Una fotografía que evoca una
de esas pinturas que aparecen en los biombos chinos, copias a su vez de los
ejercicios pictóricos a los que debían dedicarse los ministros del imperio para
demostrar su capacidad de gobernar.
Es como si en cualquier
lugar del mundo pudieran verse imágenes que han despertado la sensibilidad del
ser humano frente al espectáculo que ofrece diariamente la naturaleza.
En medio de la ciudad un guayacán florece y contrasta
la profusión de flores con el verde intenso de las hojas que todavía no han caído
para dar paso al amarillo absoluto de la florecida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario