Cualquier día uno está mirando la orquídea que
en el jardín de su casa han cuidado con tanto esmero y de pronto como si se
materializara frente a nuestra mirada aparece una pequeña avispa visitando sus
dominios.
Un lugar bastante conocido para ella si se va
a juzgar por la seguridad con que recorre las hojas de la planta; como si
llegara a un lugar de su propiedad.
No deja uno de hacerse la eterna pregunta, quién
es en realidad el dueño de este planeta: los humanos o los insectos que por
cantidades desmesuradas habitan cada lugar de la tierra.
Un hecho maravilloso, si los hay, es la manera como
estas pequeñas criaturas se han apropiado, sin aspavientos, todos los rincones de
este planeta que llamamos nuestro.
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