Un barrio de la ciudad
languidece al sol y la gente permanece a cubierto del fuerte calor que por
estos días, a comienzos del año, calienta las calles.
La vida de las personas permanece
en estado de hibernación parcial mientras llega la hora del almuerzo.
El movimiento de una
calle normal parece haber desaparecido por cuenta del calor y de la época del
año.
Una imagen de tranquilidad
que no se asemeja a la corriente vital que anima las calles en los barrios. Es como
un respiro que se toma la misma ciudad en su incesante movimiento diurno.
Al fondo, como siempre, las montañas tutelares
cuidan de la urbe, impasibles, mientras ésta se entrega a un descanso aparente.
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