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El helecho de los abanicos (Medellín, Colombia)

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El helecho, como todas las plantas adopta infinidad de formas, pero es en el trópico donde se ven sus manifestaciones más interesantes; desde el punto de vista del diseño sorprende cada vez que se las observa detenidamente. Este helecho parece haber inspirado, al menos en estos lugares, a ese elemento tan conocido y tan útil antes de la invención de los ventiladores: el abanico. Se le ve aparecer (no necesita que nadie lo siembre) por debajo de algunas plantas en patios y jardines y embellece los lugares donde se da con su forma delicada y la combinación pálida del sin fin de verdes que expone en sus hojas.

Barco pirata con helechos (Medellín, Colombia)

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Hoy me sorprendí al ver un barco pirata que lentamente ha empezado a ser invadido por los helechos. Tal vez por eso los barcos de piratas jamás deben detenerse, pensé. Les salen plantas en los costados o cosas tan terribles que uno no se atreve siquiera a nombrar por temor a que se conviertan en realidad. Será que los felices piratas que se ven sobre la cubierta no se han dado cuenta de lo que le está pasando a su barco o tal vez su alegría se deba al hecho de que ya lo saben y han decidido partir: arrojarse a la quebrada que pasa por allí, desembocar al río Medellín y después a cualquier río más grande hasta llegar al Magdalena o al Cauca y por fin al mar, de donde no debieron haber salido nunca. Buscaban quizá una vida más tranquila. Pero las vidas tranquilas no garantizan que uno esté a salvo de que le salgan helechos u otra de esas plantas que se aprovechan de los sedentarios.

Invasión (Medellín, Colombia)

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Nada puede contra la fuerza de la naturaleza. Los helechos invaden cualquier lugar desprotegido o abandonado de la ciudad, como éste pequeño rincón en uno de los puentes más emblemáticos de la ciudad. A la vista de todo el que quiera mirar crecen sin control aparente. Las esporas encontraron un suelo fértil, tanto que ya otras plantas han aprovechado la ventaja del aislamiento de este lugar y la indiferencia de los que pasan para echar sus raíces, literalmente. La naturaleza no descansa, siempre está al acecho de los descuidos que cometemos para ejercer derechos de posesión sobre la tierra de la que tan olímpicamente nos hemos apoderado. Independientemente de la belleza o no de estas plantas nos unimos al gesto que reivindica sus derechos a medrar en cualquier parte.

Ley de gravedad (Medellín, Colombia)

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Las ilusiones ópticas tienen de su lado la necesidad que tiene el hombre de cruzarse en su camino con lo maravilloso. Este helecho parece flotar en la atmósfera inmóvil de un antiguo claustro, dedicado hoy a otros menesteres, como muchos de los edificios antiguos y grandes de la ciudad. Pero esas nuevas actividades que se realizan entre sus paredes, no le han podido quitar al aire una cierta quietud que invita a la reflexión, así sea mirando una planta que cuelga de un alambre invisible.

La Madremonte (Medellín, Colombia)

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Semioculta entre los helechos la Madremonte sueña con la hojarasca desmenuzándose a su paso y con el olor de la tierra que se descompone. Permanece estática al sol en un jardín botánico como una rareza más entre las que allí se conservan. Espera la noche que le volverá a traer sonidos y visiones arcanas.