Nunca deja de impactar el amarillo con el que las flores de los guayacanes nos sorprenden en cualquier época del año. La mirada descansa en un color que se vuelve más vivo cuando se le observa contra el cielo. Es como si absorbieran el calor y lo utilizaran para intensificar su tono.
La realidad de Medellín va más allá de la imagen oficial. Queremos mostrar el rostro de una ciudad que parece cambiar cada día. Aunque la arquitectura permaneciera inalterada, la atmósfera, la naturaleza y la gente influirían en su aspecto de manera constante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario