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Una planta caminante (Medellín, Colombia)

En cualquier jardín de esta ciudad puede uno encontrar plantas que florecen continuamente sin que se enteren las personas que pasan por la calle. Como este Iris caminante que al parecer no es lo suficientemente exótico como sus primas las orquídeas (si la juzgamos por su forma) ni suficientemente noble como los lirios (si la juzgamos por el parecido de las hojas) para despertar el fervor entre los admiradores de las flores. Sin embargo su belleza está ahí a la vista de todo aquel que quiera contemplarla.
Este Iris en particular, haciendo honor a su nombre común, recorrió un largo camino desde San Francisco, un pueblito del oriente de Antioquia, hace unos 14 años y ha venido floreciendo desde entonces en el mismo jardín sin llamar la atención de casi nadie.

Una casa colombiana (Medellín, Colombia)

Hoy, como todos los días patrios, ondea en las casas de Colombia la bandera tricolor.
Pero este día es distinto, es un día cargado de sentido, pues se conmemoran los doscientos años de un hecho que nos debería dar a los colombianos un punto de referencia, hacia el cual dirigir la mirada para construir ese concepto de identidad que ha sido tan remiso para nosotros y que es tan necesario para la vida de todos los pueblos.
En esta casa se ha venido izando la bandera cada 20 de julio desde hace más de treinta y cinco años y seguramente se izará durante mucho tiempo más por sus actuales habitantes o por quienes los sucedan en este rincón de la ciudad que parece un pequeño paraíso para quienes viven allí.

Aves de jardín (Medellín, Colombia)

Desde hace algún tiempo estas pequeñas aves invadieron los jardines y los parques de la ciudad. Silenciosamente se fueron apropiando de los espacios que alguna vez fueron el dominio de los pájaros.
Parecen haber sido diseñadas para vivir en un ambiente urbano: su plumaje se confunde fácilmente con el gris y el ocre que dominan muchas de las superficies construidas por el hombre. Pero también se confunden fácilmente con el juego de luces y sombras que se producen entre la vegetación.
Son algo así como una suave plaga que aparentemente no causa ningún perjuicio. Su número parece aumentar por épocas para después reducirse casi hasta la extinción.
En este jardín suelen echarse al sol como si fuera un lugar de retiro o de descanso, donde al abrigo de unos cuantos árboles se dedican a dejar que el tiempo pase.

Orquídeas al vuelo (Medellín, Colombia)

El mundo de las metáforas no se circunscribe únicamente a la literatura y al arte. En las creaciones de la naturaleza también se encuentran referencias y comparaciones que se imponen por sí solas al ojo del observador.
En esta fotografía es imposible no comparar las flores con pájaros lanzados al aire, como si el vuelo no fuera solamente patrimonio exclusivo de aves, insectos o aparatos mecánicos hechos por el hombre.
Su vuelo silencio y estático se repite cada año, sorprendiendo a los habitantes de la casa donde vive, que se preguntan siempre cómo es posible que una flor vuele sin necesidad de desplazarse.
Esta planta salió de un bosque húmedo y umbroso en la mochila de un estudiante que desconocía la belleza de sus flores. Hace décadas se aclimató contra todos los pronósticos en un patio de esta ciudad, tan distinto a la profusión de árboles, líquenes y humedad que la rodeaban. Después de años de esperar que a su alrededor volvieran a crecer los árboles y la humedad del aire volviera a ser la misma, la orquídea descubrió que tal vez lo que más echaba de menos de su lugar de origen era lo que ahora tenía plenamente: un silencio plagado de esos sonidos irrepetibles que produce el viento cuando acaricia una pequeña hoja o el estallido repentino de una gota de rocío cuando se estrella contra el suelo.
Por eso decidió volver a volar de la misma forma a como lo hacía en aquel bosque de sombra verde.

Un canario en tu balcón (Medellín, Colombia)

Canta al sol de la mañana… y alegra con sus trinos la calle del barrio. El timbre claro de su canto, se impone a los mil ruidos que marcan el despertar a las tareas cotidianas de la cuadra y, aunque sea por unos momentos, ese sonido anima el espíritu de aquellos que lo escuchan.

La cosecha (Medellín, Colombia)


En uno de los miles de jardines en la ciudad un níspero florece y da sus frutos.
Los más beneficiados son los pájaros que permanecen invisibles, camuflados entre las hojas mientras dan cuenta de las pequeñas esferas amarillas. El único indicio de su presencia es el canto bullicioso con el que acompañan el festín agridulce.

Color local (Medellín, Colombia)

Mientras la ropa de la familia se seca en el balcón, Lucas es sometido a la ignominia de un baño en público. El perro que ha sobrevivido a dos envenenamientos se encoge melindroso con el fin de conmover a su joven amo, pero éste no se deja impresionar con una actuación tan conocida y continua impávido su tarea; no importa que más tarde el perro corra gozoso por toda la calle para secarse y darle rienda suelta a la sensación maravillosa de sacudirse al sol o que después escoja una de esas cinco sillas azules, para echarse a la sombra y desbaratar todos los esfuerzos de su dueño por mantenerlo inmaculado.

Buganvilia (Medellín, Colombia)

Veranera o curazao, no importa el nombre, la ciudad se ilumina con sus colores en todo momento, aunque al sol lo oculten las nubes o a la atmósfera la desdibuje la contaminación.

Flores y flores (Medellín, Colombia)


En los barrios de esta ciudad, desde un balcón o desde un jardín, las flores pueden robarse la atención de los transeúntes. Una tarea difícil, pues la capacidad de observar la maravilla de la naturaleza, tiende a adormecerse a causa de la uniformidad que parece ser la característica principal de las ciudades modernas.

Colecciones (Medellín, Colombia)

Muchos recuerdos se quedaron asociados a estos carros de colección, a los que los libros les sirven de telón de fondo, para que la memoria, cuando quiera, los reviva con más intensidad.

El Paraíso perdido (Medellín, Colombia)

¿Porqué llora la flor del paraíso? Será que su belleza no basta para eximirla del dolor y sufre por la grandeza de esta tierra, desperdiciada en batallas inútiles.

Flora urbana (Medellín, Colombia)

En un antejardín de barrio un tronco muerto da albergue a esta planta de nombre desconocido. ¿Qué bosque de pisos húmedos y aire fresco echará de menos esos tonos de rosado irrepetible?
Ajena a las clasificaciones y a los nombres que les damos a las plantas, la flor de color intenso se roba, por unos momentos, la atención que generalmente exigen las fachadas de adobe o de cemento pintado con colores sintéticos.

Medellín en blanco y negro