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Vistas (Medellín, Colombia)

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Esta es una ciudad que no se ve completamente desde ningún punto de su geografía. Construida en un valle sinuoso y estrecho siempre tendrá lugares que se escapen a nuestra mirada. Sin embargo hay dos sectores de la ciudad que se han mirado desde antes de que existiera algún asentamiento en este valle: Oriente y occidente se contemplan desde las laderas observando sus diferencias geográficas. Pero las construcciones que lentamente han invadido las pendientes del norte de la ciudad se han encargado de borrar las diferencias pintando de un ocre uniforme las laderas que otrora ostentaban un sinnúmero de tonalidades verdes. Un urbanismo descontrolado ha llevado a la invasión de unas montañas que en ocasiones ofrecen poca seguridad a sus habitantes; aunque para quienes habitan estos barrios vivir en las alturas quizá tenga el atractivo insuperable de ver una parte alejada de la ciudad desde las calles y las terrazas, así se tenga que pagar el precio de desplazarse lentamente por esas

Adobe y concreto (Medellín, Colombia)

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La evolución en el uso de materiales de construcción está estrechamente ligada a la evolución del urbanismo y la arquitectura en una ciudad. A la tapia y a la piedra con que fueron levantados los edificios y las casas en la vieja ciudad las han reemplazado desde hace muchos años el adobe y el concreto. Como la mayoría de las ciudades modernas ésta se caracteriza por el uso intensivo de esos materiales, tanto que hasta el color blanco o el gris, y los colores alegres con que pintaban las fachadas de las casas, han sido reemplazados por el gris uniforme del concreto mezclado con el ocre del adobe; dando como resultado, en algunos casos, atractivas combinaciones como esta estación del metro o la serie de balcones desde donde fue tomada la fotografía.

Abstracción (Medellín, Colombia)

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Basta girar la cabeza para que un moderno muro se convierta en una evocación de esos sectores modulares de la ciudad, donde las casas parecen pequeños bloques amontonados unos sobre otros. A veces con una regularidad alucinante y en otras con una apariencia tan caótica que uno cree perder la razón. El detalle que permanece, en cualquier caso, es el color del barro que campea en esta ciudad, como si a pesar de todas sus pretensiones de metrópoli los habitantes se resistieran a abandonar el estrecho lazo que los une con la tierra.

Un rayo de sol (Medellín, Colombia)

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Entre las oscuridades que pueblan tantas construcciones en esta ciudad se cuela a veces, por una ventana mal cerrada o por una de esas hendijas que el tiempo abre en las paredes o en las puertas desvencijadas, un rayo de sol y al hacerlo es como si resaltara la penumbra que invade. En esta catedral donde la oscuridad se aloja perezosa en los rincones y en las alturas se pueden ver, en ocasiones, unos rayos que juguetean por las ventanas y se precipitan en su interior asustando sombras y pintando por unos minutos las paredes con tonos de ocre desconocidos por allí. Sólo la suerte le permite a algunos cuantos privilegiados observar este fenómeno que por escaso se vuelve novedad para quienes lo ven: una catedral iluminada por la luz del sol y no por los viejos candelabros que emiten desde las alturas un brillo tan cansado que a los feligreses consuetudinarios ni siquiera les parece que sea luz.

La tapia se desmorona... (Medellín, Colombia)

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El breve techo que cubrió esta tapia ha desaparecido hace mucho y a pesar de ello la humedad y las lluvias apenas han comenzado a socavarla. Del blanco de la cal que pudo cubrirla en otro tiempo no queda ningún vestigio, como no debe quedar ninguna huella de quienes la construyeron o de quienes habitaron en el interior. Los árboles que otrora dieron sombra al patio se han adueñado ya de los espacios y aunque la mano del hombre ha tratado de aliviar la presión de los árboles con tajos certeros aquí y allá, por ahora la naturaleza no cede en su empeño de recuperación. Como siempre el trabajo de desmoronamiento casi imperceptible se le deja a los líquenes y a las enredaderas que son los de apariencia menos conspicua, después vendrán los grandes helechos, los arbustos y por último las raíces de los grandes árboles que se encargarán de que este muro vuelva a formar parte definitiva de la tierra.

El barrio de los balcones (Medellín, Colombia)

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Los barrios de la ciudad se caracterizan por la utilización, en su gran mayoría, del adobe para construir las casas y los edificios, lo cual hace que la ciudad tenga ese color ocre tan característico, aunque matizado en algunos casos con los colores de las fachadas. Pero cada uno de esos barrios tienen características propias que un buen observador puede identificar. Como San Diego que cubre una de las colinas que están esparcidas a lo largo de la superficie de este valle. Desde hace varias décadas este barrio se distingue por la profusión de balcones. Cuando apenas se empezaban a poblar las partes altas de las laderas oriental y occidental de la ciudad, este barrio ya ostentaba sus balcones que asomados a las calles empinadas hacen que las casas se vean mucho más altas de lo que son en realidad. Al parecer ese ejemplo de San Diego lo siguieron los demás sectores de la ciudad, porque ahora parece otro denominador común que se ha añadido al color del ladrillo, los balcones.