cabeza de la lectora. En este momento no existe otro mundo que el descrito por esa hoja de papel que, contrariamente a las costumbres de la época, no utiliza el espacio virtual para desplazarse. Quizá una flor anaranjada cae con estrépito cerca de ella y apenas logra que levante la mirada. ¿De donde podrá venir esa carta y de qué medios se habrá valido para llegar hasta las manos de esta muchacha, que absorta se sumerge en algún pueblo, o ciudad o incluso algún país lejano, tan exótico para nosotros como podría ser esta imagen para algún habitante de las antípodas? Sólo ella lo sabe, y es mejor que nunca lo averigüemos, así nos podemos entregar a cualquier tipo de elucubraciones, todas posibles.

Naranja al cubo (Medellín, Colombia)

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No es necesario tener un ojo entrenado en la búsqueda de ángulos originales o de combinaciones novedosas, para hallar en cualquier rincón de la ciudad imágenes tan sugestivas como ésta. Los tubos de color naranja que parecen perderse en el infinito armonizan con el adobe gris e impersonal de esta construcción, enriqueciendo su color y convirtiendo la ausencia de calidez del edificio en una condición necesaria para el impacto que causa esta mezcla de metal y cemento. El edificio de tendencias cúbicas que carece de cualquier pretensión decorativa, se enriquece sin embargo con la repetición del módulo metálico del cercado. A veces parece como si el azar le permitiera a los portadores de una cámara fotográfica, toparse de pronto con lugares como éste que para quienes viven a su alrededor han adquirido, con el tiempo, ese velo de cotidianidad que los fue despojando de la admiración que pudieron causar al principio.

El color del calor (Medellín, Colombia)

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En una escena donde predominan el verde y el azul se destaca, rompiendo con la monotonía de las hojas y del cielo, el anaranjado de un árbol florecido. Su color es tan intenso que parece absorber, y reflejar, el calor que por estos días agobia a todo ser viviente en la ciudad.

Colores complementarios (Medellín, Colombia)

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El impacto que produce el contraste entre el anaranjado de estas flores con el verde de las hojas confirma los enunciados de la teoría (estos dos colores se intensifican mutuamente), como sí a esta planta le interesaran más las connotaciones estéticas que la funcionalidad.

El Paraíso perdido (Medellín, Colombia)

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¿Porqué llora la flor del paraíso? Será que su belleza no basta para eximirla del dolor y sufre por la grandeza de esta tierra, desperdiciada en batallas inútiles.