Si uno quisiera definir
la belleza que se puede percibir con los dedos sin acudir al tacto podría
apoyarse en la textura de estas flores de guayacán donde la delicadeza de su
forma contrasta con el fuerte color amarillo de los pétalos.
Miles de flores se agrupan
en las ramas de este árbol para sorprender al observador dando la sensación de
que es posible tocar los colores.
Muchas calles de la ciudad se ven invadidas cada
cierto tiempo por este tono intenso que opaca los grises del asfalto y los
ocres de los muros, alegrando la vista y dándole un aire festivo a los lugares
donde florece el guayacán; un árbol que parecería haberse convertido en emblema
de una ciudad donde la variedad de flores revientan sin previo aviso en
cualquier lugar.
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