En las montañas que rodean la ciudad es posible encontrar todavía lugares así, donde parece que se fabrica la neblina que a veces invade todo el valle o esa niebla que cubre las montañas dibujando un horizonte imaginario para quienes quieran inventarse un espacio abierto, detrás de toda ese blanco algodonoso.
Pero el viento o el calor disipan la niebla y otra vez vuelven a aparecer las montañas con su dosis de verde y ocre.
Muy cerca se pueden encontrar lugares como éste, donde el tiempo se ha detenido flotando quizá en las gotas de agua que desdibujan el paisaje.
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