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Al son de la música marcial (Medellín, Colombia)

No importa el motivo, pero las procesiones de todo tipo que a veces sacuden las calles y las avenidas de la ciudad con la música marcial siempre sorprenden a los desprevenidos que pasan por El Centro, que en esta ciudad como en cualquiera de regular tamaño son bastantes.
Los tambores resuenan y los rostros impertérritos de quienes desfilan pasan frente a la gente con el orgullo escrito en las facciones. Estos herederos de tantos otros colombianos que tal vez nunca hayan desfilado por una calle citadina, pero que si lo han hecho por la geografía de estas montañas con la fortaleza que se necesita para vivir en las, a veces inhóspitas montañas antioqueñas, muestran en sus rostros los rasgos distintivos de los hombres latinos tan característicos en cualquier lugar del planeta.

Diablo rojo (Medellín, Colombia)

En estos días cuando las supersticiones campean a su aire por las calles de viejas y nuevas ciudades, no se sorprende uno al ver un diablo rojo, de mirada maliciosa, paseándose a plena luz del día.
Tal vez se refugia en la incredulidad de la gente y hace de las suyas sin que a nadie se le ocurra echarle a él la culpa. O es tanta la clientela para el negocio de los Infiernos que los tradicionales horarios nocturnos tuvieron que ampliarse para cubrir la demanda.
De hecho al fondo de la fotografía se alcanza a ver lo que parece ser una fila de personas que tal vez esperan convertirse en futuros clientes de sus servicios.
En todo caso mucho cuidado, que donde uno menos piensa salta un diablo rojo o de cualquier otro color.

Altares ambulantes (Medellín, Colombia)

A mediados de julio y a cualquier hora, pueden verse en diferentes lugares de la ciudad estos altares, improvisados en la parte delantera de un bus de transporte público, interrumpiendo el tráfico de las calles secundarias o de las avenidas principales.
Arrastran tras de sí una larga fila de buses y taxis como acompañantes de la imagen.
Es la tradición de cada año desfilar con la patrona, tal vez para cumplir alguna promesa por un favor cumplido o por cumplir. O para pedir protección durante el año que sigue.

A son de desfile (Medellín, Colombia)

La música simple y repetitiva de las marchas, que fue el regalo hecho por Philip Sousa (compositor de origen portugués, español y alemán) a la humanidad, ha acompañado los desfiles y paradas de todo tipo alrededor del mundo.
Aunque en esta ciudad se le han agregado tonalidades y ritmos que vuelven más pegajosa la música que tocan estas bandas en los desfiles.
La Playa fue testigo del paso de otra marcha y como siempre la magia de esta avenida sombreada de árboles, reforzó el impacto que dejó en la gente como lo hace con cualquier evento que se realice en ella.
Sorpresas como ésta revitalizan la imagen que del Centro tienen los habitantes de la ciudad.

El pasar de los ratones (Medellín, Colombia)

No deja de ser perturbador que en pleno día se vean pasar tranquilamente unos ratones por las calles de la ciudad y montados en lo que a todas luces es un vehículo diseñado por ellos mismos.
Iban en medio del desfile como si tal cosa.
Inicialmente los que presenciaron su paso creyeron que eran parte de otra de las comparsas, pero si uno mira con detenimiento algunos detalles reveladores en la fotografía, empieza a inquietarse.

Los reyes en La Playa (Medellín, Colombia)

En la avenida La Playa durante el sábado pasado se aparecieron de improviso, para mucha gente, unos reyes que daban comienzo a un desfile bastante sui generis.
Marcharon después de ellos y frente a nuestros ojos todo tipo de personajes clásicos de los que aparecen en los libros y en las narraciones, pero también personajes de los que surgen en las representaciones que se hacen de la ciudad la gente que vive en ella.
Durante una celebración de artes escénicas los actores participantes les entregaron a los paseantes de La Playa, esa avenida que ha marcado el devenir histórico de esta ciudad durante muchas generaciones, una sugestiva muestra de lo que pasa por la imaginación de la gente que habita este valle.

Desfile por la Virgen (Medellín, Colombia)

Cada año por estos días se suceden continuamente los desfiles de todas las flotas de buses, busetas y colectivos que cubren las rutas de los barrios de la ciudad.
Desde el viernes pasado empezaron las celebraciones por el día de la Virgen del Carmen y todavía hoy, 19 de julio, estaban atravesando la ciudad estas caravanas que parecen improvisadas, pero que en realidad obedecen a una serie de rituales tan característicos como el de conducir haciendo eses por las calles, sin que ninguno de estos vehículos se accidente.
Según parece su homenaje a la Virgen, a la que le encomiendan sus vidas diariamente, es precisamente arriesgarla con entusiasmo.

Escrito sobre el cuerpo (Medellín, Colombia)

Un desfile estático donde algunos de los maniquíes llevan sobre su piel artificial vestidos confeccionados en diferentes tipos de papel, hace pensar de una manera distinta en el lenguaje elocuente, aunque no verbal, de la ropa con que las personas cubren su cuerpo.
El papel, que tradicionalmente se ha usado para manifestar cualquier intención, para copiar en su superficie la realidad tal y como la ven los que escriben, de acuerdo a las pautas que les ha permitido el mundo al que pertenecen, se ha utilizado en este caso para relatar otras historias. Esas que cuenta la gente de las ciudades, al vestirse todos los días de manera redundante o creativa, para narrar sin palabras la historia de sus vidas. Como si su impulso más íntimo fuera describirle a cualquier desconocido que los vea quiénes son, sin necesidad de tener que recurrir a las palabras que generalmente son tan esquivas.
Y así como la gente es capaz de proyectar su ser más interno en la ropa que usa, así mismo hay quienes son capaces de desvelar en esos atuendos y en sus combinaciones el interior de los seres humanos: los que se cruzan en su camino o aquellos que lo rodean. Es posible que hasta escriban crónicas tan apasionantes o anodinas, como las que uno lee en los periódicos que relatan la realidad de la ciudad a diario con obsesiva puntualidad, con insistente minuciosidad, como si su intención fuera trazar de nuevo su geografía, como si en esas crónicas quisieran calcar a sus habitantes y sus acciones. Aunque algunas veces, se dejan llevar por el impulso de vestir con palabras a la ciudad, para que su realidad tan dura y descarnada a veces no se vea tan desnuda.

Decisiones (Medellín, Colombia)

Seguir o no seguir… He ahí la cuestión. Siempre es difícil aparecer bajo los reflectores por primera o por segunda vez… pero así es la vida, una sucesión de escenas y desfiles para los que no valen ensayos, porque todas las situaciones en las que somos protagonistas siempre son una primera vez.

Medellín en blanco y negro