No importa el motivo, pero las procesiones de todo tipo que
a veces sacuden las calles y las avenidas de la ciudad con la música marcial
siempre sorprenden a los desprevenidos que pasan por El Centro, que en esta
ciudad como en cualquiera de regular tamaño son bastantes.
Los tambores resuenan y los rostros impertérritos
de quienes desfilan pasan frente a la gente con el orgullo escrito en las
facciones. Estos herederos de tantos otros colombianos que tal vez nunca hayan
desfilado por una calle citadina, pero que si lo han hecho por la geografía de
estas montañas con la fortaleza que se necesita para vivir en las, a veces inhóspitas
montañas antioqueñas, muestran en sus rostros los rasgos distintivos de los
hombres latinos tan característicos en cualquier lugar del planeta.
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