Un papayo se asoma, impertérrito,
a la vida de afuera desde la seguridad del lugar donde ha crecido.
Un gato vigila su
territorio mientras la naturaleza en un pequeño patio interior desborda los límites
que imponen los muros divisorios.
Las terrazas y los techos
de un barrio de la ciudad duermen al sol, indiferentes al movimiento incesante
de los habitantes de la ciudad.
Un andamio da cuenta del crecimiento inacabable
de la ciudad que parece una planta más en su afán de desarrollarse.
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