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Gloxinias en el patio (Medellín, Colombia)

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El intenso color de estas flores de origen brasilero vuelve con regularidad a los jardines de la ciudad como lo hace periódicamente en macetas de toda Latinoamérica. Su textura y color, además de la delicada forma de sus flores hacen de esta planta una de las más mimadas y buscadas por todos aquellos que le dedican parte de su tiempo al cuidado de jardines. Y aunque no aparecen en las silletas que se ven en almacenes y centros comerciales de la ciudad en esta época de la Feria de las Flores, vale tenerlas en cuenta como una de las flores que ha encontrado un lugar en los patios interiores y hasta en los balcones de las casas de esta ciudad con vocación jardinera.

Un balcón y su reflejo (Medellín, Colombia

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Colgado del vacío éste es uno de esos rincones de la ciudad que pocos ven: frecuentado por quienes se aventuran a encontrar lugares distintos a las cafeterías atestadas que pululan en las calles de El Centro. Desde allí puede verse otra perspectiva de la ciudad, limitada o amplia según el deseo del observador. Aunque, como siempre, se percibe un retazo de montañas combinándose con las líneas duras de los edificios. Ese día las sillas vacías y su reflejo daban cuenta del fuerte sol que brillaba sobre la ciudad. A pesar de la vista, la gente le rehuía al calor de la tarde que en este valle puede llegar a ser muy ardiente, hasta para las pieles acostumbradas al calor del trópico.

Un aire de otro tiempo (Medellín, Colombia)

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Esa arquitectura sencilla donde los detalles art decó servían para realzar la economía de líneas de la fachada, se plasmó durante muchos años en los edificios de esta ciudad, incluso en edificaciones que fueron construidas mucho tiempo después de haber pasado el momento de aquel estilo que influyó a tantos artistas, artesanos y arquitectos. Al parecer su influencia en esta ciudad fue mucho más fuerte que en otras ciudades. Lugares como este contribuyen a darle a ciertos rincones un aire de otra época. Si no fuera por el evidente deterioro, uno podría creer que ha retrocedido en el tiempo y que a ese balcón se asomará un señor de chaleco, mirando su reloj de bolsillo, para calcular si ya es la hora de la caminada diaria hasta la iglesia de la Candelaria o hasta el Astor para tomar el algo.

Secretos de balcón (Medellín, Colombia)

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A veces una mirada inquisitiva permite encontrar esos lugares que comúnmente están a cubierto de la curiosidad de la mayoría de la gente. Aunque casi siempre los ojos de los transeúntes se quedan en el limitado horizonte que los edificios y la gente les permiten y pocas veces se dirigen hacia las alturas. En estos espacios que se proyectan al vacío se esconden pequeñas evidencias que dan cuenta en su cotidiana sencillez de la intimidad de las personas. Es como si de alguna manera la vida íntima que se desarrolla en el interior de los apartamentos generaran, tarde o temprano, una especie de excrecencias que se van depositando lentamente en los balcones. En ocasiones es posible verlas desde la calle, pero casi siempre permanecen ocultas, como si la ciudad se avergonzara de esas pruebas anodinas de quienes a fin de cuentas, son tan reales como los que caminan por la calle, aunque uno nunca los vea.

Un balcón en La Oriental (Medellín, Colombia)

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Un lugar desde donde se puede ver pasar la vida acelerada de esta ciudad. Ver como los carros y la gente se dirigen con prisa hacia destinos desconocidos, ajenos a la imagen que adquieren las cosas después de un aguacero. Acaba de pasar y todavía el pavimento tiene este tono gris brillante como si la superficie hubiera sido barnizada. Pero nadie se fija en ello. Desde este balcón, a esta hora, hasta el fárrago de la avenida adquiere cierta calidad de fenómeno atractivo, como si por un momento el vidrio y las gotas de agua, que no quieren evaporarse, nos hubieran convertido en turistas de nuestro propio entorno. Ese vidrio húmedo parece que nos hubiera provisto de la distancia tan necesaria, casi siempre, para contemplar la realidad que nos rodea con un poco de objetividad, con menos apasionamiento.

Los fantasmas del balcón (Medellín, Colombia)

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Las teorías y las historias que se han escrito a lo largo del tiempo sobre fantasmas tienen un elemento en común: el lugar donde aparecen. Donde la gente asegura haberlos visto, es un lugar viejo, lleno de tradición que ha sido habitado por numerosas generaciones. Sin embargo en este edificio, construido recientemente, se perfilan en la ventana de un balcón siluetas de mujeres vestidas como solían hacerlo en otras épocas; hace tanto tiempo que ya no queda nadie vivo que las recuerde. Deben ser los espectros de gente que vivió en la casa que fue demolida para construir el nuevo edificio. Por alguna razón estas entidades en particular prefieren las alturas a la atmósfera cercana a la tierra donde tuvieron que permanecer antes de que la vieja casa desapareciera. Claro que también caben explicaciones más prosaicas, menos románticas. Como una que se esbozó, a la ligera, en una conversación sobre este tema. Alguien afirmó que las siluetas percibidas a través del vidrio debían pertenecer a un

La casa de la esquina (Medellín, Colombia)

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De qué material están hechas esas casas que resisten el paso del tiempo con tanta entereza. Los artesanos que las construyeron desde sus cimientos debieron poner tanto interés y esfuerzo en ellas, que de alguna manera sus emociones quedaron impregnadas en las paredes, en los tejados, en los balcones. Estos balcones a los que nadie dirige ya una mirada de interés fueron alguna vez el centro de atención de los paseantes. Allí se asomaron, a ver pasar la vida en el parque Bolívar, personas que tenían relación con la gente de mayor relevancia de esa vieja ciudad que se resiste a desaparecer entre el concreto de los nuevos edificios y el asfalto de las viejas calles renovado una y otra vez. El parque se cubre cada vez más con la frondosidad de unos árboles que tal vez fueron sembrados después de la época en que esta casa fue una de las más impresionantes de la ciudad. Estos balcones que han visto desaparecer árboles centenarios, apenas han sufrido deterioros que unas cuantas manos de pintur

El barrio de los balcones (Medellín, Colombia)

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Los barrios de la ciudad se caracterizan por la utilización, en su gran mayoría, del adobe para construir las casas y los edificios, lo cual hace que la ciudad tenga ese color ocre tan característico, aunque matizado en algunos casos con los colores de las fachadas. Pero cada uno de esos barrios tienen características propias que un buen observador puede identificar. Como San Diego que cubre una de las colinas que están esparcidas a lo largo de la superficie de este valle. Desde hace varias décadas este barrio se distingue por la profusión de balcones. Cuando apenas se empezaban a poblar las partes altas de las laderas oriental y occidental de la ciudad, este barrio ya ostentaba sus balcones que asomados a las calles empinadas hacen que las casas se vean mucho más altas de lo que son en realidad. Al parecer ese ejemplo de San Diego lo siguieron los demás sectores de la ciudad, porque ahora parece otro denominador común que se ha añadido al color del ladrillo, los balcones.

Un canario en tu balcón (Medellín, Colombia)

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Canta al sol de la mañana… y alegra con sus trinos la calle del barrio. El timbre claro de su canto, se impone a los mil ruidos que marcan el despertar a las tareas cotidianas de la cuadra y, aunque sea por unos momentos, ese sonido anima el espíritu de aquellos que lo escuchan.