Una niebla leve pero sospechosa, de esas que lo hacen dudar a uno si será el anuncio de la lluvia o por el contrario una nube transitoria de la contaminación que acecha cualquier ciudad en este planeta, se acercaba lentamente a la ciudad.
A lo lejos, las montañas ya habían desaparecido casi por completo.
Así pasa en esta ciudad, después de una tarde soleada la gente puede quedar empapada en cuestión de minutos por un aguacero o sorprenderse al ver como el día se vuelve gris y desapacible.
Son los encantos y los inconvenientes de una ciudad construida en mitad del trópico y atrapada entre montañas.
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