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Como una pintura de un ministro chino (Medellín, Colombia)

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Una fotografía que evoca una de esas pinturas que aparecen en los biombos chinos, copias a su vez de los ejercicios pictóricos a los que debían dedicarse los ministros del imperio para demostrar su capacidad de gobernar. Es como si en cualquier lugar del mundo pudieran verse imágenes que han despertado la sensibilidad del ser humano frente al espectáculo que ofrece diariamente la naturaleza. En medio de la ciudad un guayacán florece y contrasta la profusión de flores con el verde intenso de las hojas que todavía no han caído para dar paso al amarillo absoluto de la florecida.

La textura de la belleza (Medellín, Colombia)

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Si uno quisiera definir la belleza que se puede percibir con los dedos sin acudir al tacto podría apoyarse en la textura de estas flores de guayacán donde la delicadeza de su forma contrasta con el fuerte color amarillo de los pétalos. Miles de flores se agrupan en las ramas de este árbol para sorprender al observador dando la sensación de que es posible tocar los colores. Muchas calles de la ciudad se ven invadidas cada cierto tiempo por este tono intenso que opaca los grises del asfalto y los ocres de los muros, alegrando la vista y dándole un aire festivo a los lugares donde florece el guayacán; un árbol que parecería haberse convertido en emblema de una ciudad donde la variedad de flores revientan sin previo aviso en cualquier lugar.

Un estallido de amarillo (Medellín, Colombia)

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El amarillo es un color que está íntimamente relacionado con los paisajes de esta ciudad. En cualquier lugar, y en determinadas épocas, revientan las flores del guayacán y embellecen hasta esos lugares que durante casi todo el año pasan desapercibidos por su carencia de atractivo. Pero cuando florecen los guayacanes, hasta en los días grises donde la luz no resalta los colores de las cosas, las flores de este árbol forman como un estallido que absorbe toda la luz y la devuelve de manera casi enceguecedora. Mientras tanto las flores que caen reflejan en el piso el árbol que acaban de abandonar.

Zona de calma (Medellín, Colombia)

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En esta ciudad hay seres a los que se les ha encargado la tarea de refrescar el ambiente. Casi siempre son árboles como éste, que florece en abundancia con el fin explícito de crear una zona de calma, en un lugar donde todo tipo de vehículos se apiñan cada tanto cuando el semáforo se pone en rojo, para precipitarse después cuando cambia a verde. Todos aquellos que pasan por allí ignoran la gran valla que les anuncia en letras blancas sobre fondo verde que sobre sus cabezas es posible entrar, así sea nada más con la mirada y durante treinta segundos, en un lugar calmado como esos descritos por aquellos que hablan de meditación. Quién sabe, es posible que en esos cuantos segundos uno pueda pasar a otra dimensión de la realidad y abstraerse de la urgencia que le inocula el tráfico desesperado de una ciudad.

Amarillo (Medellín, Colombia)

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Este color que representa la perfección espiritual y la alegría se manifiesta en la ciudad de manera pasmosa cuando florecen los guayacanes. Es posible verlos en cualquier parte: en los jardines públicos o en las estrechas franjas de tierra que bordean las calles en algunos barrios. El amarillo es un color que entusiasma según los teóricos de la cromoterapia y lo cierto es que después de ver un guayacán florecido es difícil no asociar el color amarillo con el asombro que causa este árbol cada vez que pierde sus hojas para llenarse de flores. No sólo es el intenso color de las flores lo que sorprende sino la cantidad que parece excesiva, como si este árbol quisiera llamar la atención de alguna especie animal determinada a la que es difícil cautivar y por eso tuviera que hacer un esfuerzo tan desmesurado.

El color del calor II (Medellín, Colombia)

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Nunca deja de impactar el amarillo con el que las flores de los guayacanes nos sorprenden en cualquier época del año. La mirada descansa en un color que se vuelve más vivo cuando se le observa contra el cielo. Es como si absorbieran el calor y lo utilizaran para intensificar su tono.

Lo que queda del día (Medellín, Colombia)

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La vista de un árbol sin hojas invita a que se aposente en nuestro espíritu una cierta melancolía. Sin embargo el derroche incontinente que hace el guayacán con sus flores amarillas, siempre le llena a uno el corazón de gozo. No importa que ya se le hayan caído y se vean sus ramas desnudas… el espectáculo de las flores continúa en el piso.

Pueblito paisa (Medellín, Colombia)

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En esta copia se reproducen no sólo las construcciones que rodean el parque de un pueblo paisa, sino también las actividades que se realizan allí un día de fiesta. Los turistas, locales o extranjeros, se convierten por un rato en los habitantes de esta población en miniatura, cuya belleza se ve resaltada por el amarillo excesivo de un guayacán en flor.