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Una niebla leve (Medellín, Colombia)

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Una niebla leve pero sospechosa, de esas que lo hacen dudar a uno si será el anuncio de la lluvia o por el contrario una nube transitoria de la contaminación que acecha cualquier ciudad en este planeta, se acercaba lentamente a la ciudad. A lo lejos, las montañas ya habían desaparecido casi por completo. Así pasa en esta ciudad, después de una tarde soleada la gente puede quedar empapada en cuestión de minutos por un aguacero o sorprenderse al ver como el día se vuelve gris y desapacible. Son los encantos y los inconvenientes de una ciudad construida en mitad del trópico y atrapada entre montañas.

En las goteras de la ciudad (Medellín, Colombia)

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En las montañas que rodean la ciudad es posible encontrar todavía lugares así, donde parece que se fabrica la neblina que a veces invade todo el valle o esa niebla que cubre las montañas dibujando un horizonte imaginario para quienes quieran inventarse un espacio abierto, detrás de toda ese blanco algodonoso. Pero el viento o el calor disipan la niebla y otra vez vuelven a aparecer las montañas con su dosis de verde y ocre. Muy cerca se pueden encontrar lugares como éste, donde el tiempo se ha detenido flotando quizá en las gotas de agua que desdibujan el paisaje.

Un vapor, una neblina (Medellín, Colombia)

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En un día soleado, o mejor en un rato soleado después de un aguacero, apareció en un jardín de la ciudad una neblina, intentando competir con los rayos de sol que abrillantaban los colores de las cosas, opacados hasta hacía poco por las nubes. De pronto el vapor, o la neblina, empezó a apoderarse de este lugar, parecía como si surgiera de algún tipo de nave que hubiese descendido o que quisiera despegar y perderse en el cielo o como si de pronto la luz o el calor hubieran empezado a deshacer los objetos y las plantas frente a nuestros ojos. Afortunadamente, era sólo el efecto que producía este vapor, esta neblina, al esparcirse lentamente por el aire. Pero, es que a veces suceden cosas tan extrañas, que cualquier fenómeno poco usual lo pone a uno a inventarse esas explicaciones peregrinas que alimentan la imaginación de la gente y que tal vez por eso hacen que vivir en esta ciudad sea cada día una experiencia única para quien quiera mirarla con los ojos del asombro.

Panorama con neblina (Medellín, Colombia)

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La ciudad de todos los días, la que se pega con la persistencia de las plantas aéreas a las lomas que rodean el valle, se desdibuja en algunas ocasiones más que en otras. Las distancias de siempre y la bruma que se intensifica a veces, contribuyen a marcar la retina con la imagen de un lugar donde los colores se funden a lo lejos en el mismo azul desteñido, que apenas sirve para mantener inalterada la silueta de las montañas. Es como si lentamente a los ojos los dominara una fuerza extraña que se empeña en hacer desaparecer los lugares lejanos, los que no se pueden ver claramente, esperando tal vez que sólo se fije la mirada en los parajes familiares, pretendiendo crear así una falsa confianza en aquellos que nunca quieren moverse de los terrenos conocidos, esos terrenos que por vistos no dejan espacio a la ambigüedad y donde lo foráneo, aunque sean otras partes de la misma ciudad donde vivimos todos, se mira con suspicacia.