A veces se nos olvida que la historia incluye no sólo los sucesos del pasado remoto sino también los más cercanos. De la misma manera que en las ciudades permanecen unas al lado de las otras construcciones de diferentes épocas.
Allí se mezclan, a veces con verdadero acierto, edificios antiguos con otros que no tienen tantos años pero que han pasado a formar parte, en las pocas décadas que llevan de existencia, de esa imagen urbana que nos acompaña, a veces inconscientemente, cuando intentamos hacernos una idea de la apariencia de nuestra ciudad.
Estos dos edificios tan opuestos en el tiempo, en la arquitectura y en las tareas a las que se les ha destinado, forman sin embargo una hermosa composición que sin lugar a dudas embellece ese lugar tan saturado de gente, carros y edificios que llamamos El Centro y que es en realidad más grande de lo que creemos generalmente.